Las Alquerías: Granada crece hacia dentro

Lo llaman el nuevo barrio de Granada y, aunque todavía está en fase embrionaria, es muy probable que esa definición le venga como anillo al dedo dentro de unos años. El distrito de La Chana recibe a sus nuevos vecinos de Las Alquerías y GranadaiMedia habla con los primeros en llegar.

Tanto tiempo creciendo hacia fuera, hasta el punto de convertir su Área Metropolitana en un conjunto de localidades con más población que la propia capital, y resulta que Granada podía crecer hacia dentro. Esa especie de reflorecimiento interior está en el distrito de La Chana y se llama Las Alquerías. Todavía está en fase embrionaria, pero en pocos años será un nuevo barrio. 

Sus datos esenciales ya se han dado a conocer: es una zona de 370.000 metros cuadrados en un área que tendría como tope, por un lado, el Parque de Las Alquerías y la colindante circunvalación. Y por el otro, las vías del tren.

Dentro de ese espacio se ubicarán 1.700 nuevas viviendas. Habrá 160.000 metros cuadrados para espacios de ocio y esparcimiento y contribuye a la «expansión moderna, equilibrada, medioambientalmente sostenible y ordenada de la ciudad”, según destacó el alcalde de Granada, Paco Cuenca, cuando, el pasado 4 de julio, el Ayuntamiento recepcionó las obras de la urbanización.

Esas obras, por cierto, llegaron a estar paradas diez años, cuando estaban al 70% de su construcción, por un conflicto con la primera empresa constructora que no se desbloqueó hasta 2019. En resumidas cuentas, según explica el concejal de Urbanismo, Miguel Ángel Fernández Madrid, ocurrió que, cuando la obra estaba en marcha, entró una especie de «voracidad de ladrillo» y los promotores y el ayuntamiento acordaron modificar el PGOU para aumentar la edificabilidad en la zona.

Un arranque difícil

Después, la adjudicataria entró en crisis y nadie se hizo cargo de que continuaran los trabajos. Así hasta que el consistorio, en 2019, intervino para «desatascar» el problema y se redujo la edificabilidad en el lugar, salvo en un sector donde Visogsa, la empresa de vivienda de la Diputación, levantará 128 viviendas protegidas. 

Ahora, una vez solucionados todos los inconvenientes, cinco bloques que conforman una de las urbanizaciones, llamada Taracea, están prácticamente finalizados y en dos de ellos ya vive gente, unas setenta familias que podrían ser consideradas, en cierto modo, pioneras.

Portal de acceso a uno de los bloques donde ya vive gente. Fotos: Lucía Rivas

Mientras trasladan sus bártulos y se instalan, las máquinas trabajan en las cercanías en estructuras de hormigón que dentro de no mucho serán también edificios. Y un poco más lejos, en dirección al Camino de Ronda, hay solares que esperan su turno. La piqueta todavía no ha entrado allí, pero ya hay banderines que informan de que allí también se intervendrá.

Los nuevos moradores

Es pronto para establecer el perfil de los nuevos pobladores, y que no se moleste nadie por la broma. Pero los que pudo abordar GranadaiMedia en su visita al lugar son, fundamentalmente, familias jóvenes, con hijos pequeños. Aunque también hay habitantes más mayores cuyos descendientes «ya abandonaron el nido» y que regresan a Granada después de vivir en el extrarradio. 

Es el caso de Juan y María Angustias, reacios a dar sus nombres y más aún a salir fotografiados, como los demás entrevistados en este reportaje. Ellos vivían en Ogíjares (siguen conservando esa casa, de hecho), pero optaron por mudarse porque, en palabras del marido, de 55 años, «pensando en el futuro vemos más interesante vivir aquí, porque hay más servicios y estamos más cerca del centro».

Ellos apenas saben nada del largo conflicto que mantuvo paradas las obras. «Cuando decidimos comprar, la infraestructura estaba casi hecha, ya estaba desbloqueado el problema. Veíamos la construcción, el entorno nos gustó, es una zona hospitalaria… Nos lo encontramos todo casi hecho y nos vinimos», explica.

Los nuevos edificios tienen zonas comunes con jardín y piscina.

Cruzando el portal, la verdad es que atractivos no faltan. Como en muchas otras construcciones modernas, las zonas comunes son amplias y luminosas. Hay un garaje comunitario y también una zona de césped y una piscina. Las casas son de 2, 3 y 4 dormitorios y estos propietarios confiesan que las más baratas, dependiendo de su orientación, cuestan entre 230.000 y 245.000 euros. 

Las viviendas protegidas aún no están

En la recepción de las obras de urbanización, el alcalde aseguró que, de las 1.700 viviendas previstas en Las Alquerías, casi un millar tendrá «algún tipo de protección», lo que quiere decir ayuda. En la urbanización Taracea no se ubicará ninguna de ellas. Un trabajador de la inmobiliaria Aedas Homes, responsable de la construcción, dijo al respecto que ésas irán en otras promociones que todavía están a medio construir.

Fernández Madrid, por su parte, precisó que Aedas «está haciendo primero las de renta libre pero ya tiene licencia para las VPO». De ese tipo, añadió, ya hay pisos subvencionados en construcción, que irán en la calle Washington Irving. «Ya se ha instalado allí una oficina de venta y Visogsa, por su parte, también ha reclamado el registro de su obra para poder contactar con los posibles compradores. Creo que este mismo año podrían empezar los trabajos».

Volviendo a los pioneros, Juan y María Angustias todavía no saben muy bien qué servicios tendrá la zona. Por ahora sí saben que no muy lejos (Carretera de Málaga) pasa la línea N1 de autobús. Según pudo constatar este medio, también hace parada cerca el microbús de la línea 25. Para los que estén en edad escolar hay tres centros educativos: IES Severo Ochoa, Juan XXIII y Eugenia de Montijo. Hay dos parques infantiles ya dispuestos, con poca sombra, y está previsto que más pronto que tarde se levanten allí dos centros comerciales de empresas bien conocidas, para garantizar el avituallamiento de los vecinos. 

Dicen que es poco pero que no necesitan mucho más. Él tiene un trabajo itinerante y ella teletrabaja desde casa. «Nos habría dado igual seguir en Ogíjares, pero percibimos que esta es una zona emergente que en unos años será el centro. Entendemos que se irá desarrollando, que habrá un boom de familias viviendo aquí y eso asegurará un nuevo núcleo urbano. También es una inversión de cara al futuro, porque en Granada tampoco hay muchas más zonas residenciales así», concluye Juan, sin duda más hablador que su mujer. 

Impaciencia y quejas

Son aproximadamente las once de la mañana y hay gente que entra y sale. Como Luis, que apenas puede decir dos palabras porque acaba de llegar el fontanero. Se para un momento para dar su opinión sobre Las Alquerías: «Lo único que espero es que esté acorde a las expectativas que me he creado, tanto sobre la urbanización como sobre la zona. Espero que no se quede a medio hacer y rodeada de solares vacíos». Dice que tiene «relativas dudas» sobre eso «por algunas experiencias cercanas» que ha vivido. Aun así, espera mudarse en agosto. 

La promoción tiene edificios que aún están en una fase menos avanzada.

La incertidumbre es normal y también comprensible. A ver quién no ha oído historias sobre grandes urbanizaciones que quedaron empantanadas, paralizadas antes de su finalización, y sobre propietarios que habían invertido allí todo su dinero y tardaron años en recuperar una mínima parte de su inversión, pero perdiendo por el camino, además de dinero, cantidades intangibles de ilusión y energía. 

Por eso Luis es escéptico. Y no es el único. Una pareja -de treintaymuchos o cuarentaypocos, en cualquier caso más jóvenes que Juan y María Angustias- llega al lugar con su hijo, que no llegará a los diez. Para no salirse de la norma en este artículo, no facilitan sus nombres. Pero el padre se muestra, más que incrédulo, contrariado. Y desde luego impaciente.

«Lo llevamos muy mal con la constructora porque nos ha entregado la vivienda sin terminar, sin tener todos los servicios. No tenemos aerotermia, acceso a cocheras, piscina en condiciones… Es la realidad que estamos viviendo. Sabemos que la expansión va a ser muy buena y que esta zona será como la del PTS. Aquello revitalizó el Zaidín y esto revitalizará La Chana. Pero faltan servicios», insiste, mientras señala el espacio destinado a los contenedores soterrados que tiene justo debajo de los pies. Está el perímetro marcado, pero nada más. «La basura tengo que ir a tirarla allí lejos», dice mientras señala un punto inconcreto en el horizonte. 

«No nos las dieron en condiciones»

Detalla su lista de quejas: «Tenemos agua potable y luz porque las pagamos, pero la piscina debería estar funcionando al cien por cien y no lo está. Necesita que una serie de motores estén en funcionamiento y no todos van. No funciona la bomba de cloración salina y el agua la están clorando de manera manual, no se saben los resultados de los análisis, ni cómo salen los parámetros, ni nada. Suponemos que todo se arreglará, pero la cédula de habitabilidad dice que debe estar todo en condiciones antes de escriturar. Y nosotros firmamos ante notario y no lo estaba», se queja. 

Tenía previsto mudarse mucho antes y si no lo ha hecho, asegura, no ha sido por su culpa. «La inmobiliaria debería haber entregado estas casas el 31 diciembre de 2021. Al no cumplir ese contrato, tenía una prórroga hasta el 31 de marzo. Entonces, el 31 de marzo, nos contaron una milonga echándole la culpa a la junta de compensación, formada por el ayuntamiento, la Diputación y los propietarios de solares de la zona. En este asunto los damnificados hemos sido los propietarios, porque no nos han dado el acceso hasta tres meses después y sin todos los servicios ni las condiciones de habitabilidad», insiste.

Los dos bloques que aparecen en la foto ya están parcialmente ocupados.

La demora, según fuentes municipales, se ha debido a un problema con Endesa, la compañía suministradora de la luz, que reclamó a Aedas la modificación de unas obras cuando el plazo de entrega ya estaba prácticamente cumplido. Pero como se determinó que eran fundamentales y que sin ellas no se darían las licencias de primera ocupación, hubo que hacerlas.

Optimistas sobre el futuro

El nuevo propietario, no obstante, no quiere ser del todo negativo. Admite que se están poniendo las cosas al día -la verdad es que durante la mañana en la que se elaboró este reportaje, había allí varias personas trabajando a base de bien- pero no le parece justo que el acceso al garaje, «que me han dicho que estará listo hoy porque estaba pendiente de un motor que ya ha llegado», le haya estado vedado durante quince días. En ese periodo «yo lo he estado pagando y sin embargo mi coche se ha quedado fuera. Y eso no tendría por qué darse. Han tenido tres años para hacer las cosas», subraya. Pero para no terminar muy negativo, remata con un toque de humor diciendo que por lo menos aún no tiene problemas con los vecinos. «Somos nada más que dos familias en mi planta».

Como informar implica contrastar, rescatemos por otro lado estas declaraciones del director territorial de Adeas Home en Andalucía, Diego Chacón: “Hacemos mucho más que viviendas. Hacemos ciudad. Hace tres años nos comprometimos a transformar una zona abandonada y degradada de la ciudad en un barrio moderno, innovador, sostenible y con magníficas viviendas… y hemos cumplido”.

Fernández Madrid también se muestra optimista. Respecto a las quejas de algunos vecinos, entiende que «pueden faltar detalles, pero desde luego nada esencial porque, de lo contrario, no se hubiera autorizado por parte del Ayuntamiento la ocupación». Y sobre el futuro de la zona, no llega al punto del vecino que cree que ese trozo de La Chana será el nuevo centro «porque es un espacio limitado por la autovía y por la Vega y que no puede crecer más», pero sí califica la zona como «un nuevo barrio, un sitio emergente, comparable a lo mejor a lo que en su día fue la ampliación de Federico García Lorca y Parque Almunia, pero con más servicios de lo que aquello tuvo entonces».

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