
Antonio Merino (izquierda) y junto Pepe Yáñez, vicepresidente de la asociación de vecinos.
Afirmaba Cervantes que «al bien hacer jamás le falta premio». Precisamente para agradecer su altruismo y sus siete años de trabajo como secretario de la asociación Zaidín Vergeles, el colectivo ha reconocido con el Gorrión de Plata, la máxima insignia del barrio, a Antonio Merino, que se ha volcado en ayudar al prójimo desde su jubilación.
Aún mayor premio que el merecido laurel por su implicación por los demás es la huella que la bondad de este zaidinero de adopción -se mudó hace 14 años al barrio- ha dejado a su paso. Así lo demuestra la impresión compartida sobre sus acciones y personalidad. «Lo da todo sin esperar nada a cambio. Es una gran persona» coinciden todos cuando se les pregunta por Antonio, que ha colaborado altruistamente con el colectivo vecinal hasta que su salud y menguante vista se lo han permitido. Para agradecer esta labor, sus integrantes le rindieron un emotivo homenaje el pasado año.
Ya por entonces las pupilas de este filántropo vecino -siempre dispuestas a mirar de frente a las injusticia y a colocarse en los ojos del otro, haciendo de la empatía una de sus grandes virtudes- se habían apagado, dejándolo sin vista, lo que unido a su delicada salud lo han obligado a abandonar su labor solidaria para dedicarse de lleno a su familia.
«Es una bella persona. Un hombre que ha dado su vida por ayudar a los demás», explica el presidente de la asociación de vecinos Zaidín Vergeles, Antonio Ruiz. Y es que Merino ha colaborado con numerosos colectivos, entre éstos Neuro-Afeic, la asociación de familiares y enfermos de ictus de Granada, la Federación granadina de personas con discapacidad física y/u orgánica (Fegradi) o Sierra Nevada Natura Ability, club de esquí especializado en jóvenes con discapacidad intelectual. Ha cooperado activamente, además, con el Patronato de Deportes, con el que lleva años organizando rutas de senderismo adaptadas para niños con distintas discapacidades. Su trabajo como voluntario se ha extendido asimismo a numerosos eventos deportivos de la ciudad -la Media Maratón, la Carrera contra el Cáncer de mama o la Carrera Nocturna, entre otras. A esta labor solidaria se suman los cursos gratuitos de alfabetización digital que impartía para jubilados del barrio, que han aprendido las bases de la informática gracias a los conocimientos de Antonio en la materia y, como muchos reconocen, «a su paciencia» como profesor.
Antonio decidió dedicar lo que le quedara de vida a los demás poco después de su jubilación, cuando los médicos le diagnosticaron una avanzada arteroesclerosis por la que apenas le daban seis meses de vida, confiesa. Pasada una década de aquel terrible, aunque por suerte fallido pronóstico, las acciones de este zaidinero han precedido aquella interiorizada promesa que nunca necesitó verbalizar en voz alta. Fue su madre -como siempre recuerda- quien le inculcó esta entrega desinteresada por el prójimo. «Mi madre se desvivía por los demás», subraya, con la sencillez y modestia del que da sin esperar nada a cambio, ajeno a protagonismos por algo que considera tan normal como lógico y humano: tender una mano al otro cuando lo necesita.
«Lo ha dado todo, hasta su salud por el Zaidín y este colectivo», cuenta su tocayo Antonio Garrido, compañero de la asociación vecinal que le dedicó una emotiva poesía durante su homenaje el pasado 24 de octubre, un día en que todos celebraron la suerte de compartir amistad con este comprometido y entrañable vecino cuya bondad, subrayan todos, es digna de Gorrión.
Este año también se distinguirá con este emblema, que como de costumbre se entregará tras el pregón de las fiestas, a Hermanos Toro, por su aportación al Festival de Rock del Zaidín, a la Fundación Mas y el Banco de Alimentos, por la ayuda que prestan a los más desfavorecidos del barrio al colaborar con el centro de reparto de alimentos; y a la Cafetería Desi, por sus desayunos solidarios a beneficio de Cruz Roja.
Antonio Merino es una gran persona, está lleno de altruismo y bondad. Un premio más que merecido, este y muchos más. Hasta que su vista se lo ha permitido ha trabajado incansablemente por los demás de manera voluntaria, como una hormiguita valiente, sin ningún afán de protagonismo. Su ejemplo de apoyo a la juventud, su humildad, debería calar en todos y cada uno de sus compañeros de asociación, que necesitan menos adorno en palabras y más hechos de corazón, sin color político. ¡Grande Antonio Merino!
Justi