«En el Zaidín Vergeles tenemos de todo». El eslogan, impreso en un cartel sobre el fondo rojo de una bolsa, cuelga en la mayoría de los escaparates del distrito animando a los vecinos a «comprar en su barrio y en sus tiendas».
La iniciativa, con la que se busca apoyar al pequeño comercio, ha surgido de varios colectivos que, ante la asfixia que sufren los negocios tradicionales del barrio, han decidido aunar esfuerzos con idea de «fomentar un consumo más local y de proximidad», cuenta María Campos, trabajadora social de Granada Acoge, una de las asociaciones impulsoras del proyecto, junto al centro sociocultural, la Red de Mujeres, Mujeres Alhalba o la asociación de vecinos Zaidín Vergeles.
Nace así una campaña que, pese a arrancar en Navidad con más de 400 carteles y otros cientos de pines distribuidos en el distrito, busca mantenerse y renovarse en el tiempo para sensibilizar de la necesidad de apostar por otro consumo posible. «Para construir una economía diferente que permita salir del agujero en el que estamos sumidos es necesario apoyar otro tipo de consumo más responsable y sensibilizado con el pequeño comercio», señala Campos, consciente de que detrás del mostrador de los negocios de toda la vida se encuentra «una familia, empleo estable», además de una «atención cercana» y un comercio «más ético y sostenible que el de las grandes superficies».

Pepe Jaldo, presidente de la asociación de comerciantes Zaidín Vergeles, junto a uno de los carteles de la campaña.
Mientras el cierre de persianas comerciales alarga la cola del paro, las que se abren suponen un intento de autoempleo en una sociedad con pocas alternativas laborales, incide la trabajadora social para la que, pese a la «existencia de una cultura empresarial» en el Zaidín, queda frustrada en muchos casos por falta de apoyo institucional. «¿Quién compite con los grandes cuando pueden permitirse tirar los precios precarizando las condiciones laborales, por ejemplo?», plantea Campos. De ahí la importancia de que el tejido social de los barrios respalde los establecimientos tradicionales. En el caso de Granada Acoge, decidió implicarse en la campaña ante la importante cultura emprendedora entre la población inmigrante del barrio, que ha impulsado carnicerías halal, peluquerías y otro tipo de comercios que «ya forman parte de la cotidianidad del Zaidín».
Y es que la visible interculturalidad del distrito ha echado raíces con la apertura de establecimientos regentados por vecinos de distintos países, se alegra el Pepe Jaldo, presidente de la asociación de comerciantes Zaidín Vergeles, Según advierte, en el barrio existe una generalizada y arraigada cultura empresarial que ha traído nuevas aperturas tras los cierres de comercios víctimas de la crisis. «En algunos casos son los nietos de comerciantes zaidineros de toda la vida los que cogen ahora el testigo», detalla.
El problema radica en que, aunque muchos zaidineros acostumbran a realizar sus compras en el barrio, «existe un 50% de paro del distrito, con lo que las posibilidades de consumo son reducidas», reconoce. Además el pequeño comercio del Zaidín no solo se enfrenta a la crisis. La dilación de las obras del Parque Tecnológico de la Salud, sumada a las del metro y el «laberíntico acceso actual» a su principal vía comercial, la avenida de Dílar, han abocado a muchos establecimientos al cierre. «Entre un 25% y un 30% ha sucumbido ante la difícil situación. En su lugar han abierto otros, pero la mayoría no sobrevive al primer año», se entristece.
La supervivencia de los que resisten queda en la cuerda floja ante la «desigualdad de condiciones para competir libremente» con centros comerciales como el Serrallo Plaza y, en un futuro, con el Nevada, cuya apertura es inminente. Ante este incierto horizonte Jaldo insiste en la necesidad de crear el vial de acceso directo a la comercial avenida. Aboga, además, por desempolvar el proyecto de centro comercial abierto para el barrio.
“¿Quién compite con los grandes cuando pueden permitirse tirar los precios precarizando las condiciones laborales, por ejemplo?”
Su opinión es compartida y generalizada entre los comerciantes del barrio, confirman Sergio Tomás y Gemma López, que regentan la zapatería Pa&Se. Ambos lamentan el efecto disuasorio que genera la actual entrada por cinco rotondas, un «complicado acceso» que ha eliminado de su ecuación a la clientela del sur metropolitano, antes asidua a comprar en el barrio, donde cuentan «con muy buenos productos y ofertas competitivas», subrayan.
A la espera de que el «problema de fondo» se resuelva, las asociación de comerciantes se muestra muy agradecida por la campaña de apoyo impulsada por los colectivos. Una iniciativa a la que también se ha sumado y que trata de concienciar de la importancia de salvar al pequeño comercio. Porque «en nuestras manos está donde y qué consumimos», defiende Granada Acoge.
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