Las artes escénicas como salida laboral

La Escuela Pública de Formación Cultural de Andalucía, con una de sus sedes en el Rey Chico, en el Albaicín, ofrece cursos en artes escénicas que garantizan una salida laboral. El porcentaje de personas que encuentran empleo es superior al 50% y en algunos cursos llega al 73%.

Escuela artes escénicas, Rey Chico, Albaicín

Alumnos en el plató de un curso de iluminación.

“En época de crisis, la imaginación se desborda”, asegura Ramón Aparicio Valdivieso, coordinador de la Escuela Pública de Formación Cultural de Andalucía, el centro con sede en el edificio Rey Chico por donde han pasado casi 4.000 alumnos desde 2004.

Los cursos que a lo largo de estos años se están impartiendo en la escuela situada a pie de la Alhambra,  en el Albaicín –también hay sedes en Sevilla y Málaga, y se ofrece formación en el resto de provincias andaluzas- se están convirtiendo en una salida laboral para numerosos jóvenes interesados en las artes escénicas.

Los últimos datos sobre el seguimiento que se ha hecho del alumnado -de hace año y medio aproximadamente- constatan que el porcentaje de personas que encuentran empleo es superior al 50% y en algunos cursos llega al 73%, asegura Ramón Aparicio, coordinador del programa relacionado con la Escénica Técnica.

“Hay que tener en cuenta que todo espectáculo en vivo, ya sea un pase de modelo o un mitin, requiere de personal técnico. Cualquier cosa se sonoriza, todo se ilumina… Lo que ocurre es que nosotros nos centramos en la cuestión teatral porque da cohesión teórica y sobre todo ponemos el acento en la actitud”, explica.

“Los cursos los imparten por profesionales en activo. Resulta más enriquecedor que un profesor de cátedra»

Desde la escuela de formación que depende de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía se programan durante el año cursos dirigidos a técnicos de espectáculos en vivo, actores y de dirección escénica, y aquellos a los que le interesa la gestión cultural.

La vertiente artística de la escuela de formación está coordinada por Magdalena Úbeda, quien destaca que son cursos de primer nivel, mucho más económicos que los que ofrecen las academias privadas y, en muchos casos, con descuentos de hasta un 20% para estudiantes, licenciados en Arte Dramático y desempleados. En la programación se incluyen aulas permanentes de dirección escénica, corporal e interpretación; y cursos -entre otros- de cabaret y teatro musical, clown y mimo.  La formación se completa con otros cursos que tienen que ver con el engranaje técnico como es la sonorización, vestuario, iluminación y escenografía.

“Se imparten por profesionales en activo que trasladan al alumnado situaciones reales a las que tiene que hacer frente en su trabajo, su propia experiencia… Creemos que es mucho más enriquecedor que el típico profesor que se apoltrona en la cátedra. Por lo general es gente que tiene sus bolos y que se pone al día en el tajo”, comenta Ramón.

Reciclaje y crisis

La escuela también se preocupa por el reciclaje de los profesionales en activo. La incorporación de las nuevas tecnologías ha obligado a adaptarse a los nuevos tiempos. En un reciente foro de trabajo celebrado en Barcelona se han analizado tanto los efectos de la crisis como la introducción de las nuevas tecnologías en el sector. “Muchas compañías en lugar de llevar tres personas, echan mano de un técnico multiusos para la escenografía y el montaje, donde antes se necesitaban tres personas ahora lo hace una con una máquina”.

La situación en el sector de las artes escénicas se han complicado aún más con el incremento del tipo impositivo del IVA cultural al 21%. En la práctica ha supuesto una pérdida de 20.000 puestos de trabajo en toda España, según la estimación que se hace dentro del sector cultural.

“Disponemos de salas bien dotadas que a veces carecen de un programación por falta de dinero”

“Todo ello va en detrimento de la calidad y de la competitividad. Antes nuestras compañías tenían reconocimiento en Europa y ahora competir es más difícil. La espectacularidad decae y nos conformamos con comprar patentes de espectáculos”, advierte.

Las taquillas de las salas lo están notando, problema que sólo puede contrarrestarse con una programación de calidad como la que ofrece –según Aparicio- el Teatro Alhambra, “con una ocupación que ronda el 85%”. Elogia también el modelo de autogestión de salas como El Apeadero o La Expositiva que sobreviven con actividades más que dignas, pero lamenta que, «pese a contar en este momento con grandes contenedores culturales bien dotados, sea imposible por falta de dinero una programación de mayor calidad”, opina Ramón.

Colaboración e intercambio

A la espera de vientos más favorables, la escuela de formación mantiene su actividad formativa y su colaboración en proyectos escénicos para dar respuesta a las nuevas exigencias del sector.

Se ha convertido en un espacio de intercambio para los profesionales de la cultura en Andalucía, y en un punto de encuentro o colaboración con las comunidades en riesgo de exclusión.

“No podemos olvidar que somos un servicio público con una vertiente social. Incluso a veces salvamos vidas»

Magdalena Úbeda conserva un grato recuerdo de la respuesta de los alumnos con problemas de adaptación que se interesaron por el proyecto escénico del outsider inglés Edward Bond, a cargo del grupo Patio Bondiano, que les invitaba a participar y reflexionar. O la experiencia que se puso en marcha con la compañía Vínculados, creada para la formación en danza de adolescentes sin y con discapacidades psíquicas.

“No podemos olvidar que somos un servicio público con una vertiente social”, sostiene Magdalena Úbeda. “En la medida de nuestras posibilidades tratamos de llegar a los que tienen menos posibilidades. Incluso a veces logramos salvar alguna vida con este trabajo”.

(10-3-2014)

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