Opinión

El otoño deshoja colapsado

José Antonio Fernández
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Psicólogo, analista de datos, apasionado por Granada y su historia. Vecino de Albayda y autor del blog El jardín del albaydero.

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Granada es una ciudad apasionada, su leyenda pervive gracias a sus célebres prodigios. Aunque en ocasiones también, a falsos mitos propagados entre la ciudadanía. Uno de los más recientes es la imagen de prosperidad que Granada iba a proyectar tras la implantación de la nueva red de transporte público. De la noche a la mañana, la ciudad se iba a convertir, sin ir más lejos, en el Hannover del Sur de Europa. Y la realidad es que desde su puesta en funcionamiento, el nuevo modelo radial de autobuses lo único que ha conseguido es no dar tregua al ciudadano.

Las corrosivas críticas que circularon por las redes sociales a finales del mes de julio, fueron interpretadas como un fenómeno aislado de frustración social. Un enfado originado por el cambio de hábitos impuesto. Algo pasajero que mejoraría cuando la LAC hubiera dejado de ser gratuita y estuviera funcionando a pleno rendimiento. Parece no ser así, pero esta argucia técnica permitió a las autoridades ganar tiempo y aplazar las controversias hasta el otoño.

Las corrosivas críticas que circularon por las redes sociales fueron interpretadas como un fenómeno aislado de frustración social

Por tanto, octubre se presenta clarificador. Entre otras cosas, porque permitirá arrojar algo de luz sobre si aquellas quejas estivales corresponden con la realidad o eran una mera ficción política para desgastar al adversario. Pero también, porque va a poner de manifiesto si las autoridades tienen voluntad suficiente para subsanar las incomodidades que a diario sufren muchos pasajeros.

A nadie se le escapa que el gobierno local será el máximo responsable de haber fabricado unas expectativas irreales respecto al cambio cualitativo que supondría la implantación de la LAC. Ahora bien, el Ayuntamiento de Granada no debería pretender vivir ajeno a los efectos sociales y demoscópicos que podrían derivarse de una deficiente implantación del Plan de Movilidad en los barrios periféricos.

Es evidente que la LAC es un símbolo indiscutible de modernidad y progreso. Pero mal aplicada, también puede instituirse en un mecanismo eficaz de segregación social. Basta pararse a pensar un momento en que el comentario más repetido a lo largo del verano era que «los nuevos autobuses sólo mejoran la imagen del centro de la ciudad». Si esa es la idea que ha calado entre la ciudadanía, está claro que el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Granada no puede asimilarse a un beneficio común. Más bien al contrario, sólo al beneficio exclusivo de unos pocos.

Así, mientras los vecinos de la zona Norte están obligados a padecer las numerosas inclemencias que generan los trasbordos y retrasos que originan los atascos que existen hasta llegar su destino; los residentes del eje de la Gran Vía al Palacio de Congresos viven completamente ajenos a todos estos males. Disfrutan de una permanente inmediatez para trasladarse de un punto a otro dentro de la ciudad. Algo que a todas luces podría parecer injusto a otros barrios.

El Plan de Movilidad Urbana ha contribuido a desequilibrar las comunicaciones en la ciudad

Por esa razón, a nadie debería causar estupor la ya tan manida frase de que «la LAC no deja indiferente a nadie». Entre otras cosas, porque el Plan de Movilidad Urbana ha contribuido principalmente a desequilibrar las comunicaciones en la ciudad. Crea lo que podríamos denominar zonas de movilidad confortable y áreas donde el transporte urbano adolece de la versatilidad suficiente para prestar un servicio público adecuado a las necesidades de sus usuarios.

Y si el objetivo era disminuir las emisiones contaminantes, esto bien podrían haberse logrado sustituyendo parte de la flota convencional con autobuses híbridos. Y en ningún caso, adquiriendo unos costosísimos vehículos importados de Alemania que, aparte de caros, sólo sirven para circular por la Gran Vía.

Desde ese punto de vista, es normal que a buena parte de los granadinos estos «engendros mecánicos» les parezcan poco menos que un capricho superfluo. Un lujoso abalorio urbano cuyo objetivo, único y exclusivo, es revalorizar el centro de la capital.

Tal como está configurada la nueva red de transporte urbano, sólo sirve para encorsetar al usuario del barrio periférico

Ahora bien, además de adornar Reyes Católicos con unos mastodontes, a las autoridades locales debería preocuparles también que barrios como Joaquina Eguaras, Almanjayar, Rey Badis, La Paz, Casería de Montijo, o Cartuja hayan visto significativamente aumentada la distancia que les separa de la capital. Distancia que no sólo debemos medir en metros de recorrido, sino también en comodidad y rapidez del servicio de transporte público que, a fin de cuentas, debe ofrecer las mismas prestaciones a todos.

Tal como está configurada la nueva red de transporte urbano, sólo sirve para encorsetar al usuario del barrio periférico. Coarta su libertad de movimientos y, por tanto, le aleja más aún de la capital.

Las innumerables quejas vecinales que a diario aparecen en la sección de Cartas al Director, hacen presagiar que la reacción política y, posiblemente, social estén aún por llegar. El inicio de la vida académica e institucional puede ser el interludio entre el caos circulatorio y el desastre electoral que finalmente acarreará la LAC en las urnas. Y es que, al Gobierno Local no debería olvidársele que los barrios periféricos también votan. Que son, aunque haya quien no quiera verlo así, una parte tan relevante de Granada como lo es el centro de su capital.

Me gustaría afirmar que existe cierta voluntad política de aplicar medidas eficientes que palíen el rechazo de la población al Plan de Movilidad. Pero, no es así. El municipio no piensa rectificar ni un ápice su idea inicial. Esto sugiere que va a continuar empeñado en segregar a los granadinos con un transporte público periférico que atesora notables carencias. O lo que es igual, va a asumir el riesgo de zanjar la cuestión por la vía rápida del «eso es lo que hay». En tan sólo unos meses, veremos que imprevistos puede ocasionarles esta decisión en los comicios de mayo. Hasta entonces sólo queda esperar.

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