Taller de Teatro en la parroquia Jesús Obrero de Almanjáyar.
De ocho de la mañana a ocho de la tarde. Un grupo de menores de Almanjáyar pasa estas vacaciones en las instalaciones de la parroquia de Jesús Obrero, en el barrio de Almanjáyar. Se trata, según explica el párroco, Juan Carlos Carrión, de ofrecer una alternativa educativa a la calle, una especie de escuela de verano donde además del refuerzo escolar se potencian habilidades sociales. De paso, una solución para esas madres que en tiempos difíciles sostienen la economía familiar y pasan el día entero trabajando.
Esta escuela de verano forma parte de uno de los programas de Almanjáyar en Familia, asociación surgida en el seno de la parroquia y que pretende colaborar en la transformación del barrio «desde el empoderamiento de las personas». De hecho, muchos de los monitores son jóvenes del barrio, explica Carrión.
«No queremos crear personas dependientes del sistema», asegura el párroco y explica que «aunque sea simbólica» a las familias se les pide una pequeña aportación económica. Curiosamente son los donativos y no las subvenciones los que sostienen gran parte de estos programas, asegura Carrión. «Mantener abierto el centro cuesta unos 7.000 euros mensuales y no lo podríamos hacer sin esos donativos», abunda.
Chapuzones en la piscina del barrio, visita a Aquola, talleres de teatro, música africana, defensa personal… El verano está siendo muy completo para estos niños de Almanjáyar a los que Eva intentaba motivar a través de ejercicios teatrales. «Lo que pretendemos es desarrollar su creatividad y que aprendan a escucharse», explica la monitora, que plantea a los pequeños ejercicios de conflicto y resolución en los que, inevitablemente, aflora parte de la realidad del barrio, una realidad que desde Almanjáyar en Familia intentan cambiar «con la implicación de los vecinos y la pasión por el barrio».
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