Opinión

Transparente escaparate político

Álvaro Calleja
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Periodista con residencia en el barrio del Albaicín. Formo parte de Giro Comunicación S. Coop. And. También en

Muchos municipios han creado una concejalía de Transparencia, entre ellos el de Granada.

Muchos municipios han creado una concejalía de Transparencia, entre ellos el de Granada.

Pocas cosas más opacas como la propia transparencia en boca de los representantes de los partidos políticos. Pocos términos tan prostituidos en los últimos tiempos como la transparencia en manos del poder.

Se nos traslada a diario que la apertura de ventanas y puertas va en serio, que el hermetismo es del pasado, que toda la información estará al alcance del ciudadano y que éste va a fiscalizar cada una de las acciones de gobierno olisqueando entre archivos y bases de datos que estaban bajo llave.

Portales y más portales de transparencia se abren camino entre los laberintos del poder para desvelar sus secretos mejor guardados. Eso nos dicen.

La última ocurrencia ha sido crear una concejalía de Transparencia para eliminar el olor a cerrado y sacristía de las dependencias del Consistorio granadino. La idea se la atribuye el recién llegado Luis Salvador, el portavoz de Ciudadanos que ha conseguido en unos días más concesiones que el resto de la oposición en doce años; pero el que se encargará de ventilar la tufarada de las bajantes será Sebastián Pérez. La persona que relevará a José Torres Hurtado en la alcaldía es desde ayer concejal de Presidencia, Transparencia y Contratación, un área esta última que no sabemos si casa muy bien con la política diáfana.

Sebastián Pérez puede alardear, si lo considera necesario, de presidir en los últimos cuatro años la institución provincial más transparente de Andalucía, según la Organización Transparencia Internacional España, la misma que suspende al Ayuntamiento de Granada por opaco y lo retrotrae a los peores tiempos del oscurantismo.

Tampoco hay tantas luces en la institución provincial como nos quieren hacer ver, hay operaciones con proveedores y contratistas que se han blindado durante el último mandato y mucha propaganda que no sabemos lo que nos ha costado.

Tanto o más de lo mismo ocurre con la Junta de Andalucía. A los pocos días de las elecciones autonómicas se presentó el portal de transparencia lleno de humo. Ahí sigue tres meses después, con casi todas las páginas en construcción, incluida la información económica y presupuestaria, y las retribuciones y declaraciones de bienes de altos cargos que muy posiblemente se den a conocer en los próximos días.

Le faltó tiempo a Susana Díaz para hacer pública la semana pasada su declaración de la renta y la de su marido en un gesto más para salvar su imagen al que, por otro lado, obliga la  Ley de Transparencia, una de esas normas elaboradas con urgencia para salir al paso de tanta podredumbre y corrupción. Aunque se quiera revestir el gesto de la presidenta con una patina de pureza, la publicación de los bienes y patrimonio de los altos cargos es de obligado cumplimiento en su toma de posesión y al acabar su mandato.

Y como hay mucho seguidor de Maquiavelo, nada mejor que una de sus frases para explicar el fuego de artificio en el que se ha convertido la política: “Pocos ven lo que somos pero todos ven lo que aparentamos”.

Ni se presume de transparencia ni se predica con ella. Lo razonable es que los gobernantes la pongan en práctica y que se extienda el ejemplo a los partidos políticos y, por qué no, también a los medios de comunicación que en definitiva reciben fondos públicos de las distintas administraciones, aunque ello suponga desvelar las servidumbres del oficio.

Comentarios en este artículo

  1. Chapeau!!!!!!!!!!!!!

    Juan Ignacio

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