Es sabido que la Universidad de Granada (UGR) está entre las más solicitadas por los estudiantes del programa Erasmus, pero ellos no son los únicos extranjeros que estudian en la ciudad. Muchos de los estudiantes americanos que vienen a Granada para estudiar español no se inscriben directamente en las facultades, sino en el Centro de Lenguas Modernas (CLM), ubicado en la Placeta del Hospicio Viejo del Realejo. Sin embargo, aunque este entorno ofrece una instrucción intensiva de gramática y lenguaje castellanos, a los alumnos les falta integrarse más en la vida granadina y española.
Javier José León es un profesor que enseña en el CLM desde 2002 y antes lo hizo en el Bennington College de Estados Unidos y en la Universidad de Leeds del Reino Unido. Testifica que el ambiente del CLM es diferente al de las facultades, donde los estudiantes Erasmus se integran más o menos como los demás. En su opinión, en el CLM, “no se produce mucha interacción entre los alumnos españoles y los de Estados Unidos. ¿De quién es la culpa? No es algo en lo que los profesores puedan intervenir. Es asunto de los estudiantes el buscar otros estudiantes.” Jaquelina Uribe, una dominicana-americana de Connecticut que asiste este semestre al CLM, coincide con León en que en el centro “falta esta conexión con españoles”. Asegura que durante su tiempo en Granada ha conocido y se ha hecho amiga de algunos, pero por otras vías.
Es fácil ver la socialización como un problema frívolo, pero Rocío González, una jienense y estudiante del Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia que ha recibido clases en el CLM, subraya la importancia de aprender fuera del aula. “Voy a clase, abro un libro, leo un texto… Es una experiencia muy pequeña que tu inglés dependa sólo de un libro». Comenta también que los intercambios de idiomas que organiza el CLM pueden ser beneficiosos, pero no siempre. “Ellos tienen tu número y te dan el número de otra persona y puede ser que te lleves bien con esa persona o que no… Yo sí que aprendí mucho así, pero es algo aleatorio”.
La experiencia inversa
Víctor Marín, un granadino de Gran Capitán que se matriculó este año en Oporto (Portugal) explica que los estudiantes Erasmus, como él, se enfrentan a retos similares. Tiene siete compañeros de piso, todos del programa Erasmus. Si no compartiera sus asignaturas con ellos, Víctor imagina que no tendría mucha oportunidad de interactuar con portugueses.
Sin duda, independientemente de dónde se inscriba, un estudiante que pase un semestre en Granada seguramente va a llegar a un conocimiento superior de la cultura española. Pese a circunstancias específicas o sistémicas, los que hagan un esfuerzo mayor se beneficiarán más de sus experiencias. Rocío reconoce que pasar los dos últimos veranos en la ciudad de Nueva York le ayudó a mejorar su inglés más que estudiando las asignaturas. “Realmente aprendí a hablar inglés cuando me fui a Estados Unidos, cuando yo tenía hambre y tenía que decir: ‘¡Tengo hambre!’. Tuve mucha suerte, porque una de mis compañeras de piso era americana y no hablaba nada de español.”
(22/13/2013)
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Podrían organizar actividades conjuntas para que existan más oportunidades de conocerse entre ellos. Rutas turísticas por la ciudad, senderismo, o que los alumnos propongan actividades conjuntas entre todas… no sé, ideas…
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