
Protesta vecinal en Casería de Montijo contra los cortes de luz. Foto y vídeo: Lucía Rivas
Un andaluz afincado en Madrid colgó en sus redes días atrás unas bucólicas imágenes de su barrio cubierto bajo un manto nevado. Pero más acertado fue aún su comentario, en el que venía a decir que eso de la nieve era muy bonito siempre que te pille en tu casa, con calefacción y con la nevera llena.
En Casería de Montijo, un barrio del distrito Norte de Granada donde están censados casi 3.000 vecinos, no tienen la suerte de ese andaluz afincado en Madrid que grababa con su móvil. Las últimas noches las han pasado a cinco grados bajo cero y sin luz. Endesa, la empresa suministradora, la viene cortando «un día sí y otro también» en la barriada, un asunto del que ya informó GranadaiMedia.
Las consecuencias son fáciles de contar y difíciles de vivir: niños que se van a la cama en cuanto anochece (o sea, antes de las siete de la tarde) para no pasar frío; otros, más mayores, que se quedan haciendo los deberes a la luz de las velas; personas mayores dependientes que no pueden contar con la máquina que les ayuda a vivir porque ésta depende de la electricidad; duchas frías o, con suerte, con agua medio templada porque antes se ha podido calentar en cazos, frigoríficos que tampoco funcionan, como dejan de hacerlo también las teles que sirven de compañía a ancianos que viven solos… Las consecuencias son innumerables. Y tristísimas.
Protesta en la calle
Este miércoles 13 de enero, los vecinos han salido a la calle a decir basta. Mañana volverán a hacerlo y es deseable que lo hagan en mayor número, porque lo cierto es que la convocatoria no ha tenido una repercusión acorde con los argumentos que se defendían: en la plaza ubicada junto a la iglesia del barrio se congregaron poco más de cien personas. Los que no fueron, sus razones tendrán. Y eso incluye, en el caso de algunos, el miedo. El miedo es libre, dicen. Allí muchos saben que hay enganches ilegales y que los responsables son personas que utilizan lo que deberían ser casas para cultivar marihuana.
Pero los convocados tienen claro que en esta guerra, porque así se puede llamar a lo que ocurre, están pagando justos por pecadores. Por poner un ejemplo bien cercano, aseguran que la luz se va casi a diario en todos los edificios que rodean la plaza pese a que todos los residentes pagan religiosamente sus recibos. Y los cortes no duran un ratito; hay días que se prolongan durante veinte horas seguidas.
«Así no se puede vivir, esto es una injusticia», clama Clemente Arco, presidente de la Asociación de Vecinos de Casería de Montijo, que culpa a Endesa de no ofrecer soluciones. «Ya es que ni nos contestan», subraya el dirigente vecinal, que rechaza de plano que, al menos en su barrio, las continuas interrupciones del suministro tengan nada que ver con el cultivo de droga. «Aquí eso no ocurre y lo cierto es que Endesa no ha invertido absolutamente nada en los 48 años que llevan en pie estas casas», ha enfatizado.
«Sin luz no se puede vivir»
En la concentración ha participado activamente Manuel Martín, Defensor de la Ciudadanía de Granada, que ha sido igual de gráfico o más: «Si luz no hay salud ni hay vida. Esto es un problema muy grave que va de mal en peor y yo no digo que esté muriendo gente por culpa de los cortes, pero indirectamente sí que están influyendo. Esta situación va a matar a personas y va a acabar con el barrio», resalta el defensor, que ha recordado que en la Zona Norte se están vulnerando «hasta siete derechos humanos», incluyendo el del voto, porque en las últimas elecciones allí «se votó a oscuras». El problema, ha añadido, ya lo conoce la ONU, que ha solicitado un informe para certificar la gravedad de los hechos.
El protagonismo, en casos así, debe recaer en los vecinos, que son los que están allí todos los días. Susana Espinosa es una de ellas y ha ejercido de portavoz para calificar lo que viven como «tercermundista» y lamentar que periódicamente el problema se difunda para que al cabo de unos días los vecinos «volvamos a la oscuridad y el frío».
«Endesa no cumple con su parte del trato, eso es todo. Nosotros pagamos nuestros recibos y ellos no nos dan la luz», ha dicho Espinosa, que en el manifiesto que ha leído durante el acto ha preguntado qué pasaría si sucediera lo contrario y ha contestado de manera contundente: «Si la gente no pagara, le cortarían la luz. Nosotros la pagamos, y además cada vez más cara, y también nos la cortan». Esa «injusticia», ha concluido, podría terminarse si las administraciones «obligaran» a la compañía a cumplir el contrato.

Susana Espinosa, escoltada por el presidente de la asociación de vecinos, Clemente Arco, y el defensor de la ciudadanía, Manuel Martín. Foto: Lucía Rivas
Vecinos de a pie se desahogan
Charo Girón es otra de las vecinas afectadas. Vive con su hija, que está enferma. Ella también lo estuvo, por culpa del maldito coronavirus, y permaneció en su casa tres meses «solita y sin luz». Duerme a oscuras (iluminada sólo con un Gusiluz en su habitación) y tapada con todas las mantas que puede, pero aun así asegura que pasa las noches «helaíca de frío» y sin posibilidad de conectarse a la máquina de apnea del sueño. Además de todo eso, llegó a tener cuarenta de fiebre y los soportó en casa «llorando». Le habría gustado, dice, que los Reyes Magos le hubieran traído lo que pidió. «Yo les pedí que volviera la luz», remata.
María del Carmen Fernández afirma que la luz se va en su casa «un día sí y otro no», que la interrupción dura «el tiempo que ellos quieren» y que si llama a Endesa, después de tres cuartos de hora de espera hasta que le cogen el teléfono, le aseguran que el suministro regresará «en una hora o dos». Cosa que por supuesto casi nunca ocurre. El último apagón se prolongó durante veinte horas.
En su casa viven nietos que se duchan en agua fría, calentada a duras penas con una hornilla. Cocina con gas, pero sabe de vecinos que tienen vitrocerámica «y no pueden ni calentar los biberones de sus hijos», explica la vecina, que sabe que en la barriada «hay enganches de luz ilegales», pero entiende que los que abonan sus recibos «no tenemos que pagar la culpa de eso. Que los responsables hagan lo que tengan que hacer y averigüen lo que haga falta, pero yo no tengo que sufrir el estar a cinco grados bajo cero sin estufa, sin poder encender nada, con niños pequeños a los que les puede pasar algo de noche, alumbrándonos con velas…», enumera.
Algunos políticos también se han sumado al acto. Fundamentalmente de Podemos, PSOE e IU. El coordinador regional de esta última formación y portavoz de Adelante, Toni Valero, ha dicho que el problema no es coyuntural sino «estructural y de país» y ha acusado a Endesa, una empresa privatizada, de comportarse «como una pirata» y de incumplir su función social. «Prefiere aplicar criterios de rentabilidad y no invertir en instalaciones eléctricas en muchos barrios», ha añadido.
Endesa, sobre los cortes de Norte y la defraudación de fluído eléctrico
Un informe reciente de la Fundación Empresa, Seguridad y Sociedad, que tiene a Endesa dentro de sus patronos, indica que «la mayor parte del fraude de fluido eléctrico lo realizan empresas y grandes consumidores domésticos cuyo objetivo es no pagar la totalidad de la energía consumida».
El informe se hace eco de la problemática del distrito Norte de Granada, que la compañía siempre achaca al cultivo de invernaderos indoor de marihuana.
Según datos que aporta la eléctrica, en 2020 invirtió 3 millones de euros en Norte para intentar evitar los problemas de suministro en el distrito Norte de Granada. Pero el presidente de la asociación de vecinos de Casería Montijo asegura que Endesa «no ha invertido ni un euro en los 48 años que tiene el barrio».
Esta semana el alcalde de Granada, Luis Salvador, ha solicitado «de manera urgente» a Subdelegación del Gobierno la convocatoria de la Mesa por la Zona Norte y ha recordado que «desde el inicio de su mandato, los apagones en la zona Norte han sido una de sus máximas preocupaciones». Atribuye a su «espíritu de colaboración» la instalación por parte de la compañía eléctrica «de cuatro nuevos centros de transformación para paliar la saturación de las redes que se registraban en la zona y multiplicar así la potencia energética».
Es la dinámica habitual con el problema de suministro eléctrico de Norte. Ya lo advertía el Defensor de la Ciudadanía de Granada en su carta urgente del pasado domingo: «Si lo que se está haciendo no da resultados, habrá que buscar nuevas soluciones».
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