«Dejadez y abandono». Ambas palabras resumen, según los vecinos de Cuesta de la Plata, la situación de esta calle, «en peligro de precipitarse al vacío». Residentes de la zona y la propia asociación de vecinos Bola de Oro alertan del «riesgo de derrumbe» que sufre el vial, un problema que ya han denunciado en varias juntas de distrito de Genil sin que, de momento, se haya actuado en consecuencia.
La «inseguridad» de la cuesta, que amenaza con transformarse en la manzana de Newton, aunque en este caso sin originar eureka alguno, sino «una desgracia» -temen los afectados- se debe a que parte de su trazado se corta por la mitad, situando su límite al borde de un barranco con más de cinco metros de altura. Ha sido el propietario del solar contiguo quien ha vallado personalmente el perímetro de la calle para evitar que algún viandante sufriera un accidente y cayera por el precipicio, cuenta.
«El problema es que el barranco va perdiendo terreno, con lo que la calle se queda sin base de apoyo. Una parte del vial ya está sobre un socavón», señala el presidente de la asociación de vecinos de Bola de Oro, José Luis Uribe, para el que este problema tiene una fácil solución: «que ensanchen el vial con un muro de contención para que coincida con el resto de su trazado, ya que actualmente tiene metro y medio cuando debería medir el doble», solicita.
De este modo se atajaría el peligro de la zona, donde también se muestran preocupados porque alguien pueda sufrir un accidente. «Aquí suelen concentrarse adolescentes del instituto cercano y me asusta que alguno se despeñe por la ladera mientras juegan», cuenta un profesor retirado, vecino de la Cuesta.
Más allá de este peligro, los residentes de la calle dicen sentirse «discriminados» por la administración local. «La situación de la zona es tercermundista», describen, en alusión a su «olvido». «Aquí limpian muy de vez en cuando. Los propios vecinos nos encargamos de barrer nuestro roalillo», lamentan. A la «suciedad» se suman las «continuas subidas y bajadas de tensión» por las que han perdido «más de un aparato eléctrico», se quejan los residentes, también perjudicados porque una valla fija corta el vial impidiendo su acceso en coche, precisamente para evitar que se circule por el tramo al borde del precipicio, detallan.
En el vial y sus inmediaciones se hacinan, además, los «cables al aire». Su soterramiento se encuentra entre las prioridades del distrito desde 2013. «Este año también se ha incluido en los presupuestos, pero desconocemos cuando arrancarán las obras», señala Uribe, sorprendido de que no se haya previsto el arreglo del vial, muy demandado por los vecinos y el propio colectivo. «En el pleno donde presentaron las cuentas municipales aseguraron desconocer el problema. Tras la reunión Juan Antonio Mérida [concejal de Mantenimiento] se comprometió a visitar la zona para buscar una posible solución», indicó el representante vecinal, para el que la Bola de Oro baja, mucho más cuidada, contrasta con la de la parte alta, «marginada» hoy día.
Este «abandono» poco ayuda a la venta en la zona, «perjudicada al margen de la crisis» por su presencia, recriminan los vecinos. De hecho, para el propietario del solar donde se estrecha la calle ha sido «imposible» venderlo, pese a que lleva intentándolo desde que hace más de cinco años se quedó parado, refiere.
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