
Concentración de vecinas y vecinos en defensa del Parque Zen. Fotos y vídeo: Lucía Rivas
Exagerando un poco, podría decirse que en el Realejo no se habla de otra cosa. Carteles en las calles y también en algunos comercios, exhortaciones en las redes sociales de la Asociación por un Realejo Habitable y de la Asociación de Amigos del Parque Zen, esta última creada para la ocasión, apoyo explícito de la Asociación de Vecinos del Realejo, concentraciones, asambleas…
Esta unión, no tan inusual en un barrio que conserva su esencia, se genera como rechazo al previsible cambio de uso del que tiene como nombre oficioso Parque Zen, para su inclusión en el Cuarto Real de Santo Domingo. Se trata de una decisión anunciada por el Ayuntamiento de Granada y foco de polémica por dos motivos: uno, porque, de llevarse a cabo el proyecto, los vecinos temen que se cierre el acceso desde la calle Paco Seco de Lucena y que haya que entrar por la entrada principal del Cuarto Real, en la Plaza de los Campos. Y otro, que les gusta aún menos, que ahora mismo el acceso al recinto no es gratuito excepto los domingos. Dicho de otra forma, que el parque dejaría de ser público.
Siempre conviene contextualizar. Y en este caso concreto, decir de entrada que lo que ahora se avisa tiene que ver con la lentitud que se hacen las cosas, así en general y desde luego en Granada en particular. En 1990, el Ayuntamiento compró a sus anteriores propietarios toda la finca, lo que quiere decir el palacio nazarí que contiene la impresionante Qubba y los jardines y huertas contiguos.
Treinta años de historia
Alejandro Corral, presidente de la Asociación de Vecinos del Realejo, comenta que la primera intención del organismo público fue edificar en toda esa finca, respetando únicamente el antiguo palacio. El proyecto se vino abajo en los años noventa, cuando prevaleció la idea de conservar ese entorno por su alto valor arqueológico y patrimonial. Lo malo es que para entonces ya se había construido en un trozo, ahora irrecuperable.
Los años fueron pasando, el Cuarto Real no se arreglaba y el Ayuntamiento de Granada decidió que al menos se trabajara en un fragmento del terreno, que en el año 2004 se inauguró como zona verde y de esparcimiento, por supuesto pública y gratuita. Ese sitio es el que, con el tiempo, los usuarios dieron en llamar Parque Zen.
Nueve años más tarde, el Cuarto Real por fin reabrió «y entonces fue cuando surgió la idea de unirlo con el parque», relata Alejandro Corral, que agrega que aquello no se llevó a cabo entonces y que, en la práctica, lo que sucedió fue que «el ayuntamiento se centró en el Cuarto Real y fue dejando abandonado el parque». Su deterioro se hizo patente de forma paulatina: falta de mantenimiento, escasa o casi nula vigilancia, con la consecuencia de que empezaran a producirse actos vandálicos…
Eso llevó a que, el 8 de noviembre de 2019, el parque cerrara sus puertas. Una decisión que, según manifiestan los Amigos del Parque Zen, fue ampliamente contestada, hasta el punto de que se consiguieran más de mil firmas en tiempo récord para exigir su reapertura.
Promesas por cumplir
La asociación Amigos del Parque Zen asegura en un comunicado que lo está pese a las promesas que hizo el Ayuntamiento. «El 17 de febrero de 2020, el concejal de Urbanismo, Luis González, anunció que el parque estaría arreglado a finales del verano», acusa, y añade que la edil de Participación Ciudadana, Eva Martín, se reunió con socios del colectivo y especificó incluso que había «un presupuesto habilitado para la restauración y que el parque se devolvería a la ciudadanía como sitio público». Pero ésta reapertura fue parcial. El 27 de mayo se abrió una porción (menos de la mitad) y el resto continuó cerrado a cal y canto. Así sigue.
Alejandro Corral entiende que, de todas las soluciones que se pueden adoptar respecto al conjunto patrimonial, la de privatizarlo «es la peor de todas» y deja claro que la asociación de vecinos que preside «se niega en rotundo a ese cobro, porque es una barbaridad cobrar para acceder a un espacio que lleva muchos años siendo público y porque eso sería una traición al espíritu que llevó al ayuntamiento a comprar ese terreno, que no era otra que destinarlo a zona de esparcimiento público».
Llegados a este punto, cabe preguntarse si de verdad eso de que se va a cobrar tiene visos de ser cierto o es un rumor que ha ido creciendo con el tiempo. Porque el ayuntamiento ha presentado un proyecto de reforma del conjunto monumental pero no ha especificado ese extremo. De hecho, Corral hace hincapié en que ha hablado con concejales del equipo de gobierno y que éstos le han garantizado que no se va a cobrar.
«Puede ser que todo sea una confusión creada por la Agencia Albaicín«, señala el dirigente vecinal, que apunta así al organismo municipal que gestiona tanto el Cuarto Real de Santo Domingo como la Casa de Zafra y que, por tanto, es el que cobra por entrar en el espacio monumental del Realejo. La entrada, por cierto, fue libre hasta julio de 2020.
Soluciones: todas menos cobrar

Margarita Arango, presidenta de la asociación Por un Realejo Habitable.
Corral entiende que hay varias soluciones, todas ellas preferibles a pasarse por una taquilla para ir a un parque. «Se puede dejar el parque como está y cobrar sólo por entrar en el palacio nazarí», sugiere, y matiza que, por supuesto, para evitar actos vandálicos y proteger el descanso de los vecinos, se debería fijar «un horario razonable» para su funcionamiento.
«De todo podemos hablar. De si el cuidado y la gestión depende de la Agencia Albaicín o de otro organismo, del horario de apertura, del mantenimiento, de la vigilancia. de si se podría conectar el parque con el Cuarto Real abriendo una puerta que ahora está cerrada… De todo menos de cobrar por entrar», enfatiza.
Margarita Arango preside la Asociación Por un Realejo Habitable. Ella tiene la misma opinión que Corral, pero la expresa con más firmeza para denunciar «la mentira y la falsedad de los políticos, que nos dijeron hace sólo un año que arreglarían el parque y que la obra duraría seis meses».
«Quieren que sea para los turistas»
La activista subraya que está ocurriendo todo lo contrario. «Nos quieren quitar el parque, quieren expropiar esta zona para que sea de uso exclusivo de los turistas», afirma. Eso sería lamentable, como también «que los niños que ahora vienen ya no puedan jugar aquí, o que los ancianos que aprovechan para descansar un rato se queden sin poder hacerlo».
Arango recuerda que estuvo en una reunión con los concejales Luis González y Eva Martín en la que incluso prometieron crear dentro del Parque Zen una zona específica para los más pequeños, cosa que no ha sucedido. «Que dejen de mentir y de representar los intereses de otros y que escuchen a los que vivimos en este barrio», reivindica.
Hay, por cierto, otros usuarios de estas instalaciones que se quedarían sin ella y las consecuencias son difíciles de predecir. Se trata de los enfermos mentales a los que se presta servicio en el cercano taller ocupacional de la calle Molinos. Un colectivo con pautas muy establecidas y poco dado a cambios.
Un parque necesario para la zona

Marta Zafra pertenece a la asociación creada en defensa del Parque Zen del Realejo.
Y luego están los que llevan allí a sus perros, la mayoría respetuosos con el entorno. Una de ellas es Marta Zafra y pertenece a la Asociación de Amigos del Parque Zen, creada para defender el lugar. Opina que se trata de un sitio «necesario en un barrio pequeño con calles muy pequeñas y mucho tráfico, al que todas las personas, de todas las edades, podemos venir a pasear, a disfrutar de la naturaleza y el sol».
El problema, continúa, ha sido «que el Ayuntamiento ha ido abandonando el parque, dejando que se rompa el mobiliario, que los jardines estén descuidados, que haya basura… Esa ha sido la excusa perfecta para cerrarlo», dice.
La solución «es sencilla y consiste en dedicarle algo de tiempo en restaurar las maderas rotas y darle unos cuidados cotidianos, como en otros jardines. Que vengan periódicamente a cuidarlo y que establezcan unas normas, que por cierto ya existían. Pero lo de privatizarlo me parece absurdo y ridículo».

Alberto Sánchez, propietaria de la única librería del barrio.
Hay vecinos que no pertenecen a ningún colectivo pero igualmente dan su punto de vista. «No me sorprende mucho que quieran cerrar este espacio. Al final la lógica que mueve el mundo se basa en que quien pueda hacer las cosas, que se las pague», confiesa Alberto Sánchez, que regenta la única librería del barrio. A su juicio es «una barbaridad que no se puedan tener zonas de esparcimiento para los vecinos». En su opinión, prescindiendo del parque se transitaría por mal camino. «Así sólo se fomenta otro tipo de ocio. Se pide que vengan los turistas y que el Realejo sea un barrio abierto al turismo y no un sitio agradable donde vivir».
Nota de la redacción: GranadaiMedia ha intentado durante varios días que el Ayuntamiento de Granada se pronunciara sobre sus intenciones sobre el Parque Zen, incluso antes de la tormenta política en la que está inmerso el equipo de gobierno. Esas aclaraciones no se han producido.
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