Los habitantes de las cuevas del cerro de San Miguel saben que en cuestión de días les puede llegar una notificación de desalojo del Ayuntamiento de Granada. El gobierno municipal tiene intención de cerrar las ocho primeras cuevas de un total de cincuenta que considera de su propiedad.
La de Alicia puede ser una de ellas. Ha sido “la última en llegar” al cerro. Sólo lleva una semana y en ese tiempo se ha esmerado en ventilar y encalar una pequeña cueva sin luz ni saneamiento que le ha cedido un amigo. Es así cómo se traspasan las cuevas de unos a otros. “Es mejor que vivir en la furgoneta. Acabo de llegar de Cataluña y estoy en paro, trato de buscar un trabajo pero no es fácil”, confiesa.
Por el cerro ya circula de boca en boca la noticia del inminente desalojo. De momento, hay calma. No parece que sus habitantes se hayan organizado como ocurrió hace siete años, cuando se procedió al cierre de nueve cuevas mediante la ayuda de excavadoras, bulldozer y un despliegue inusitado de agentes de la policía para evitar las protestas que se realizaron los días previos. El argumento de las autoridades municipales sigue siendo el mismo que entonces: riesgo para la integridad de sus habitantes, insalubridad, conflictividad y molestias ocasionadas a los vecinos.
“Me ha tocado luchar con el Ayuntamiento pero también con los ocupas que accedían a mi cueva»
Paco recuerda muy bien aquel episodio porque su cueva fue una de las que enterraron pese a disponer de papeles que lo demuestran. De hecho, el pasado mes de marzo la justicia le dio la razón y tumbó el acuerdo municipal para hacerse con la propiedad de su vivienda. “Me ha tocado luchar con el Ayuntamiento pero también con los ocupas que cada dos por tres accedían a mi cueva. Desde el 2007 vivo aquí y ahora sí me respetan, incluso algunos me llaman el alcaide”, bromea mientras señala a uno de sus vecinos subsaharianos al que está echando una mano para adecentar su cueva.
A la entrada de la vivienda de Paco cuelga un letrero que dice ‘Asociación cultural: espacios libres, espacios verdes’. Es un tipo hospitalario que mantiene su hogar abierto a todo el que quiera pasar, un lugar muy acogedor que aprovecha la luz solar y que dispone incluso de dos baños. “Mi casa es sostenible, no necesito luz eléctrica. Con las placas solares aprovecho el primer rayo luz y el último, el del atardecer”.
El cerro de San Miguel, zona de protección arqueológica delimitada por la muralla nazarí, es un lugar con unas vistas privilegiadas de la ciudad y de la Alhambra, un balcón espectacular si no fuera por la degradación que ha sufrido el terreno a lo largo del tiempo. Se han abierto caminos y veredas que han alterado el paisaje, hay demasiada basura desparramada que no siempre es atribuible a sus moradores y son visibles desde la distancia las cuevas cochambrosas con toldos y lonas que afean las vistas.
Se ha escarbado tanto que en ocasiones uno se topa con restos humanos del antiguo cementerio musulmán. Paco nos señala un lugar encima de una cueva donde asegura que han aparecido cráneos de niños y restos óseos que él mismo ha fotografiado.
Asegura haber visto de todo en los 24 años que lleva acudiendo al cerro, los siete últimos residiendo. “Hace años en dicho lugar se celebraban peleas de perros y gallos”. Reconoce que el ruido de tambores que sale del “templo”, que es así como denomina a la cueva donde la comunidad subsahariana organiza los cultos -“cantos y alaridos los martes y tambores los jueves”- molesta al vecindario de buena parte del Albaicín.
Por lo demás cree que los distintos partidos que han pasado por el gobierno municipal no se han preocupado por poner en marcha un plan integral de restauración paisajística y de rehabilitación de las cuevas. “El Ayuntamiento tiene la propiedad de una parte del cerro, unos 25.000 metros cuadrados, pero ¿tiene alguna solución para el resto de vecinos que viven en cuevas que no son de titularidad municipal?”.
Juan José, estudiante gaditano: “¿Qué intereses se ocultan? ¿Quieren un trogloditismo de lujo?”
Para comprobar la propiedad de las cuevas que en su día pertenecieron al Patronato Santa Adela, el gobierno municipal ha tenido que ir casa por casa; un proceso largo y tortuoso que en ocasiones ha acabado en el juzgado con más de un revés por tratar de buscar la vía más rápida.
En el Albaicín son muchos los que están convencidos de que a los tres días de que cierren las cuevas las volverán a abrir. La mayor parte de los que están allí son jóvenes, con más o menos recursos, a los que no les parece importar renunciar al confort o la comodidad de disponer de los servicios más básicos. Lo que no quiere decir que no pinchen la luz o tomen el agua de otras cuevas sin coste alguno.
‘Parque temático’
Con la crisis económica se ha desvanecido el plan para convertir el paraje en un complejo turístico, lo que sus detractores llaman un “parque temático”. Ahora mismo no se contempla ningún cambio de uso del suelo pero no es cierto, como decía Isabel Nieto a GranadaiMedia el pasado miércoles, que nunca haya existido intención del equipo de gobierno de levantar una zona destinada al turismo.
En el avance del último PGOU se quiso modificar el uso del terreno para montar talleres de artesanía, tablaos flamencos y hasta un establecimiento hotelero acorde con el lugar.
“¿Qué intereses se ocultan expulsando a la gente? ¿Quieren un trogloditismo de lujo?”, pregunta Juan José, un joven estudiante gaditano que lleva un año residiendo en una cueva, con la luz y el agua pinchadas.
Por lo pronto, los vecinos intuyen que no se arreglará tan fácil el problema. Probablemente se traslade de sitio. Ya están alertando de la ocupación de otros parajes trogloditas a escasa distancia. Apuntan a los pinares que hay detrás de la ermita de San Miguel alto y a las cuevas que empiezan a proliferar por la ladera de la Alhambra.
Lo que sí debe tener en cuenta a la hora de proceder al desalojo es una reciente sentencia a favor de los intereses municipales donde el juez, consciente de la “problemática social” del cerro de San Miguel, advertía al Ayuntamiento de que “la eventual recuperación de las cuevas debe llevar consigo políticas públicas de apoyo a colectivos en riesgos de exclusión social”. La solución se antoja complicada.
Reportaje fotográfico: Jesús Ochando.
(28-11-2013)
me parece una vulgaridad y una tontería e inumano que tengáis que desmantelar a todas las personas que viven en esas cuevas desde prácticamente toda la vida , aunque no tengan luz y agua. Si la luz i agua están enganchadas, es porque hay muchísimas personas que no encuentran ni trabajo ni un techo donde acobijarse lo mismo que yo. por lo menos déjenos una pequeña libertad para buscarnos el cobijo mientras se encuentra algo o por lo menos que a la larga se lo podamos comprar al ayuntamiento de granada.
¡ayuntamiento interesado y no humanístico! que por todo quiere cobrar y coger dinero para luego gastarlo en otras cosas que noson tan necesarias,. Sin embargo va a por todas las personas que no tienen ni donde meterse!
Que sepan todo el mundo que esto es injusto
Además me he quedado sin trabajo y de la habitación me han hechado ¡Y ahora qué, ¿A dónde voy?! Hay veces que en situaciónes difíciles mientras no se encuentre trabajo,hay qe dejar a las personas actuar para buscarse la vida.
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Gustavo