
Maleta abandonada en el aljibe del Zenete después de ser robada a un turista.
Ahí tienen una de esas maletas de viaje que cada cierto tiempo aparecen destripadas en algún callejón solitario del Albaicín. En este caso el lugar es de sobra conocido, los jardines del aljibe del Zenete, pero de él parten a escasos metros callejuelas estrechas y poco transitadas que, dependiendo de la hora, se convierten en ratoneras. Junto a la maleta se abandonaron varias prendas de mujer, de alguna de las numerosas turistas que se acercan a Granada atraídas por su atractivo monumental. No resulta difícil imaginar su indignación, cargada de razones y motivos para no regresar.
En estos casos, el delincuente aprovecha un descuido del turista -el maletero abierto de un autobús o un exceso de confianza a la puerta de un hotel de la ciudad- para apoderarse de la maleta y trasladarla a un punto poco concurrido del barrio. Es allí donde procede a reventarla y a sustraer el contenido.

Una de las pintadas que advierten de la comisión de atracos en el bajo Albaicín.
El problema de la delincuencia es un asunto complicado de abordar en un barrio histórico y, por tanto, de gran atractivo turístico. La realidad es que el laberinto de calles intrincadas del Albaicín ‘invita’ a delincuentes de poca monta a cometer robos con intimidación que en ocasiones se les va de las manos. Son muchos los vecinos que pueden contar experiencias desagradables.
Por mucho que las estadísticas que proporciona la Subdelegación del Gobierno de Granada incidan en el descenso de la delincuencia, la realidad es que la presencia policial en muchas zonas es inexistente. Es por ello que a nadie extraña que aparezcan en rincones pintadas que avisan de los peligros que acechan a los que por primera vez se adentran por las calles del Albaicín.
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