
Algunos de los alumnos que participaron en la actividad, junto a los profesores P. Ávila y J. L. Moreno.
El mundo varía dependiendo de la perspectiva desde la que se observe, pero también el observador influye en el objeto observado. Al margen de la metafísica o la física cuántica que puedan encerrar estas premisas, los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Juan XXIII, enclavado en el Zaidín, han comprobado sobre el terreno que su entorno diario puede mirarse de otro modo.

José Luis Moreno, junto a algunas de las improntas que conforman la exposición.
Con esta idea de partida han salido, cámara en mano, de ruta por el barrio para demostrar que la cotidianidad encierra detalles hermosos que, en la mayoría de las ocasiones, pasan desapercibidos. Fruto de esta actividad, con la que han retratado lo extraordinario de lo ordinario, ha surgido la exposición ‘Lo mejor de mi barrio’, que se muestra hasta finales de mayo en el centro y puede visitarse en horario escolar.
“A veces contemplamos el entorno cotidiano sin verlo realmente, sin apreciar sus detalles”, comenta José Luis Moreno, el profesor que ha impulsado esta singular ruta fotográfica para celebrar el día de este instituto, un hito que se conmemora todos los años con alguna actividad.
En la experiencia participaron 14 alumnos de cuarto de ESO, primero y segundo de Bachillerato. En total realizaron más de 200 fotografías que reflejan el particular punto de vista del Zaidín desde la mirada de los estudiantes del Juan XXIII. “La actividad ha permitido captar puntos interesantes del barrio, bien por su belleza o por la apreciación de detalles que llamaran la atención del alumnado”, cuenta Paco Ávila, otro de los profesores que han colaborado en la experiencia.
El periplo fotográfico por el barrio arrancó en el entorno del centro educativo, desde donde estos improvisados reporteros gráficos se desplazaron hacia la zona de Carrefour, el parque Rogelio Macías, la iglesia de Juan María de Vianney y la avenida de Dílar, el final de parada.
Los alumnos resaltan “lo divertida y motivadora que resultó” esta actividad, con la que pudieron “descubrir cosas que pasan desapercibidas a la vista y que, dependiendo del punto de vista, pueden ser bonitas”, señala Ignacio, uno de ellos. Con su objetivo intentó captar “improntas de la naturaleza, como una araña, y fotografía urbana”. Honorio, otro estudiante, se detuvo en “los detalles que pasan desapercibidos”, mientras que Ana e Irene repararon en los reflejos, las sombras y la huellas de lo inerte o las personas en el entorno.

Fotografía realizada por uno de los alumnos del Juan XXIII.
El relieve de los zócalos, balcones cargados de plantas, graffitis, flores o fuentes en las que baila el agua, entre otras imágenes cargadas de simbolismo, recuerdan esta particular mirada del Zaidín en uno de los pasillos del Juan XXIII. El centro prepara, además, una exposición virtual en la web que incluya algunas fotografías que no han podido formar parte de la muestra por falta de espacio. “También se plantea la posibilidad de organizar un concurso a través de internet para que la gente pueda votar la fotografía que más le guste”, anuncia Moreno.
Según detalla, su intención con esta propuesta era fomentar “la creatividad, la cultura del ocio e inducir a ver la vida de otra forma, ya que se intentaba retratar lo positivo por encima de lo negativo, de apreciar la belleza que puede encerrar algo que, a priori, puede no parecer estético”, agrega.
No es la primera vez que este profesor intenta que los estudiantes se impliquen, de alguna manera, con su entorno. El curso pasado, cansado de contemplar los desechos que contaminaban el río Monachil, les propuso contar, literalmente, la basura que llenaba su cauce.
El curso pasado los alumnos contabilizaron la basura que contaminaba el río Monachil, promoviendo la limpieza del cauce
Por grupos, dividieron los metros lineales de la ribera a su paso por la calle Santa Juliana, desde el campo de fútbol de la Federación hasta rebasar el primer puente, para contabilizar los desechos que la enturbiaban. Los objetos encontrados –recuerda el profesor- quedaron reflejados en un ‘catálogo’ que, posteriormente, sirvió para denunciar la suciedad del río en la prensa. A raíz de esta experiencia, que les permitió cambiar los elementos de la tabla periódica por otros arrojados a la naturaleza, ha mejorado la limpieza del Monachil por parte del Ayuntamiento. “Solo falta que la gente se conciencie y deje de arrojar basura”, comenta Moreno.
Su intención -defiende- no es que los alumnos aprendan sin más. Procura que reflexionen desde una postura crítica y que duden de todo, como defendía el protagonista de ‘Lugares Comunes’. “Intento no conducirlos, sino aportarles todos los puntos de vista para que piensen y se conciencien», comenta Moreno, «un privilegiado», dice, por poder dedicarse a la enseñanza. Las materias que imparte -Geología, Biología o Física, entre otras de la rama de las Ciencias Naturales– le permiten un enfoque “más didáctico, práctico y próximo” para «no repetir los contenidos de los libros, que pueden leer», sino aportarles otras perspectivas.
(10/05/2012)
¡Hola compañeros!Me parece muy bien lo que habeis hecho de denunciar la suciedad.Me da mucho coraje cuando dicen que Granada es sucia,es la gente,en las calles hay contenedores
y la basura al lado,parece que les cuesta trabajo pisar la palanca y tirarla.
Lo que tampoco soporto es que entres a una cafetería y el papel del azucarillo y servilleta,en vez de dejarlo en el platito lo tiren al suelo,para mí son unos gorrinos.
Besos a todos
Romy