
Carmen (de pie) junto a otras voluntarias del taller de artesanías en la parroquia San Pío X.
La falta trabajo y justicia social en un Estado cada vez más al margen de las personas aboca a gran parte de la población a la pobreza más extrema. Sin recursos para abastecer necesidades básicas como la alimentación o la vivienda mientras el sistema mira para otro lado, el único salvavidas para no ahogarse pasa por la solidaridad para bastantes ciudadanos. En esta situación de emergencia social se ven las más de 30 familias que acuden a San Pio X, una de las parroquias de Cáritas del Zaidín, para recibir atención primaria, principalmente alimentos.
Entre ellas se encuentra Paqui Aza y su pareja, ambos parados de larga duración con un hijo. Los 400 euros de subsidio apenas alcanzan para hacer frente a las facturas de alquiler, luz y agua, señala esta vecina del Zaidín, que no ha encontrado empleo por más que ha buscado. De ahí que hace unas semanas se viese obligada a recurrir a Cáritas para evitar que su pequeño pasara hambre.
Para financiar el alimento que recibe –y ayudar, de paso, a familias que se encuentran en su misma situación- Paqui se ha convertido en voluntaria de los talleres de artesanías que esta pequeña parroquia del Zaidín promueve para surtir de productos un rastrillo solidario con el que obtienen fondos para Cáritas.
“Me ayudan y hago lo mismo. No solo aporto mi granito de arena para evitar la asfixia de personas que sufren las mismas necesidades que yo. Además, me lo paso bien, aprendo y hago amistades”, cuenta Paqui, mientras apura las últimas costuras de una muñeca de peluche que empezó a confeccionar hace unas horas para el rastrillo.

Mercedes, una de las voluntarias, muestra algunas de las artesanías del rastrillo.
Junto a ella, otras siete personas siguen las instrucciones de un vídeo localizado en internet para fabricar esta nueva artesanía a base de materiales reciclados. Las ventas de estos productos “van muy bien”, pero los voluntarios –en su mayoría mujeres- apenas dan abasto para cubrir encargos, con lo que “faltan manos”, cuenta Carmen Puertas, coordinadora e impulsora de estos talleres.
El problema –detalla esta voluntaria de Cáritas– es que “necesitamos colaboradores”, ya que “por distintos problemas personales” el número de voluntarios para confeccionar estas manualidades se ha reducido a la mitad en unos meses, aunque las necesidades son cada vez mayores. De hecho, la cantidad de personas que requieren ayuda se ha disparado hasta tal punto que la parroquia se ha visto obligada a espaciar el reparto de comida, antes semanal y ahora quincenal, lamenta Carmen.
La sensación de impotencia es enorme. Las instituciones no llegan y nosotros tampoco
“La crisis, lejos de mejorar, ha empeorado dramáticamente con respecto al año pasado. Hace poco batimos un triste récord. La entrega de alimentos a cuarenta familias, algo que hubiera sido imposible sin la existencia de los talleres. Aún así –prosigue- “no contamos con recursos suficientes. El resto de parroquias de Cáritas están igualmente al límite”, señala.
Por este motivo, además de incrementar la periodicidad de la asistencia básica, se han visto obligados a priorizar los casos más urgentes, en función de sus ingresos y cargas familiares. Con esta idea estudian individualmente cada uno. Aunque intentan cubrir el 100% “de todas las formas posibles” o derivarlos a otras parroquias cuando faltan medios, no siempre es posible.
“La sensación de impotencia es enorme. Las instituciones no llegan y nosotros tampoco”, se entristece esta voluntaria. “Los Servicios Sociales envían aquí a gente a diario para que los socorramos ante urgencias que tratamos de solventar de inmediato para que no se queden en la calle o pasen hambre. La burocracia tarda dos o tres meses y, entre tanto, nosotros los ayudamos con alimentos básicos, alquiler, facturas de agua y luz, medicamentos…”

Uno de los voluntarios, estudiante de Bellas Artes, pinta una teja para el mercadillo solidario.
Se trata de una “lucha diaria” –explica- en la que acompañan a las personas “en su camino de mala racha”, dedicándoles su tiempo libre. “El trabajo de voluntario tiene mucho de implicación con el otro. Lo pasas mal porque hay casos en los que no puedes hacer nada por insuficiencia de recursos. Pero al menos saben que hay alguien que los escucha y con el que pueden desahogarse. Nuestro cariño siempre lo tienen”, cuenta Carmen, que forma parte de “esa Iglesia anónima y pequeña de la que nunca se habla en los medios. La que intenta mantener la esencia del cristianismo”, indica.
Sin la ayuda del banco de alimentos, las donaciones y el rastrillo solidario, con el que financian buena parte de los fondos necesarios para estas familias, sería imposible seguir adelante. De ahí la “necesidad de más voluntarios” que ofrezcan tiempo libre para ayudar a los demás.
Somos esa Iglesia anónima y pequeña de la que nunca se habla en los medios. La que intenta mantener la esencia del cristianismo
“Actualmente apenas damos abasto para cubrir encargos, con lo que prácticamente no podemos incluir nuevas artesanías al rastrillo que nos permitan ampliarlo y recaudar más fondos”, comenta Carmen, que anima a los interesados a invertir, al menos, una hora a la semana en los demás. “No hace falta tener conocimientos, nosotros nos encargamos de enseñar a quien esté dispuesto a ofrecer tiempo”, subraya.
Aparte de voluntarios, Cáritas necesita un local que les permita organizar en mayo una exposición para la venta de estos artículos. “Actualmente intentamos localizar algún colectivo o centro educativo que nos ceda espacio para celebrar un rastrillo itinerante, ya que en lugar de un gran mercadillo anual se celebrarán varios”, sostiene la coordinadora de los talleres.

Algunas artesanías confeccionadas por los voluntarios en el escaparate de un comercio del barrio.
De cara a su futura organización, las voluntarias se afanan en crear nuevas artesanías, una meta que hoy por hoy solo pueden cumplir llevándose trabajo a casa y ampliando el horario de talleres, que se llevan a cabo dos días en semana (miércoles y jueves de 17.30 a 19.30 horas).
Es el caso de Mari Carmen Pérez, que se sumó a la iniciativa hace unos meses, al enterarse de la necesidad de colaboración, o Mercedes, que trata de promover las ventas allá por donde va. “Siempre llevo muestras de lo que hacemos y las voy enseñando por el barrio para que la gente se anime a regalar nuestras artesanías en cumpleaños, bodas, comuniones o graduaciones”, relata esta vecina del Zaidín, que lleva año y medio como voluntaria.
Esta labor –coinciden todas- no solo les «enseña y divierte», sino que además les «aporta mucho». Si de algo son conscientes –aseguran- es de no están dispuestas a mirar para otro lado mientras muchas personas se ven desamparadas.
(25/03/2013)
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Gracias una vez más a Lorena que , a traves de Granadaimedia, deja sentir su sensibilidad por los más desfavorecidos, y mil gracias por su colaboración con nuestra pequeña Parroquia del barrio del Zaidín dando a conocer nuestra iniciativa y necesidades.
Carmen
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Faltan manos para los talleres de Cáritas … echa una mano al Zaidín. | 15mGranada