«Si no hacemos los deberes en Navidades, en enero tendremos miles de muertos»

Ignacio Molina, catedrático de Inmunología de la UGR, analiza las claves de esta segunda ola de COVID-19 que estamos padeciendo. El científico advierte de la necesidad de hacer los deberes estas Navidades para evitar la tercera ola en enero. «Las Navidades tienen que ser distintas, lo demás sería una irresponsabilidad».

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Ignacio Molina, catedrático de Inmunología de la Universidad de Granada. Foto: Lucía Rivas

Cuando vino a trabajar a Granada, Ignacio Molina sólo conocía la ciudad de una visita anterior. No debió desagradarle mucho cuando ya lleva residiendo en ella 27 años. Habla de ella con cariño pero, cuando lo que aborda es la relación de Granada con la Covid-19, entonces ya toma el protagonismo la preocupación. Este catedrático en Inmunología, que alterna su actividad docente en la Universidad de Granada con su ocupación en el Centro de Investigación Biomédica, entiende que, aunque hay motivos para la esperanza, y esos motivos se llaman vacunas, todavía es muy pronto para lanzar las campanas al vuelo. Lamenta los miles de muertos que ha dejado este maldito virus y le apabulla que esas cifras terribles se estén banalizando, que ya sólo sean eso, cifras. Se expresa con claridad y es muy didáctico. Un lujo hablar con alguien así.

Pregunta: ¿Por qué Granada ha tenido malos datos prácticamente desde el inicio de la pandemia?

Respuesta: Si miramos en el contexto de toda la pandemia, Granada no ha tenido malos datos siempre. Es cierto que al inicio los datos fueron malos, pero después mejoraron sustancialmente y a finales de septiembre tenía la tercera tasa más baja de Andalucía y una de las más bajas de España. Lo que ocurre es que, a partir de finales de septiembre se pierde el control de la transmisión, entre finales de septiembre y el puente del Pilar más o menos, y a partir de que se pierde el control es imposible contener la epidemia.

P: Sin embargo, aquí han existido unas fluctuaciones que no se han dado en otras provincias. En Huelva, por ejemplo, ha habido mejores datos en estos ocho meses.

«Hay que reconocer que el sistema sanitario, en cuanto a la presencia de rastreadores y su actividad ha sido claramente insuficiente»

R: Huelva ha sido una excepción, sí. Al principio Almería tenía unos datos muy similares a Huelva pero a principios de la segunda ola se descontroló y cuando nosotros estábamos muy buen, ellos estaban muy mal. Huelva ha tenido una incidencia más baja que el resto de Andalucía, pero no creo que haya unas circunstancias especialmente distintas.

Durante un tiempo se sugirió la posibilidad de que en Granada la contaminación pudiera tener algo que ver, porque tenemos la desgracia de ser la tercera capital más contaminada de España, pero no se ha demostrado, no hay evidencias de que sea un factor sustancial, crítico.

Se achacó también a la presencia de los estudiantes universitarios, que se vio que no era origen del descontrol puesto que se fueron, la Universidad la cerraron mucho antes que la ciudad y en esos 15 o 20 días los casos no sólo no disminuyeron sino que aumentaron, así que claramente los estudiantes no eran responsables de esa transmisión.

Yo creo que la razón por la que ahora estamos muy mal no es única, es un conjunto de elementos que tienen que ver con la movilidad y con los hábitos sociales, porque no hemos sido especialmente respetuosos ni cuidadosos en el seguimiento de las normas de protección. Y por supuesto también hay que reconocer que el sistema sanitario, en cuanto a la presencia de rastreadores y su actividad, ha sido claramente insuficiente y eso ha tenido un impacto en cuanto a no identificar y no cortar la transmisión cuando era posible. En el momento en que se pasa un umbral, ya es imposible y sólo caben medidas de confinamiento.

«Hasta que la población esté suficientemente inmunizada no vamos a terner una cierta normalidad»

P: Lo de la falta de rastreadores, además, entronca con una escasez de personal sanitario que se ha hecho patente en estos meses.

R: Evidentemente. El sistema sanitario, durante la época de tranquilidad que tuvimos una vez pasó la primera ola, no se reforzó todo lo que debía, y vemos que las debilidades del sistema no sólo afectan a la escasa presencia de rastreadores, sino también a la situación tan difícil que está pasando la atención primaria, que está desbordada, y el sistema sanitario en general. 

«Avisamos de que habría una segunda ola; no se hicieron los deberes y ahora estamos en esta situación»

P: Parafraseando el dicho: si una cosa nos pasa por primera vez, puede decirse que la culpa es de todos, pero si ocurre una segunda vez, la culpa ya es únicamente nuestra. ¿Es aplicable a esto? 

R: La segunda ola todos los científicos advertimos de que se iba a producir. Lo teníamos clarísimo. Y avisamos y recordamos que la epidemia de gripe española de 1918, que mató a 50 millones de personas, tuvo tres olas y la realmente devastadora, la que causó millones y millones de muertos, fue la segunda. Con lo cual, que iba a haber una segunda ola era evidente. No se hicieron los deberes y la consecuencia es que ahora estamos en esta situación.

Lo que sí aprovecho ahora es para pedir que se hagan los deberes para prevenir la tercera. Si no lo hacemos, la tendremos. Hasta que la población no esté suficientemente inmunizada, y eso requiere muchas personas que hayan sido expuestas de manera natural o mediante vacunación al virus, no vamos a estar en condiciones de una cierta normalidad. Y para eso necesitamos el 70% de la población española, eso son 35 millones de personas.

P: Tal como lo pinta, es bastante probable que, antes de llegar a esa situación, llegará la tercera ola.

R: Si no hacemos las cosas bien llegará, seguro.

P: Ahora mismo hay unas medidas restrictivas, que no sé si considera suficientes, pero también se habla de relajarlas de cara a las Navidades, que haya por ejemplo movilidad geográfica. ¿Puede eso ayudar a que llegue esa temida tercera ola?

«Durante el verano se produjo la sensación, un poco incomprensible, de que el virus había mutado y que era menos virulento»

R: Sobre las medidas restrictivas, yo comprendo que es muy difícil tener el equilibrio entre lo que nos gustaría, que sería el confinamiento total porque eso es lo que bloquea la enfermedad, y el mantenimiento de la actividad económica, un equilibrio en el que no nos mate el coronavirus ni nos muramos de hambre. Creo que necesitamos tener una mayor implicación personal y una mayor responsabilidad personal en cuanto al seguimiento de las normas.

Durante el verano se produjo la sensación, un poco incomprensible, de que el virus había mutado y que era mucho menos virulento, y en reiteradas ocasiones yo insistí en que no había mutado, que era igualmente virulento y que sólo había cambiado el perfil de las personas que se infectaban.

Ahora hemos vuelto a tener los mismos muertos o más que en la primera ola y tenemos que ser muy cuidadosos durante las Navidades, entender que tienen que ser diferentes. Si las Navidades son como siempre, tendremos un montón de muertos en enero.

Eso lo debemos entender. A finales de enero, si no hacemos las cosas bien, habrá miles de muertos, y eso no podemos permitirlo. Así que tenemos que aceptar que las Navidades tienen que ser distintas, menos divertidas, que no vamos a ver a toda la familia a la vez, aunque los podremos ver de manera individual. Lo otro sería una irresponsabilidad.

P: Habla de apelar a la responsabilidad de las personas y dice que en verano eso no se cumplió. Si nos limitamos a hacer otra apelación, también es probable que la gente se salte las recomendaciones. Las Navidades invitan a estar con la familia aún más que el verano, así que si no hay detrás medidas restrictivas o que castiguen, ¿será insuficiente esa exhortación a la buena conducta?

«Me preocupa que las cifras terribles de muertes han pasado desapercibidas, porque eso quiere decir que la percepción de gravedad y de alerta ha bajado mucho»

R: Tendremos que tener medidas impositivas porque si no, no lo vamos a conseguir. A mí me preocupa que se está produciendo una situación de agotamiento y de cansancio en relación con la pandemia, y es muy peligroso porque ese cansancio nos lleva a no respetar las normas, a no seguir las medidas de autoprotección.

Yo no envidio el papel de los responsables políticos que tienen que decidir estas cosas, porque es obvio que hay que tener medidas  que nos fuercen a cumplir normas elementales, pero son extremadamente impopulares, está claro. Pero hay que hacerlo. Estas Navidades no pueden ser como todos los años, nos tenemos que olvidar.

«Me gustaría equivocarme, pero hasta finales de 2021 no vamos a tener un cambio sustancial»

P: ¿Cuándo prevé que el panorama podrá estar relativamente despejado?

R: Me gustaría mucho equivocarme, pero creo que hasta finales de 2021 no vamos a tener un cambio sustancial. Para finales de ese año es probable porque vamos a asumir que dispondremos pronto de vacunas, va a ser así. Hablo de las vacunas en plural. Ahora mismo hay once en fase 3 y tres de ellas a punto de aprobarse, estarán pronto. Pero aprobarlas no quiere decir que tengamos una distribución en toda la población. Hay que producir miles de millones de dosis que son necesarias para todo el mundo, y eso implica que cuando comience la producción, se reproducirán las escenas que vimos al inicio de la pandemia, de todos los países compitiendo por equipos de protección. Ahora competiremos por las vacunas.

Afortunadamente, la Unión Europea ha hecho una compra conjunta, que me parece una decisión muy inteligente. Pero después hay que administrarlas y hemos dicho que necesitamos por lo menos 35 millones de españoles inmunizados, a los que hay que inyectarles dos dosis.

Eso quiere decir que necesitamos 70 millones de pinchazos. Eso es un esfuerzo logístico y de atención sanitaria en un momento en el que la atención primaria está exhausta. Llevará mucho más tiempo del que se nos está transmitiendo. Creo que las primeras vacunaciones las tendremos a finales de invierno o principio de primavera, pero una cosa son las primeras dosis y otra la globalidad de la población.

P: ¿Y hasta cuándo vamos a ir continuamente con mascarillas?

R: Creo que muy probablemente hasta finales del año que viene.

P: ¿Puede que incluso más allá?

R: No tiene por qué. En el momento en que la población esté suficientemente inmunizada y eso haga que el virus disminuya su circulación, no será necesaria. Pero hasta ese momento, sí.

P: ¿Pero puede permanecer el miedo sobre cuánto tiempo va a ser una persona inmune, cuándo se podrá volver a contagiar?

«La duración de la inmunidad no la sabemos porque no ha pasado el tiempo suficiente para evaluarlo»

R: Esa es una cuestión clave. La duración de la inmunidad no la sabemos porque no ha pasado el tiempo suficiente para evaluarlo. Saber eso nos va a determinar cuál es la estrategia que tendremos que seguir en el futuro. De la misma manera que todos los años tenemos que vacunar de la gripe, ¿tendremos que vacunar de este virus cada año, cada dos, cada cinco?… Esto nos lo va a decir la duración de la inmunidad. No sólo la de los anticuerpos, que son sólo una parte de la inmunidad. Lo realmente importante son las respuestas mediadas por células, que son más difíciles de evaluar. Pero es clave porque, en general, los otros coronavirus no generan una inmunidad muy duradera, no permanente desde luego, como el sarampión. Luego es muy probable que tengamos que recurrir a reinmunizaciones o dosis de recuerdos, que serán mucho más fáciles de administrar. Eso nos lo va a decir el tiempo. Hasta que no veamos los primeros casos de reinfecciones como consecuencia de la pérdida de inmunidad, no lo podremos determinar.

P: Pues, como se decía en las entrevistas de antaño: si tiene algo más que añadir, éste es el momento

R: Creo que es fundamental no perderle el respeto al virus. A mí me preocupa que en esta segunda ola, cifras terribles de muertes han pasado sin ningún impacto social, se han interorizado, no han producido ningún choque. Hace días tuvimos en Granada 35 muertos, nunca antes tuvimos esa cifra, y es una noticia que pasó desapercibida, como la cosa más normal del mundo. Me preocupa porque quiere decir que la percepción de gravedad y de alerta que tiene que tener la sociedad frente a la enfermedad ha bajado mucho.

Comentarios en este artículo

  1. ¡Magnífica entrevista! Como muy bien señala Ignacio Molina, esa «normalización» del drama de las muertes y los ingresos hospitalarios es muy peligroso.

    Enrique Bonet
  2. Este tipo de información es la que debiera divulgarse.
    Gracias

    Inmaculada

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