
Imagen del incendio desde el mirador de San Miguel alto. Foto: Ramón Muñoz Moreno- Nondrop Audiovisuales
“Hasta que no le pase una desgracia a uno de los vecinos no harán nada”. Ángeles Pérez Garrido tiene 76 años, de los cuales 60 lleva viviendo en una de las cuevas de San Miguel alto donde han nacido sus siete hijas. Es la vecina más longeva del cerro. Esta tarde se ha llevado “otro susto más” por el incendio que se ha declarado a escasos cien metros de su vivienda, muy cerca de la muralla nazarí. Tanto es así que sus hijas han tenido que coger la manguera y refrescar la parte delantera de su cueva utilizada como aparcamiento improvisado de vehículos. Hasta seis se podían contar momentos después del incendio.
El fuego se ha declarado a media tarde, sobre las seis, según ha informado el Parque de Bomberos de Granada y ha afectado a 500 metros cuadrados de matorral: desde la parte baja del cerro más pegada a la fortificación nazarí hasta el tramo de muralla de losetas de granito que levantó el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas. Sólo se han visto afectados de forma muy superficial cincuenta metros de la muralla nazarí. Alguno de los vecinos afirmaba que se habían producido dos incendios, uno por la mañana y otro por la tarde; si bien los bomberos sólo tenían reflejado uno en el parte de salidas; un fuego cuyo origen -aseguraron a GranadaiMedia– “no es muy normal”.
Un sobresalto que afortunadamente se logró controlar a tiempo dado el peligro que entraña la gran masa de matorral que ha crecido en todo el cerro con las intensas lluvias de este invierno. Los hierbajos secos de casi un metro de altura que desde abajo ocultan las cuevas se han convertido en un peligro para la integridad de sus habitantes.
“Hasta que no le pase una desgracia a uno de los vecinos no harán nada”
Cosme Ayuso, propietario de una cueva próxima a la ermita de San Miguel alto, se lamentaba de que el Ayuntamiento de Granada haya abandonado el lugar a su suerte. Aseguraba que la semana pasada registró un escrito en el Ayuntamiento para que desbrocen la zona, al igual que se ha hecho al otro lado de la muralla, la zona residencial por donde se accede a Haza Grande. “¿Por qué aquí no hacen lo mismo? Quieren que abandonemos esto porque hay gente interesada en adquirir los terrenos para hacer una urbanización de lujo”, argumentaba.
Lo cierto es que el cerro es un lugar privilegiado, con una estampa impresionante de la Alhambra y unas vistas de la ciudad que permiten disfrutar de una hermosa puesta del sol. “Es una pena, con lo bonito que es esto y que nadie haga nada”, lamentaba Ángeles a la puerta de su vivienda, que se vale de un bastón para moverse en un terreno accidentado.
A diferencia de la mayor parte de los residentes de las cuevas del cerro, ella sí tiene todos los papeles en regla. “Pago mis impuestos pero no recibo los mismos servicios. Eso que hay allí [el carril paralelo a la muralla] es un camino de tierra que está fatal, y las escaleras de granito y todo el dinero que gastaron en su día no ha servido para nada”.
A última hora de la tarde todavía se podía ver humo y una pequeña llama que brotaba en una de las zonas calcinadas. Entre los vecinos se respiraba cierta intranquilidad ante la posibilidad de que la agradable brisa que corría por el paraje natural jugara en contra y alimentara de nuevo las llamas. Los residentes dicen estar hartos y se siente abandonados por las autoridades municipales. «Hasta un policía nos ha dicho que diésemos parte por el peligro que corremos», revelaba Ángeles.
(18-6-2013)
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