Su primer contacto con España no fue suave, pero por suerte tampoco tan amargo como el de otros muchos. Llegó con cuatro años, junto a su padre y a su madre, que estaba embarazada de la que después sería su hermana pequeña, Vivian. No cruzó el Estrecho en patera, aunque eso no quiere decir que le pusieran una alfombra roja. Según le contaron, la familia partió de su Ghana natal en coche y, tras embarcar en avión después de un larguísimo viaje por carretera, llegó a Bélgica. Por algún motivo que no acierta a explicar, volvió a África, en concreto a Tánger, de ahí se trasladó a Ceuta y desde la plaza española, en barco regular, se trasladó a la península para acabar aposentándose en Atarfe.
Félix Mensah, que así se llama el protagonista de esta historia, se afincó allí un poco por casualidad. Una familia local, que colaboraba con la asociación Granada Acoge, se hizo cargo de él. «Mientras mi madre daba a luz, yo me quedé una semana en casa de Encarnita y Miguel. Una semana después, cuando a mi madre le dieron de alta, Encarnita dijo que nanay, que eso de desprenderse de mí ni se discutía, que nos quedábamos todos allí con ellos, en una casa que tenían vacía».
Su padre trabajaba como transportista, es lo que llevaba haciendo toda su vida y lo que le hacía tener clientes en media Europa. Siguió tirando de su camión durante un tiempo mientras su mujer y sus dos hijos se asentaban en Atarfe. Luego, el matrimonio se divorció, él volvió a Ghana y ella y los niños se quedaron aquí.
Mediocentro y estudiante
Pasaron los años y Félix se fue revelando como un muchacho al que se le daban bien los estudios y también el deporte, en especial el fútbol. Siendo todavía juvenil, llegó a entrenarse con el Granada 74 que jugó en Segunda A «en el campo del Motril, porque en Granada nos negaron el estadio». Después militó en equipos de Baza, La Zubia y Atarfe pero a los 25 años, viendo que su carrera de mediocentro no iba a dar mucho de sí y que le resultaba difícil compatibilizar el balompié con su trabajo, dejó lo primero.
«En mi primer supermercado estábamos mi mujer, mi tía, mis dos hermanas… Lo montamos de cero»
Porque para entonces ya había acabado el grado superior Comercio y Márketing y la carrera de Márketing e Investigación de Mercados y comenzado a hacer prácticas laborales en Covirán. Muy poco después montó su primer supermercado, un Covirán 10 que estaba y está en la calle Agustina de Aragón, a tiro de piedra del Camino de Ronda. Fue un negocio de lo más familiar. «Estábamos mi mujer, mi tía, mis dos hermanas… Lo montamos de cero», recuerda el empresario, que desde que cumplió los 18 años ya tenía la nacionalidad española a todos los efectos.
Aunque hasta entonces no había tenido mayores problemas de adaptación y convivencia, ni por ser extranjero ni por ser de otra raza. Las excepciones las sitúa en algunos campos de fútbol donde siguen acudiendo indeseables que exhiben su racismo, ese que encubren el resto del tiempo, con tal de insultar al jugador rival.
Negro es negro y blanco es blanco; no hay problema
Félix Mensah no tiene ningún problema en llamar negros a los de su raza, no recurre a eso de gente de color o a otros eufemismos así. Tiene claro que él es negro «como los blancos son blancos», que ésa «es una barrera que hay que romper, porque si lo de negro o blanco no se dice en un contexto inadecuado, es algo lógico y normal utilizar esas palabras y no veo nada peyorativo. Hay que aceptarse como se es y luchar cada uno por sus sueños».
No le ha ido nada mal con esa filosofía. De hecho, destaca que lo mejor que ha tenido, y en parte lo que le ha permitido progresar, ha sido «contar con un entorno y un círculo de amigos fantástico» donde esas distinciones no tienen cabida. Eso y su visión para los negocios le permitió, en un plazo récord, abrir otros cuatro supermercados de Covirán. Dos en la provincia de Granada (en Ogíjares y Maracena) y otros dos en la de Almería (en Albox y Cuevas de Almanzora).

El empresario, en la agencia de publicidad que dirige en Camino de Ronda. Fotos: Lucía Rivas
Además, en junio de 2020, lo que quiere decir en plena pandemia, abrió en el Camino de Ronda una agencia de publicidad llamada Hendrix. Admite que no tuvo nada que ver en la imposición del nombre, que fue idea de los socios que fundaron la empresa, pero al menos sí sabe que fue un homenaje al genial guitarrista zurdo.
«De no tener nada a dar un empleo estable a 62 familias, la verdad es que hay bastante trecho»
Ahora, Mensah dirige las sociedades que engloban las tiendas y la agencia, para las que trabajan un total de 62 empleados. A sus 32 años, está al frente de un pequeño emporio del que se siente orgulloso. «Si echo la vista atrás, diría que ya he conseguido bastante. De no tener nada a dar un empleo estable a 62 familias, la verdad es que hay bastante trecho», destaca.
Es más difícil mantenerse que llegar
Aunque se ha prohibido dormirse en los laureles. Entiende que «hay que seguir trabajando y luchar por tus ilusiones, porque puede ser relativamente fácil llegar pero lo difícil es mantenerse. En todos los campos y por supuesto también en éste, donde la competencia es fortísima», incide, para agregar que, en el sector de la alimentación, «hay gigantes que aprietan mucho». Pero no les teme, o no demasiado, porque «nosotros, en Covirán, jugamos nuestra liga, peleando por mantener nuestra cuota de mercado».
«Covirán -prosigue- tiene un camino propio y en ciertas cosas no compite, se aleja del modelo de gran superficie. Lleva operando 60 años, y empezó con cinco o diez socios. En Granada está muy arraigada porque nació aquí. Comparto su modelo porque es de proximidad, de familia. Apuesta por producción local, compramos en origen y eso genera un círculo de riqueza para la localidad, para la provincia y para la autonomía».

Un momento de la entrevista concedida a GranadaiMedia.
Tampoco olvida que él, dentro de lo que cabe, fue un privilegiado, pero hay otros extranjeros que llegaron a España en busca de un futuro mejor y no han tenido tanta fortuna. Por eso, una de las «prioridades» de sus empresas es dar formación a los empleados y, en el caso de los de otros países, hacer lo posible por integrarlos en el mercado laboral.
«Hemos trabajado siempre con chicos de colectivos desfavorables, en riesgo de exclusión», cuenta, y añade con una nota de satisfacción en la voz que en el supermercado de Agustina de Aragón ya trabaja otro hombre nacido en Ghana, llamado Keita. Pronto habrá más.
Las barreras todavía pesan
El problema de integrar a todos, matiza, es doble. Por un lado está «la barrera del idioma» y por otro esa especie de endogamia que se crea entre los recién llegados. «Muchos de los que vienen están siempre juntos en los colegios, en las residencias, en los barrios… Tienen poca relación con los de aquí y esa adaptación es lo que más les cuesta. Así es complicado salir de la exclusión», explica. Para ponerlo aún más difícil, está el hecho de que «hay muchos muy retraídos, que tienen miedo a cómo los verán los demás».
Para atajar eso último, él mismo se presta a servir de ejemplo. «De cara a ellos lo soy o quiero serlo. Mi objetivo es que vean que yo, siendo negro y habiendo venido de otro país, he conseguido montar todo esto. Inculcarles que, si yo lo he hecho, ellos también pueden hacerlo, o por lo menos intentarlo. Porque todos podemos tener aptitud y capacidad».

Félix Mensah habla con Susana, una empleada del supermercado Covirán de la calle Agustina de Aragón, en Granada.
Los cursos de formación que da Hendrix, que luego pueden llevar a los usuarios a trabajar en Covirán, están abiertos, obviamente, a todo el mundo. ¿Qué pasa si se apunta alguien de Vox?, se le pregunta. Y ahí, Mensah saca al mediocentro que aún lleva dentro y de paso tira de diplomacia. «Aunque no me gusta mucho hablar de política, es un partido que tiene como uno de sus caballos de batalla la inmigración. El problema de Vox ya lo conocemos todos, va al límite de lo que marca la democracia, o si recurrimos al fútbol, al borde del reglamento, a punto de que le saquen la tarjeta naranja… Si están ahí en las instituciones debe ser porque se le tiene por un partido democrático. Por mi parte, mientras haya respeto entre los ciudadanos, todo va bien. Aunque está claro que hay ideas de ese partido que no comparto», enfatiza.
Buscando emprendedores
Tras superar lo más gordo de la pandemia, un periodo en el que, aunque las cifras de negocio «fueron buenas» hubo también un montón de problemas, sobre todo relacionados con el suministro, «porque no había tanto stock para atender a la demanda», se propone seguir avanzando y encontrar a otros que, como él, estén dispuestos a emprender.
«Yo he empezado desde abajo, trabajando a pie de campo, yendo a la cooperativa, reponiendo fruta, sacando pan en el supermercado…», rememora. Como ha dado el salto y entiende que eso le puede y le debe pasar a otros, su estrategia de formación pone mucho el acento en «la actitud» de quienes reciben el curso, en intentar «que sean proactivos, que muestren que quieren conseguir cosas, que no se conforman con ser asalariados. Que sepan lo que se puede conseguir emprendiendo. Porque en España vivimos muchos millones de personas y no todos tenemos que ser empleados sin más. Aquí tratamos de captar esa capacidad de emprender, de superarse. Mi ejemplo ya lo tienen», insiste, para concluir.
Me parece una entrevista digna de admirar por el gran mensaje que transmite, que es en todo momento motivador.
Escribo desde la experiencia que he tenido en el supermercado Coviran de Súper Agustina. Soy Keita, el joven paisano de Félix al que se le dio la oportunidad de trabajar tras muchos intentos en otros supermercados.
Me siento día a día agradecido por haber tenido la oportunidad de trabajar para Félix, que es una persona admirable en todos los sentidos posibles.
Agradecido por su confianza, cariño y respeto.
Keita