El PSOE, al mando de un ‘2+2’ diferente

nuevo alcalde de Granada

El socialista Paco Cuenca, durante el pleno municipal extraordinario que le ha dado la alcaldía. Fotos: Jesús Ochando

Ea, pues el socialista Paco Cuenca es el nuevo alcalde de Granada. Si alguien quiere ver que con eso empieza una etapa de estabilidad en el Ayuntamiento, está en su derecho. Aunque también corre riesgo de equivocarse, porque eso de la estabilidad es algo que apenas se ha visto allí en los últimos años. En fin, tiempo al tiempo. 

Curioso lo de Cuenca: fue el candidato socialista a las municipales de 2011 poco menos que por descarte. El partido no las ganó pero él repitió en 2015 y, cuando todo parecía indicar que le tocaba un segundo mandato completo en la árida oposición, un año después la Operación Nazarí conllevó primero la detención y después la dimisión del entonces alcalde, José Torres Hurtado. El PSOE, con el apoyo de Izquierda Unida, Vamos Granada y de Ciudadanos, ganó una moción de censura y el casi desahuciado Cuenca se hizo con el bastón de mando. 

Todo eso pasó hace pocos años pero se antoja un pasado muy lejano, porque el ritmo de acontecimientos en el Consistorio granadino es vertiginoso. El caso es que Cuenca fue alcalde en 2016 sin ser el más votado. Luego, en 2019, fue el más votado pero no consiguió el bastón de mando. El acuerdo entre PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox, lo impidió y puso al frente de la nave a Luis Salvador, líder de la formación naranja, que entonces fue la tercera más votada. 

El exalcalde Luis Salvador, de frente, y el que durante unos días ha sido alcalde en funciones, José Antonio Huertas. 

Tras la dimisión de Luis Salvador (la RAE no aprecia diferencias entre el término dimisión y la voz «renuncia»), un pleno extraordinario de investidura ha situado en el sillón a Cuenca, con el apoyo, atención, de los mismos que le arroparon en 2015: Unidas Podemos Adelante y, alehop, Ciudadanos. 

Expediente de expulsión a los ediles de Cs

Aunque más cabría decir lo que queda de Ciudadanos. Porque, como se sabe, de los cuatro concejales que tenía, dos de ellos (Manolo Olivares y Lucía Garrido) se pasaron al grupo de no adscritos. Se mantuvieron bajo esas siglas Luis Salvador y José Antonio Huertas, para quienes el partido ha anunciado un expediente de expulsión. No por apoyar al PSOE en sí, sino por votar a favor de Paco Cuenca, que está imputado

Cierto, en este asunto hay que leer las cosas muy despacio y volver a párrafos anteriores una y otra vez. Los que ya tienen puestas las dos vacunas igual recuerdan una serie televisiva de humor llamada Enredo. Era bastante menos liosa que esto de Granada. 

Será cuestión de aclararlo unas líneas más adelante. Pero por lo pronto, cabe detenerse en ese apoyo explícito de Salvador y Huertas en el pleno de este miércoles 7 de julio de 2021. No hacía falta, porque el PSOE ya tenía sus diez votos y los tres de Unidas Podemos Adelante, y Cuenca habría sido investido alcalde sólo con eso, habida cuenta de que el otro candidato, el popular Francisco Fuentes, sólo podría lograr los seis de su partido, los tres de Vox (que por cierto amagó con presentar a su propio alcaldable pero finalmente desistió) y los tres componentes del grupo mixto: los mencionados Olivares y Garrido y el que fuera candidato del PP en 2019, Sebastián Pérez, de quien habrá que ocuparse más adelante porque él inició todo esto. 

Francisco Fuentes, candidato del PP en el pleno de investidura, con su compañera Pepa Rubia.

Pues eso, que Salvador y Huertas podrían haberse abstenido perfectamente, pero votaron sí a Cuenca. Lo cual abre lógicamente la puerta de las especulaciones. ¿Gratis o a cambio de algo? Ya se verá, pero es un hecho que bastantes socialistas verían bastante mal pagar un precio por esos votos. Sencillamente, no pueden ni ver al hasta hace unos días alcalde, que en su día fue senador del PSOE, después aspiró a convertirse en su secretario provincial y, perdida esa batalla, se marchó del partido y, tras tocar infructuosamente la puerta de la extinta UPyD, acabó recalando en Ciudadanos, donde en tiempo récord consiguió ser todopoderoso en Granada. 

Rencillas más personales que políticas

Lo cierto es que ésta es una historia plagada de rencillas más personales que políticas. A toro pasado es fácil decirlo, pero en este pleno de investidura, teniendo en cuenta esos pleitos de unos contra otros, sólo cabían dos alternativas: un gobierno del PSOE apoyado por la izquierda (y con la abstención o la adición de Ciudadanos) o la reedición del firmado en 2019 entre PP, C’s y Vox, al que ahora se sumarían los tres ediles no adscritos, con un representante del grupo popular al frente. Que el alcalde fuera de color naranja (o sea, Huertas, porque después de dimitir no iba a serlo otra vez Salvador) era una quimera a la que aun así se aferró Ciudadanos con uñas y dientes. 

Y era una quimera porque no resultaba concebible que Olivares y Garrido apoyaran a su antiguo compañero de partido después del cruce de acusaciones vertidas en las últimas semanas, sobre todo en redes sociales. Como tampoco lo era que Sebastián Pérez diera el sí a un gobierno presidido por Ciudadanos cuando fue él quien lo desmontó. 

Eso último es real como la vida misma. Hasta que el 26 de mayo de 2021 Sebastián Pérez rompió la baraja en una rueda de prensa en la que dijo que o el PP buscaba 14 votos o ya lo haría él, pero que en cualquier caso habría cambio de alcalde, el pacto del centro-derecha parecía ir como la seda, o por lo menos nadie decía lo contrario. El que durante 16 años fue presidente provincial de los populares, partido que ese 26 de mayo decidió abandonar, saltó la banca y obligó a todos a retratarse.

Sebastián Pérez, antes líder del PP y ahora en el grupo de no adscritos, durante el pleno.

Visto lo visto, se salió con la suya en bastantes cosas: dijo que el nuevo alcalde se llamaría Paco (de apellido Cuenca o de apellido Fuentes), consiguió que su partido de toda la vida dijera públicamente que Luis Salvador les había engañado tras prometerles el 2+2 (dos años de gobierno de Ciudadanos y otros dos a cargo del PP), y logró también que el candidato popular fuera Fuentes y no Luis González, por el que apostaba abiertamente su antiguo partido. Es de suponer que él, un hombre de derechas de toda la vida y que durante toda su etapa política ha tenido al PSOE como rival, hubiera preferido ver a Fuentes con la medalla de alcalde, pero al menos ya no está al frente esa «persona tóxica» llamada Luis Salvador, a cuyo lado «Cuenca es Churchill». Él quería el 2+2 y lo hay. Lo que pasa es que es diferente a como se ideó en principio. 

Consecuencias múltiples

Naturalmente, más que Sebastián Pérez gana el PSOE, al que ahora le queda el reto de rentabilizar su gestión en los dos años que le quedan al mandato. Porque sí, en 2023 se elegirá a un nuevo alcalde. Ya se sabe que la recta final es la decisiva y más le valdría dejar su firma en algún proyecto importante si quiere seguir siendo el partido mayoritario. Cuenta a su favor con el pasado reciente: accedió a la alcaldía en 2016 y con sólo ocho concejales apuntaló un equipo de gobierno. Después, en los comicios de 2019, obtuvo diez ediles. Ganó dos. En parte por deméritos de los rivales, cierto, pero subió. 

En cuanto al PP, allí dentro muchos deben estar preguntándose qué ha pasado en todo este proceso para que al final nada haya salido como pensaron. Su estrategia incluyó, además de renunciar a su candidato y presentar al que quería su antiguo jefe, buscar hasta encontrarlo el respaldo de ese antiguo jefe y el de los otros dos integrantes del grupo de no adscritos, aún a sabiendas de que la frontera entre no adscrito y tránsfuga es difusa. Le faltó la guinda de integrar en ese engranaje a Salvador y Huertas. ¿No les pudo ofrecer nada lo suficientemente jugoso?, preguntan algunos malpensados.

Lo que sí hizo bien fue no ceder al chantaje final de Ciudadanos: pactamos, pero la alcaldía para los míos. Esa cesión, además de ser éticamente reprobable, tampoco habría tenido efecto porque, como se dijo antes, habría tenido que incluir a los tres no adscritos, lo cual no era viable. Esas intentonas de última hora no cabe interpretarlas como finos movimientos de un estratega, de un avezado maestro del ajedrez. Más bien como la ceremonia de la confusión, la conjura de los necios, una ópera bufa a la granadina. 

Una ópera bufa a la granadina

Ejemplo número uno: desde la cúpula nacional de Ciudadanos se anuncia un acuerdo con la dirección nacional del PP para reeditar el pacto de 2019, para que todo siga igual y para que Huertas sea el alcalde. El PP lo negó con rotundidad y hasta Huertas intervino para decir que él ni siquiera se iba a postular para el cargo. C’s sólo pretendía una cosa, y además lo dijo: dejar claro que por ellos no iba a quedar, que la pelota estaba en el tejado de los populares. 

Ejemplo número dos: en un acto público, poco después de que interviniera el portavoz del grupo municipal del PP, César Díaz, para anunciar que su candidato a la alcaldía es Paco Fuentes, toma la palabra Onofre Miralles, portavoz de Vox, para decir que lamenta todo lo que está pasando y que desde luego es una pena que hace dos años no se hicieran las cosas de otra manera, porque ellos, aseguró, también hubieran apoyado el gobierno de centro-derecha si el candidato hubiera sido Sebastián Pérez. Y se quedó tan ancho, pese a que en su momento, hace dos años, vetara expresamente a ese político. O a Miralles no le importó tener ese lapsus tan monumental o es que se estaba burlando en su propia cara de César Díaz, a quien en ese momento le cuadraba perfectamente la expresión Cara de Póker. Quizás debió desmentirle allí mismo, pero no lo hizo porque, ay, los tres votos de Vox le venían bien. 

Le venían bien porque, a la desesperada ya, el PP siguió intentando conseguir los 14 votos hasta el último instante. Le constaba que enfrente había un bloque casi granítico de 13 (PSOE y Unidas Podemos) y había que amarrar todos los demás como fuera. Como se dice en la Legión, «nada importa su vida anterior», así que, tras alcanzar los de los no adscritos-tránsfugas, se fueron a por los de Huertas y Salvador.

Manolo Olivares y Lucía Garrido, que empezaron el mandato en Ciudadanos y ahora están en el grupo de no adscritos.

Pero ellos no cedieron. La opción de seguir en el equipo de gobierno pero fuera de la alcaldía no se la llegaron a plantear; o si lo hicieron, fue sólo por un momento y para rechazarla de plano. De nuevo, más por cuestiones personales que por otra cosa. Si Olivares no iba a apoyar a sus antiguos socios por estar enemistado con ellos, a ver por qué no iba a ocurrir lo mismo a la inversa. Tiene su lógica. 

Presencias inquietantes en el pleno de investidura

De repente, después de dos años diciéndose los unos a los otros lo bien que lo estaban haciendo y con qué eficacia funcionaban juntos, se rompieron todos los puentes (bueno, alguien los rompió) y el pacto quedó hecho añicos y, como se ha visto, sin posibilidad de reanimarlo. Así las cosas, la única mayoría posible era la encabezada por el PSOE. Que pudo ser simple, con sólo 13 votos. Pero que ha sido absoluta, con quince. Cuenca, insistamos, ha tenido el respaldo de dos concejales que ahora están en Ciudadanos pero que dentro de poco podrían ir a parar al más que concurrido grupo de no adscritos.

Las consecuencias que eso tendrá en un futuro próximo están por ver, pero no debe ser casualidad que en el pleno de este 7 de julio estuviera Juan Espadas, líder regional del PSOE y a quien Luis Salvador elogió (vaya coincidencia) hace sólo unos días en una entrevista. También resulta extraño que justo el día fijado para el pleno de investidura estuviera en Granada, y se pasara por la Plaza del Carmen, un tal José Luis Ábalos, ministro de Transportes y peso superpesado del partido a nivel nacional. ¿Habrían venido el uno y el otro si la mayoría absoluta no hubiera estado garantizada? ¿Se habrían arriesgado a ver cómo fracasaba el intento de ganar una alcaldía en una capital de provincia importante? 

El líder regional del PSOE, Juan Espadas (centro) acudió al pleno junto a otros responsables políticos socialistas como el presidente de la Diputación de Granada y la Subdelegada del Gobierno en Granada.

¿Quiere lo anterior decir que Salvador y Huertas estarán en el futuro equipo de gobierno o se conformarán con este apoyo puntual? Conjeturas y rumores no faltan, hasta el punto de que hay quienes dan por cierto que hasta se habrían pedido tal o cual concejalía. 

Y si tal cosa fuera cierta, ¿cómo le sentaría a Unidas Podemos? ¿Aceptaría compartir responsabilidades con esas dos personas? ¿Y los socialistas que han puesto de grana y oro al ex alcalde, qué tal lo verían? ¿Tragarían o se bajarían del barco? Que cada cual se haga sus cábalas, pero, para volver al principio y terminar así, no está nada claro que esta sesión de investidura signifique el fin de la inestabilidad en Granada. Desde luego no significa, como se puede ver, la respuesta a todas las preguntas

 

Comentarios en este artículo

  1. Los pactos de 2+2 siempre se hace publicos al comienzo de la legislatura y aquí nadie dijo nada, De hecho hay declaraciones del portavoz del PP diciendo que había alcalde para 4 años. Me parece claro que lo del pacto es un invento. Dicho esto, una vez que la dirección nacional de Cs dejó vendido a Luis Salvador y se puso a negociar a sus espaldas, él tenía todo el derecho de apoyar al candidato del PSOE, que es él unico que puede dar algo de estabilidad ahora mismo.

    neike

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