
Juan Jiménez Muñoz, en la terraza de su casa, con la majestuosa Alhambra al fondo.
La hacienda cortijo Jesús del Valle es hoy un espacio desolado, sobrecogedor, donde todo lo que podía tener valor ha sido arramblado sin miramiento alguno, esquilmado por usureros sin demasiados escrúpulos que han contado con la inestimable indiferencia de sus propietarios y de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.
Nadie ha hecho nada por evitar el saqueo. «El cortijo está hecho ‘peazos’. Se han llevado las tejas, las vigas, la solería, los molinos… Todo. Está para echarlo abajo y hacerlo nuevo. Una lástima». Juan Jiménez Muñoz no oculta su pena. Se crió en la hacienda cortijo Jesús del Valle, en una de las casas donde su abuelo tenía arrendada una parcela, el único refugio que encontraron sus padres para huir de la guerra civil. Allí aterrizó en 1936 cuando sólo tenía un año y allí permaneció hasta los 22, ayudando en las tareas agrícolas, hasta que fue llamado a filas par cumplir con el servicio militar.
«Da lástima… No me explico cómo han dejado que lo expolien»
La última vez que se acercó a ese «pequeño pueblo» que le vio crecer y donde, según cuenta, vivían entre 20 y 25 familias de labradores y pastores con un contrato de arrendamiento de las tierras cedidas por el marqués Alfonso de Narváez, fue hace aproximadamente un año. «Da lástima. Aunque aquello no era nuestro, nos hemos criado allí y ahora todo está hundido, sin nada… No me explico cómo han dejado que lo expolien«.

Estado de una de las dependencias del cortijo. Foto: José María García
En el antiguo convento jesuita, reconvertido en aquel tiempo en poblado agrícola, se vivía con lo justo, con las estrecheces propias de los años de cruda posguerra. Se confiaba todo a la madre naturaleza para que fueran años de buenas cosechas, teniendo en cuenta que las tierras eran de secano y no se les sacaba todo el partido posible. La comida no faltaba pero la vida no era fácil: «No se puede decir que mi infancia fuese buena. No pude ir al colegio porque tenía que ocuparme de las cabras o de arar el campo con la bestia, no había tiempo para otra cosa», recuerda.
En la capilla del cortijo hizo la primera comunión. Los jesuitas iban cada quince días a dar misa a la Iglesia del cortijo, donde entonces se encontraban enterrados los predecesores de los marqueses que años después, con la venta de la hacienda por 11 millones de pesetas, vería exhumar para su posterior traslado al cementerio de Granada.
A la venta le siguió la salida forzada de los que hasta entonces vivían en la hacienda. El tránsito del medio rural a la ciudad se produjo en la década de los sesenta y, lo que un día fue un poblado de agricultores, acabó convirtiéndose en un lugar inhóspito, abandonado a su suerte.
«Ya en su día se quiso hacer chalets en el cerro del Oro»
Juan goza de muy buena memoria. Vuelve la vista atrás y se ve llevando a Granada leche para su abuelo, «lloviera o nevara». En verano venía a diario a la ciudad para vender la verdura. En el cortijo se disponía de un molino para el aceite y otro para la harina. «En ocasiones se molía más trigo de la cuenta, trigo que no había sido declarado en Granada y que podía costarte caro si lo descubría la Guardia Civil».
Una vida en torno al Valle del Darro

La solería del cortiho ha desaparecido. Foto: J.M. García
La vida de Juan ha girado en torno al Valle del Darro, a un río que hoy es un remanso de paz pero que en su juventud vio en alguna que otra ocasión desbordado; un río que abastece de agua a la Alhambra, donde ha trabajado durante 43 años, primero como jardinero y luego como empleado del servicio de seguridad del monumento hasta su jubilación; un río que discurre a escasos metros de su actual casa, en la Cuesta de los Chinos, desde donde otea el intrincado barrio del Albaicín. A su espalda, la majestuosa Alhambra, de la que presume conocer como la palma de la mano.
No es de los que se tire faroles. Su vida, de hecho, ha transcurrido en lo que se conoce como Parque Periurbano de la Dehesa del Generalife, un espacio paisajístico de gran belleza, el pulmón verde de Granada sobre el que se cierne el peligro que representa el urbanismo desaforado, según denuncia la plataforma ciudadana por la protección del valle del río Darro. «Ya en su día se quiso hacer chalets en el cerro del Oro, pero Mateo Revilla [ex director del Patronato de la Alhambra] lo paró», precisa Jiménez, un hombre campechano que disfruta del merecido descanso que no tuvo en su juventud.
(Artículo publicado originalmente el 21-3-2012)
Alvaro: Felicidades. Un artículo muy bueno.
Paco
Yo he vivido en el Generalife y conozco a este señor. Un abrazo Juanillazo.
Ricardo
Conozco a Juanillazo y a su familia entera, mi suegro fue su hermano, Carmelo y me da pena que no lo nombre, el tambien trabajo en las huertas y en la alhambra para sacar a sus hijos adelante, hizos unos grandes hombres y mujeres, sobre todo la suya, Adora, que Dios los tenga a su lado. 31/12/2014.
Francisco Jose Pareja
Me gustaria que también hablara la familia de Juanillazo, ( herman@s, sobrin@, )tienen mucho que decir para que los granadinos aprendan.
Francisco Jose Pareja
Que no te de tanta pena porque seguro lo nombró. No hace falta conocer mucho a mi abuelo para saber lo importante que son sus hermanos en su vida, en especial su hermano al que todos queríamos con locura gracias a la relación tan estrecha que siempre han tenido. No hay batallita que cuente mi abuelo que no aparezca el, porque siempre han estado muy unidos. La vida de mi abuelo es la vida de mi tío Carmelo. Otra cosa es lo que luego se resuma y se publique…un saludo y un abrazo muy fuerte para todos los luchadores como el.
Diana
Ola buenas yo soi nieta de Juan o como la
Gente lo conocía por juanillazo me siento orgullosa de formar parte de mi familia yo no conocí dnd se criaron mis abuelos pero si viví en el corazón de la alhambra la k no sotros llamábamos la ponderosa k recuerdos bueno decir k ese hombre del k hablan y sale en la foto es mi abuelo muchos chos besos abuelo k te kiero
Irene Jiménez luna
Hola juanillazo ando metido escribiendo un libro sobre un proyecto que le volvería a dar vida a ese entorno del que estoy enamorado desde que era pequeño. Hoy ya a mi avanzada edad, me he metido escribiendo sobre la posibilidad de hacer volver el esplendor a la hacienda-cortijo Jesús del Valle. El proyecto consiste en volver a reconstruir la hacienda-cortijo en un hotel rural respetando el medio habiente, los antiguos molinos, el lagar etc. La construcción sería exactamente tal y como estaba antiguamente, con habitaciones con las vistas al la dehesa del Generalife. El acceso, según el proyecto, se haría desde Huétor Santillán pasando por el cortijo Cortés. Un acceso ideal para acceder a la hacienda-cortijo
Un abrazo. Por cierto, soy nacido y criado en el Albayzin.
Esteban Alférez Aguilera
Es parte del paraíso. Con truchas y hasta becadas.
Que Delicia.
Ignacio Arrate Marco