
El arqueólogo José Ignacio Barrera señala un escudo heráldico que se conserva en la muralla nazarí.
‘De nos los catybos q son del Rey’. Ésta es una de las muchas inscripciones que se conservan en las murallas del Albaicín, grafitis medievales en los que muy pocos han reparado y que ofrecen una información muy valiosa de la historia de Granada. Un grafiti que, a diferencia de los que emborronan monumentos y fachadas, nos remonta al pasado, cuando los cristianos cautivos sirvieron de mano de obra durante el reinado de Yusuf I.
El arqueólogo José Ignacio Barrera Maturana, miembro del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad (LAAC), se ha pasado muchas horas rastreando el Albaicín, siguiendo la huella de las pocas guías que se conservan sobre grafitis medievales, entre ellas, la que en su día legó el historiador Manuel Gómez-Moreno, de la que se ha perdido mucha información en formato facsímil.
En su interés porque “no caiga en el olvido”, ha elaborado trabajos de documentación muy detallados de las inscripciones que a su paso ha encontrado en fachadas, murallas e incluso en viviendas particulares del Albaicïn, que ofrecen “información muy valiosa sobre las costumbres de aquella época, de cómo era su vida cotidiana y su religiosidad”.

Marca de cantería en un sillar de la Chancillería.
GranadaiMedia recorrió con el arqueólogo algunos de esos lugares, muchos abandonados por la acción destructiva del hombre, el peor enemigo de su propia historia. No hay excesivo interés por conservarlos, tal y como asegura el arqueólogo granadino, consciente de que el paso del tiempo y la ausencia de intervenciones acabarán por hacer el resto.
La primera parada es en la fachada de la Chancillería, hoy sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, donde figuran varias marcas de cantero con las que los tallistas de la época (del S.XVI) identificaban sus trabajos en los sillares; una letra o un signo que venía a ser la imagen corporativa del taller. Según explica Barrera, “era una característica propia de las técnicas constructivas y de la iconografía cristiana”. A pocos metros, en la misma carrera del Darro, pasado uno de los puentes que cruzan el río, permanece grabado sobre uno de los muros el dibujo de varias iglesias. El trazo del grafiti es similar al que puede hacer un niño que se inicia en el dibujo, pero resulta casi inapreciable para la vista.
CAUTIVOS CRISTIANOS, CRUCES Y OTROS GRAFITIS
Pero donde existe un mayor número de grabados es en la muralla nazarí de Granada, cuya construcción se inició en el siglo XIV y donde se conservan algunas representaciones pese a que el estado de la muralla cada vez se encuentra más deteriorado por los fenómenos atmosféricos y por la intervención salvaje del hombre.
En ella aún perduran escudos heráldicos con sus castillos y la inscripción en castellano antiguo antes citada, además de otros dibujos que no se han visto afectados por la restauración poco afortunada de la muralla en los años sesenta. “En su construcción –explica Barrera- se emplearon obreros asalariados o mano de obra islámica puesto que hay grafitis con simbología o grafías árabes y, por otro lado, cautivos cristianos, muchos de los cuales quizá permanecieron presos en las mazmorras de la Alhambra”.
Muy cerca de allí son visibles curiosos grafitis de un caballo, una llave, un pez y una ballesta. Y el de una embarcación, a cuyo lugar no se pudo acceder debido al cercado ilegal de una parcela que linda con la muralla.
De un periodo posterior –en torno al siglo XVI– sin salirnos de la muralla que desemboca en San Miguel alto, se observan muchos grafitis repicados de grandes cruces, en ocasiones agrupadas, cuya origen coincide en el tiempo con la rebelión de los moriscos y con las que se pretendía “cristianizar un espacio claramente islámico para alejar el influjo maligno”. Estos motivos cruciformes se realizan en un momento en el que la población morisca se encuentra cada vez más sometida por los cristianos.
La cuestión es cómo conservar los grafitis medievales que, para el común de los mortales, pasan desapercibidos. “Primero se necesitaría mucho dinero para consolidar la muralla, sanear los añadidos que se han hecho con posterioridad. Luego habría que proteger debidamente las cubiertas para impedir las filtraciones y, por último, aplicar un tratamiento adecuado para conservar los grafitis”, opina Barrera.
Complicado. Más si se tiene en cuenta que la muralla se ha convertido en un lugar marginal donde cualquiera puede pegarle fuego a una moto, pintar sobre un monumento declarado Bien de Interés Cultural, llevarse los ladrillos que sirvieron en su día para su restauración o, lo que es peor, realizar pruebas de tiro a tenor de los sospechosos orificios encontrados muy cerca de San Miguel alto.
LA CIUDAD Y SU MONTAÑA

Uno de los arcos dibujados en la muralla cercana a Fajalauza.
En la Puerta de la Alberzana, la de Fajalauza y en la zona de muralla rehabilitada recientemente, se pueden ver, además de cruces repicadas, grafitis con motivos arquitectónicos. Se trata de arcos con dovelas trazadas que podrían datar del siglo XIV y que “pudieron ser realizadas por técnicos que conocían bien la arquitectura y la geometría”. A unos metros, en una zona convertida en un paseo que desemboca en la carretera de Murcia, se acierta a adivinar el trazado de una montaña con un castillo en lo alto y un camino con casas, rodeado de una muralla similar a la que circunda la ciudad de Granada. Apenas es ya perceptible pues el lugar se vio afectado por las llamas de un incendio intencionado y está abocado, como la mayoría de estos grafitis, a su desaparición.
“Son como fotografías de la historia, algo que surgía de forma espontánea y que en ocasiones se escapa a la interpretación”, sostiene el arqueólogo, un apasionado rastreador de la huella de nuestros antepasados.
COMPROMISO CON LA HISTORIA
En ese afán por despejar incógnitas de nuestra historia más remota o reciente, José Ignacio Barrera Maturana se ha embarcado en distintos proyectos. Recientemente acabó un trabajo sobre los grafitis encontrados en la Torre del Homenaje, en la Alhambra, en cuyas paredes se han encontrado dibujos de embarcaciones que realizaron los presos durante su cautiverio en los S. XVIII y XIX.
Otro de sus trabajos de documentación se centra en los grafitis encontrados en la tapia del cementerio a cuyos escasos metros fusilaron a miles de personas durante los primeros días de la Guerra Civil. Grafitis, en este caso, clandestinos que incluso los familiares de las víctimas desconocen pero que tienen un extraordinario valor simbólico. Apenas es perceptible porque la huella del tiempo se ha encargado de difuminar los trazos pero en el muro se distingue, a duras penas, la hoz y el martillo, símbolo comunista, y las siglas UHP (Unión de Hermanos Proletarios), una alianza obrera de simpatizantes de la UGT y CNT. La Asociación Granadina para la Memoria Histórica (AGRMH) fundamenta en este trabajo su propuesta para que se declare lugar de ‘Memoria Histórica de Andalucía’ la tapia del cementerio de Granada.
El deseo de José Ignacio Barrera Maturana es poder aglutinar todos esos trabajos en una publicación que pudiera servir de consulta en un futuro, cuando, lo más probable, no quede rastro alguno de esta otra historia.
- Más información: Grafiti en la muralla del Albaicín
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Me parece interesantísimo el artículo, es una curiosidad de la que no se sabe prácticamente nada. Gracias 🙂
Laura Vera
Toda granada es história viva, muy interesante, me ha gustado.
María José Mateo
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