
Actividades culturales para reivindicar una casa de la cultura.
El Zaidín ha escrito su historia a base de movilizaciones sociales en las que la mujer ha tenido un papel protagonista. No hizo falta que tomaran las armas como las Amazonas de la Grecia de Heródoto o las Adelitas de la revolución mexicana. Las guerreras del barrio –como comenzaron a llamarlas- utilizaron como munición la educación, el instrumento que permite al ciudadano cuestionarse lo establecido, y se lanzaron a la calle para transformar su realidad. Los colegios, la guardería, la biblioteca, el centro de salud, el centro cívico o el asfaltado de las calles, entre otros servicios, se deben al tesón de estas zaidineras que lucharon por mejorar su entorno. Pero, ¿cuál fue el detonante de esta revolución?
Tras las primeras elecciones democráticas del 77 un estudio promovido por tres comunidades religiosas –las Hermanitas de la Asunción, el Sagrado Corazón y las Damas Apostólicas- reveló que a la pobreza y la falta de recursos del barrio, se sumaba su analfabetismo generalizado. La mayoría de los vecinos apenas sabía leer ni escribir, situación que afectaba a las mujeres principalmente.
Se creó una conciencia colectiva, no individualista, de ahí que empezáramos a luchar por nuestro barrio
Estas monjas obreras, que habían dejado atrás “el modelo contemplativo-conventual y asistencialista” para centrarse en “las causas que generan la pobreza y las injusticias sociales”, inician entonces un ambicioso proyecto educativo que culmina en octubre del 82 con la apertura del centro sociocultural de adultos del barrio, donde se lleva a cabo “la formación de grupos, la concienciación sobre la problemática comunitaria , además del desarrollo personal y colectivo como método de resolución de problemas”, detalla Isidro Olgoso en su libro ‘Entre dos Ríos: historias del Zaidín’.
El problema radicaba en extender este proceso de alfabetización entre la población femenina, salvando los obstáculos de la sociedad machista imperante en la época. “Muchos hombres se negaban a que sus mujeres estudiaran”, explica Paqui Jiménez, profesora del centro y alumna previamente. De ahí que propusieran unos cursos de corte y confección que servirían de ‘tapadera’ al verdadero objetivo: formarse para formar a la familia y el entorno inmediato con la intención de transformar desde uno mismo su realidad, de acuerdo con los postulados de Freire.

Las mujeres limpian los cimientos del actual centro cívico.
La idea funcionó. Las mujeres comenzaron a llenar las aulas, en las que además de aprender a leer y escribir, continuaron sus estudios y recibieron clases de Pedagogía liberadora o Cultura obrera y andaluza, entre otras materias.
“Para nosotras fue como descubrir nuestra identidad. Empezamos a querernos y a valorarnos como personas. Fue el despertar de la mujer. Se creó una conciencia colectiva, no individualista, de ahí que empezáramos a luchar por nuestro barrio”, relata Mari Ángeles García, ex alumna que llegó a presidir la asociación de vecinos Zaidín Vergeles. «Teníamos ansia de aprender», agrega esta activista que encontró en las preguntas, en los porqués y para qué un arma de incalculable valor. «Antes de reunirnos con los políticos nos preparábamos, dividiendonos por temas el asunto en cuestión, para después acribillarlos a preguntas, de forma que nadie pudiera engañarnos», comenta.
Para Antonia Barroso, “lo que marcó aquella época fue el descubrimiento de cosas. Tuvimos la gran suerte de despertar para luchar, ya que en aquel entonces en el barrio no había asfalto en las calles, ni luz, ni colegios -solo aulas prefabricadas-, ni guardería, ni centro de salud. No pasaba ni el basurero. Un hombre venía de Armilla con un carro para recoger las bolsas”.
Comenzó a gestarse entonces un “fuerte tejido asociativo en el Zaidín con la creación de distintas asociaciones como Alhalba o la Red de Mujeres”, recuerda Remedios Requena que, al igual que las demás, se convirtió en diana de las críticas. “Nos llamaban las guerreras o las desocupás porque era extraño ver en aquella época que las mujeres salían a la calle para pedir cambios”.

Protestas por las listas de espera en el centro de salud.
Las críticas no lograron amedrentar, sin embargo, a estas luchadoras, conscientes de que la acción era necesaria para la mejora del barrio. “Recuerdo que en carnavales Gloria Mas (una de las monjas del Sagrado Corazón) se puso una fregona en la cabeza y nos planteó que fuéramos todas disfrazadas para reivindicar la construcción de colegios”, narra Antonia, sin poder contener las lágrimas al recordar a “esta gran persona que se desvivió por el barrio”.
Porque Gloria –al igual que el resto de religiosas- promovió la educación y el activismo pacífico para transformar el Zaidín. “Abandonaron los hábitos y los signos externos que delataban su militancia cristiana. Vivieron con el pueblo y compartieron sus mismos problemas, sin tratar de adoctrinar ni hacer proselitismo religioso en los entornos laicos donde trabajaban, lo que hizo que sufrieran la incomprensión de la jerarquía eclesiástica”, explica Olgoso en su libro.
Lo que marcó aquella época fue el descubrimiento de cosas. Tuvimos la gran suerte de despertar para luchar
Junto a estas monjas -y apoyadas por la asociación de vecinos Zaidín Vergeles- las mujeres emprendieron su lucha. Protagonizaron encierros durante una semana para que construyeran la guardería; animaron a los médicos del antiguo y precario centro de salud, situado en la calle Chile, a sumarse a los cortes de carreteras para demandar uno nuevo. Colocaron macetas a lo largo de las calles para que las asfaltaran; irrumpieron en plenos con pancartas para que abrieran el conservatorio; hicieron lecturas públicas para exigir la biblioteca y protestaron para que el tubo que hacía de puente para atravesar el río se sustituyese por uno real.
Entre las mejoras que impulsaron también se encuentra la construcción del centro cívico. “En realidad reivindicábamos una casa de la cultura. Hacía meses que habían excavado el hoyo para levantar sus cimientos, pero el tiempo pasaba y no iniciaban su edificación. Entonces limpiamos el agujero y, durante varios días, promovimos actividades culturales allí mismo, como teatro con niños, actuaciones o lecturas de poesía”, cuenta Mari Carmen Ariza, conocida como ‘la Chica’ en el barrio.

Acampada para exigir la construcción de la casa de la cultura.
Como miembro de la asociación de vecinos esta guerrera coordinó junto a una de las religiosas del centro sociocultural las encuestas que dieron a conocer la dura situación de Santa Adela. Este trabajo de investigación permitió impulsar el plan de transformación integral de la barriada, un proyecto promovido por la asociación vecinal en el que se implicaron todas las luchadoras del barrio recorriendo cada casa de la zona para rellenar los formularios.
Fue una de las últimas actuaciones que llevaron a cabo juntas, relatan algunas de las guerreras, que siguen luchando desde distintas asociaciones abanderando el lema de Freire que hoy día preside el centro sociocultural: “la cultura popular tiene por misión despertar la sabiduría que tiene todo hombre y mujer dentro de sí y ponerla en acción para transformar la realidad”.
Muy buen articulo de Granadaimedia y su reportera Lorena Moreno.
el zaidín, barrio de lucha y nuevos tiempos.
CHARLIE
Me ha encantado el artículo. Felicidades. Es maravilloso poder conocer un poquito mejor la vida del barrio del que tanto disfruto.
Un abrazo.
JuanMac
¡Maravilloso!.¡Vivan las acampadas y las mujeres que se enfrentan a las construcciones sociales para reivindicar sus necesidades!.
J
[…] Las Guerreras del Zaidín. Las mujeres que hicieron avanzar un barrio granadaimedia.com/las-guerreras-del-zaidin/ por ManuRH hace nada […]
Las Guerreras del Zaidín. Las mujeres que hicieron avanzar un barrio
Un artículo redondo. Me recuerda cuando la prensa se comprometía… ánimo que lo estáis haciendo muy bien
Angela
¡Genial artículo! Arriba la lucha!!
Reven
siempre por una reivindicación justa la que nos pertenece por derecho,la que pagamos con nuestro esfuerzo y sudor,con nuestros impuestos…y no solo para que vayan a infraestructuras de las que no pueden disfrutar los vecinos,tanto gente mayor,que no tienen un sitio donde distraerse (después de toda una vida de esfuerzo y sacrificio …) como a los jóvenes, para que les sirva de centro de formación y realización y quitarlos de la calle… y darles vida para que no se depriman…es nuestro esfuerzo y nuestro derecho. no pedimos nada que no sea nuestro, dejadnos administrar lo nuestro y disfrutarlo, nosotros no vamos a vuestra casa a organizaros…
Antonio
Muchas gracias por el artículo, y por recuperar esas fotos. Yo era una niña cuando participé en esas acciones por la casa de la cultura. Ver las fotos me ha emocionado muchísimo.
Lydia
[…] dudarán a estas alturas de que el Zaidín es un barrio guerrero. El nuevo frente abierto es la tasa de basura. La asociación de vecinos Zaidín-Vergeles ha […]
Granada despierta con firmas contra la nueva tasa de basura | Granada despierta
No he podido contener las lágrimas tras leer este precioso recorrido por la historia de nuestro gran barrio tiempos de muchos esfuerzos y muchas puertas en las narices pero al final las cosas salían (orgullosa)
Felisa benito alcala
Me he emocionado al leer este artículo fuí alumna de ese colegio. Y como no,he recordado los nombres de toda estas mujeres. Y doy fe de todas esas historias y muchas más, de pronto las mujeres nos vimos en acción, nos ayudamos unas a otras incluso tanto en lo Cultural como en lo sicológico y también un boca a boca para encontrarle trabajo al marido a los hijos hijas y a nosotras mismas. Amigas para siempre
María José Alarcon