Paseando por el centro de Granada, sorteando Zaras, Maripaces, Vodafones… asombra encontrar un rincón que brilla por su imperturbabilidad. Es la librería-papelería ‘Estudios’, en pleno Mesones, que lleva 55 años de servicio al público desde que Gabriel, progenitor de la actual dueña, la fundó en 1958. Es, además, el único comercio de la calle que persiste tal cual se abrió, como pueden apreciar los viandantes.
Cincuenta y cinco años desde que Dolores Espinosa salía del colegio y, sin haber cumplido una década de edad, acudía uniformada y con su cartera para ayudar en el negocio familiar. ‘Éramos una librería especializada en libros de texto’, cuenta Loli, que recuerda gratamente el momento de la santificación del local: “Al sacerdote le hizo mucha ilusión el nombre escogido, por su doble sentido, ‘Estudios’ referido al material de la tienda y, al separar las sílabas, ‘Es-tu-Dios’”.
Actualmente, la librería centra su mercado en el comercio de publicaciones relacionadas con Granada, y lo complementa con artículos de papelería e imprenta. Cita, por dar un ejemplo, la “Historia de Granada” de Ricardo Villarreal, entre muchos otros volúmenes. Además, disfruta describiendo el ambiente de la década de los sesenta, tan diferente del actual: “Enfrente teníamos una tienda de confecciones, a la izquierda (según se entra) una armería y la calle estaba surtida de todo tipo de negocios artesanales: esparterías, sombrererías, zapaterías… así como barberías, litografías, o pensiones”. Así se puede observar en el documento adjunto, que data de 1969, coincidiendo con la reforma que realizó en Ayuntamiento en la calle.
La librería conserva hoy su aspecto inicial, ante el asombro de curiosos y gratificación de sus clientes habituales. “Incluso el mostrador actual pertenece al negocio anterior, una tintorería, por lo que tiene más de 100 años”. Al preguntarle sobre la crisis y el futuro, Loli es clara: “Seguiremos aquí hasta que el cuerpo aguante… y Hacienda lo permita”. Y es que ni orgullo ni fuerzas le faltan para llevar en solitario el negocio de su familia. A pesar de trabajar como su propia jefa, no consiente tomarse unas vacaciones ni contratar a nadie más, y así lleva doce años, desde el fallecimiento de su padre.
No esconde que la situación se pondrá más difícil al terminarse la vigencia de la Ley de Arrendamientos Antiguos o Decreto Boyer (debido a que el local goza de renta antigua), pero Espinosa tampoco gusta de pensar a largo plazo. “Esto es mi vida, mi aplicación y mi devoción”. Un rincón granadino que, con sus estanterías únicamente accesibles mediante escaleras de mano, sus cintas para máquinas de escribir y sus recortables y cromos alemanes resiste al paso del tiempo. Porque medio siglo, es nada.
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