
El acusado de las pintadas pasea con su perro por una calle del Albaicín.
«He sido condenado de forma espuria e impune por la prensa, internet y los panfletos de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín«. En su derecho a la última palabra, J.O.T., profesor de la Universidad de Granada, no ha ocultado esta mañana su irritación con los que considera responsables de que compareciera, como acusado de un presunto delito por daños al patrimonio histórico, en el juicio que quedó visto para sentencia en el Juzgado de lo Penal 5 de Granada.
Tanto la Fiscalía de Granada como la acusación personada, en representación de la Junta de Andalucía, han mantenido en sus conclusiones definitivas las penas de dos años de prisión y la multa de 450 euros, cantidad en la que se cuantificaron los daños ocasionados por la retirada del más de un centenar de pintadas que se le atribuyen -algunas de contenido obsceno– en fachadas de viviendas y algunos edificios catalogados como Bien de Interés Cultural de un barrio, el Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Por su parte, la letrada del profesor universitario y vecino también del Albaicín -residente en una casa catalogada como BIC- defiende su inocencia al no quedar acreditada la participación de su cliente en los daños ocasionados. Alude a la enfermedad visual crónica de J.O.T., que le impide deambular por las calles de madrugada, cuando se realizaban las pintadas; a su trabajo como profesor de la UGR, circunstancia que, cuando ocurrieron los hechos, le obligaba a ausentarse de su casa; y a la animadversión que, según el acusado, mantienen hacia él los miembros de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín, que fueron los que denunciaron los hechos ante la Fiscalía. En cualquier caso, la defensa sostiene que no se pueden considerar delito los hechos pues, a su juicio, responden más a una falta contra el patrimonio, que se castiga con pena de arresto de uno a tres fines de semana.
En su declaración, J.O.T. se presentó como víctima de una persecución e incluso dijo temer por su vida. «Estoy amenazado de muerte», declaró el acusado al juez Miguel Ángel Torres, al que hizo saber que ha acudido a un notario para que quede constancia de que, «si yo sufro una desgracia, los culpables tendrán que comparecer ante la justicia».
Negó los hechos que se le imputan y, aunque confesó conocer las pintadas -«todo el mundo las puede ver. Imagínese, toda una enciclopedia«- dijo no recordar su contenido. Es más, mencionó haber sufrido él mismo el problema de las pintadas al verse obligado a eliminar un «insulto soez en inglés» que un desconocido dejó en su puerta y que el juez no consideró necesario que reprodujera.
«Estoy amenazado de muerte. Si yo sufro una desgracia, los culpables tendrán que comparecer ante la justicia»
Se refirió al glaucoma ocular crónico que le ha ocasionado una pérdida de visión, lo que le obliga a seguir un tratamiento y le impide salir de casa por las noches. «Tengo una perra lazarillo por mi falta de visión», puntualizó el profesor, quien afirmó además tener problemas de movilidad tras sufrir una caída y producirse un esguince.
Se refirió a las tensas relaciones con la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín desde que se negó a ser miembro porque «tenía trabajo en la Universidad como para estar pendiente de ciertos comadreos de barrio». Incluso aseguró haber interpuesto denuncia contra alguno de sus miembros por reproducir en la web vecinal la noticia sobre el decreto de Fiscalía que le imputaba un delito por daños al patrimonio.

Una de las pintadas en una puerta que aún permanecen.
Los dos agentes del Seprona de la Guardia Civil que realizaron la investigación a petición del ministerio fiscal confirmaron los daños ocasionados en viviendas y edificios catalogados, aunque ya para entonces el Ayuntamiento y los vecinos habían eliminado la mayor parte de las pintadas -en su mayoría la frase utilizada era «Fumar mata»-; además de recabar los testimonios de cuatro vecinos que sorprendieron al profesor pintando fachadas de madrugada.
Uno de ellos, la hoy presidenta de la AAVV del Bajo Albaicín, Lola Boloix, reconoció ante el juez que quedó «impresionada» cuando, a cierta distancia y sin que él pudiera verla, sorprendió al acusado hasta en dos ocasiones -una en la Cuesta de San Gregorio y otra en la calle Limón- emborronando las fachadas de dos viviendas. «No le llamé la atención en ese momento porque no podía creer que un profesor, al que conozco desde hace 30 años, poeta y vecino del barrio, al que respeto, pudiera estar haciendo eso». Una de esas pintadas pudo verla desde la distancia porque «era un pene enorme».
«Tenía trabajo en la Universidad como para asistir a comadreos de barrio»
La anécdota del juicio la protagonizó otro vecino del barrio que solicitó declarar como testigo a través de una mampara para evitar, según él, posibles represalias, circunstancia que extrañó al propio juez, quien terminó accediendo a su solicitud. Se ratificó en su declaración anterior. «Entonces no sabía quién era. Le vi en dos ocasiones, siempre a cierta distancia porque iba con su perro y no me atrevía a pasar por ahí». Ambos vecinos negaron que existiera animadversión hacia el profesor universitario.
Finalizado el interrogatorio, la Fiscalía mantuvo la petición de dos años de cárcel por un delito de daños contra el patrimonio histórico al quedar «acreditado» por las pruebas documentales y testificales que el profesor «se dedicó a hacer pintadas» que ocasionaron una «contaminación visual apreciable» en viviendas y algunos edificios protegidos dentro de un entorno, el barrio del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad. La acusación en representación de la Junta de Andalucía se adhirió a la petición de la fiscal y puntualizó que no existe informe médico que demuestre que carezca de capacidad visual para deambular de noche por las calles o realizar pintadas «para las que no se requiere capacidad artística alguna». Diametralmente opuesta fue la tesis de la defensa, para quien no queda acreditada la participación de su cliente en los hechos, tratando de presentar el caso como una rencilla entre vecinos.
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Seguimos con los grandes problemas del barrio,por favor……
¿Por que no preocuparse de la desintegración de los vecinos del barrio, la falsa sensación de miedo instalada por unos pocos en la mente de sus vecinos, la especulación que hace cada día mas difícil poder pagar una casa en alquiler o no en el barrio, el desconocimiento de los propios vecinos de la gente con la que convive, que el barrio ya no se viva sino que se venda al turismo.etc….????
Yo soy vecino del barrio, y no me gusta que este sucio, la verdad, ¿pero porque el 90 % de las noticias sobre el albaicin siempre hablan de lo mismo???
CHARLIE
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