
Imagen de archivo de visita institucional a la escuela de verano de Norte.
Andamos estos días dándonos golpes de pecho con los comedores escolares de Norte. Tres centros concertados del barrio —Amor de Dios, San José y Luisa de Marillac— han comenzado el curso sin este servicio imprescindible para muchas familias del barrio.
Se ha dicho muchas veces, pero quien no haya pateado calles como Sagrada Familia, Rodrigo de Triana o Molino Nuevo, conversado con los gestores de estos centros, instituciones religiosas que vienen atendiendo a los vecinos del barrio cuando era aún La Virgencica y tenía otro emplazamiento, será difícil asumir que para muchos niños la del cole es la única comida que hacen al día. Pasa en muchos otros barrios con la crisis, pero lo de Norte es sistémico.
La voz de alarma la dio Ibagar, la empresa de cáterig a la que los tres centros adeudan 247.000 euros. Los gestores de los coles andaban preocupados, y sotto voce, lo comentaban a algún líder vecinal, a un párroco del barrio, pero ante los medios de comunicación optaban por hacer mutis. “No vaya a ser que la Junta nos castigue y sea peor el remedio que la enfermedad”.
No es la primera vez, ocurre con cada inicio de curso. A remolque, Educación va engrasando la maquinaria que parece se oxida con tantas vacaciones de verano o con tantas elecciones, anticipadas o no. “Estamos trabajando en ello”, asegura emulando a Aznar la delegada del Gobierno en Granada, como si la realidad fuese nueva y, de primeras, se enterara de la situación de los comedores escolares de Norte.
La situación este curso se solventará, antes o después, por la presión de los medios y colectivos vecinales, las críticas de los partidos políticos y agentes sociales como los sindicatos y, confiemos, con la buena voluntad de la Junta de Andalucía, administración competente en la materia. Pero el año próximo volverá a estallarnos en la cara.
Para quienes no hay solución es para los pequeños de 3 a 6 años. Para el segundo ciclo de Infantil, al no ser obligatorio, no hay derecho a comedor en la concertada. De ello saben mucho en el colegio Virgen del Pilar del poblado de Cartuja, donde hacen milagros para no dejar a ningún niño sin un plato de comida, usando instalaciones propias para cocinar y empleando a dos mujeres del barrio como cocineras.
Hay voces desde la concertada que apuntan al interés del Gobierno autonómico por derivar a la escuela pública a las familias, pero es difícil creerlo en un distrito donde la oferta está copada por colegios privados y la presencia de colegios públicos es residual. En el ‘agujero negro’ que conforma Cartuja con La Paz directamente no hay ninguno tras el cierre, hace años, del Alfaguara.
Norte es un claro ejemplo de la hipocresía que reina entre nuestros gestores públicos y responsables políticos, entre quienes abundan aquellos que hicieron carrera en el barrio, ayudando a los excluidos… y nunca más han vuelto a pisarlo.
Me parece un artículo muy bueno y muy clarito de la situación de nuestro barrio en este problema concreto y lo mejor de todo, diciendo las cosas claras a quien hay que decirlas.
¡Bravo Ana¡
Adelina Martín