La noticia de la semana pasada en Granada, ciudad libre de referéndums, ha sido el acuerdo programático de 50 medidas que Partido Popular y Ciudadanos han signado como trampolín del mandato. Algunas de las reacciones al mismo han ido en la senda de poner de relieve esta suerte de cohabitación en el Consistorio con la dickensiana metáfora de los dos alcaldes.
Desde luego es para estar de enhorabuena, dos alcaldes son mejor que uno y de ser esto realidad es un avance importante para una ciudad que se halla desposeída de primer edil desde, al menos, 2003.
Sin embargo, si nos detenemos a analizar la situación con un mayor detalle observamos que nada ha cambiado: por una parte, Torres Hurtado continúa con su negativa a marcharse pese a que nunca llegó, y pese a estar de vuelta de todo, categoría que, como indicó Antonio Machado, pertenece a los que nunca han ido a ningún sitio; por la otra, un Luis Salvador cuyo margen de operatividad respecto a Madrid es más bien nulo, cosas de la nueva política.
Por suerte el prólogo de estos cuatro años ha sido muy extenso con lo que ya va faltando menos para votar en 2019.
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