
La oferta de empleo de Key 21 pegada en un edificio del Zaidín.
“Pago diario. Dile adiós a la crisis. Trabaja en promoción y ventas. Varios puestos vacantes. Jóvenes de 18 a 40 años. No es necesaria experiencia. Jornada completa”. Cientos de panfletos con este mensaje inscrito empapelaban la Avenida de Dílar durante la Semana Santa. En tiempos en los que buscar un empleo se convierte en un trabajo más, resulta llamativo que una oferta caiga literalmente a tus pies, como sucedía en este caso al ser prácticamente imposible pasear por el barrio sin pisar alguno de los carteles arrancados.
Decidí llamar al teléfono del anuncio, haciéndome pasar por desempleada, para descartar un posible engaño. Al otro lado del aparato una voz femenina me cita para el día siguiente, a las 9.30 de la mañana, en la calle Santa Rosalía, número 7. Me comenta que desconoce los detalles de las vacantes cuando le pregunto por este tema y me insta a llevar un currículum.
Sigo sus indicaciones y, algo antes de la hora acordada, llego al lugar de la entrevista de trabajo. El anuncio que me ha llevado hasta allí está pegado en la puerta, en la que descubro el nombre de la empresa, Key 21. Los ventanales del edificio dejan entrever a un grupo de jóvenes en el interior de una sala. De pie y en círculo parecen celebrar algún tipo de reunión. Una vez dentro, donde otras tres personas currículum en mano esperan su oportunidad de salir del paro, la recepcionista me entrega un cuestionario. ‘¿Cuánto te gustaría ganar?’, ‘¿Qué es para ti la felicidad?’, ‘¿Qué valoras en la vida?’ son algunas de las preguntas que leo en el impreso, que da a elegir varias opciones como respuesta. En el apartado dedicado a la experiencia laboral y a los estudios omito mi verdadera profesión e indico que solo tengo el Título de Bachillerato.
En tiempos en los que buscar un empleo se convierte en un trabajo más, resulta llamativo que una oferta caiga literalmente a tus pies
Durante la espera oigo las voces de los jóvenes que había visto desde la calle. Hablan de alcanzar objetivos, de superación, de cifras y porcentajes. Se intuye una clase de motivación dedicada a conseguir ventas. Un fuerte grito conjunto de “¡gol!”, similar al de los espartanos en 300, propicia miradas de desconcierto y levantamiento conjunto de hombros de los que esperamos la entrevista. Este rugido da por concluida la reunión, con lo que todos salen a tropel armados de carpetas.
Por fin me toca turno. El entrevistador me pregunta por mi experiencia laboral, no sin antes disculparse por la escena que he descrito: “Te habrá extrañado lo que acabas de presenciar; es que habéis coincidido con una de las reuniones de comerciales”. A continuación me da detalles de la empresa: es una multinacional que se está expandiendo por Europa… Trabajan para Vodafone. Necesitan cinco comerciales. Este empleo hace posible, según indica, elegir el dinero que se desea ganar y el tiempo de dedicación, en función de los objetivos que cada uno se marque. En principio, explica, el ‘salario base’ es de 500 euros, si se consiguen 20 contratos al mes. Por cada alta de Vodafone dan una comisión diaria de 21 euros, que pagan religiosamente al final de la jornada, garantiza. “¿Y si no alcanzo el cupo mensual me echaríais?, le pregunto. “Bueno, eso depende…tendríamos que valorarlo”, responde. El contrato, por supuesto, mercantil.
Titubeo y le hago saber mis reservas respecto a ser capaz de dirigirme a los posibles clientes usando la técnica de puerta fría que emplean. Él me insiste: “Normalmente las entrevistas de trabajo no suelen ser así de informales, como sabrás, pero he visto algo en ti. ¿Tú quieres trabajar?”. Le pregunto entonces que cuando empezaría. “Ahora mismo saldrías conmigo a la calle para ver cómo funcionas. ¿Te ha sorprendido, verdad?”, me interpela.
Como contestación le comento que es muy precipitado y que me lo tengo que pensar. “Te puedo llamar después para darte una respuesta”, le pregunto, sin salir de mi sorpresa por la inusual situación: ‘¿en qué clase de entrevista de trabajo es el interesado el que se despide diciendo ya te llamaré, en lugar de ser al revés?’, pienso. Inmersa en estas elucubraciones, mi interlocutor me dice que mejor me llama él, ya que va a salir a la calle con dos de los aspirantes que han coincidido conmigo esa misma mañana.
Opiniones encontradas. Después de este episodio –que acabó con una negativa por mi parte tras recibir la llamada de teléfono– hemos descubierto comentarios en foros y grupos en Facebook promovidos por presuntos trabajadores de esta empresa afectados, al parecer, por el impago de algunas de sus franquicias: ‘¿Por qué los buenos acaban fuera de Key 21?’ y ‘Key 21 son unos estafadores’ son dos de las páginas existentes en la red de Zuckerberg. En ambas han dejado también su comentario otros supuestos empleados de la firma que desmienten estas acusaciones y aseguran estar muy satisfechos con sus condiciones laborales.
Si alguno de vosotros ha comenzado a trabajar para esta multinacional en el Zaidín o en Granada, nos gustaría que compartierais con nosotros vuestra experiencia, de cara a que los desempleados sepan a qué atenerse cuando encuentren una de sus ofertas de empleo.
Yo también estuve haciendo una entrevista con ellos, después de convocarme un día de pruebas, de llevarme en autobús a estafar a familias y abuelas, y encima teniendo que pagarme yo mismo la comida, a la vuelta me dijeron que estaba contratado.
Lo que me ofrecían era pasar calor con traje a 45 grados en la calle, y encima no tener sueldo fijo, solo ibas a comisión por cada venta, la gente no tenía conocimiento ni de lo que vendían, en mi caso eran routers 3g.
Quieren hacerte creer que eres importante, y verdaderamente hay gente allí que se lo cree, estas cosas deberían de estar prohibidas.
Ricardo