Opinión

El gobierno de la «nueva era»

Álvaro Calleja
Avatar de Álvaro Calleja

Periodista con residencia en el barrio del Albaicín. Formo parte de Giro Comunicación S. Coop. And. También en

pleno investidura Granada José Torres Hurtado

El alcalde José Torres Hurtado y el concejal del PP, Sebastián Pérez, posible sucesor, se saludan. Foto: Javier Algarra

Uno de los efectos perniciosos de las elecciones es que terminan engordando el ego de nuestros políticos que de un plumazo se llevan el voto y tu vergüenza.  Salta a la vista que aquellos que iban a regenerar la democracia con pactos anticorrupción y transparencia, los mismos que iban a civilizar a la derecha, han optado por la vieja política de toda la vida sin desenmarañar el nudo de la partida.

El desenlace ya lo conocemos. El perpetuo José Torres Hurtado ha recibido hoy las aguas bautismales por cuarto mandato consecutivo gracias a la bendición del  omnipotente Salvador, el líder espiritual de Ciudadanos con buenas dotes de fajador; la persona que ha movido los hilos políticos durante 20 días y que curiosamente dice abanderar el juego limpio en todo este embrollo mientras esconde sus cartas en la trastienda. Finalmente, la abstención de su grupo ha aupado al PP en el gobierno.

Algo de esquizofrénico tiene la nueva (y limpia) política cuando el mismo que exige disculpas al alcalde por su sucia campaña electoral es hoy quien se  excusa por reclamar su ‘cabeza’ para que sea posible un «cambio de era».

La «nueva era» ya está aquí. La lidera -¡sorpresa!- José Torres Hurtado o ‘Pepe el breve‘ -apelativo este último apropiado en el caso de que realmente esté  pactado mantenerse en su ‘reino’ hasta las próximas elecciones generales, como así ha trascendido en el prensa- quien dijo esta mañana que no piensa defraudar  a Ciudadanos. Lo aseguró durante su embarullado responso con el que cerró un pleno de investidura muy dado a los sermones.

Torres Hurtado quiere permanecer «apartado» de las «discusiones políticas» en su papel de «aglutinador» de todos los grupos municipales para buscar el  consenso, una virtud de la que no ha hecho gala en doce años.

En noviembre -¡quién sabe!- cederá los trastos a Sebastián Pérez, para muchos de sus rivales el virtual alcalde de las elecciones del 24M pese al revés sufrido en la Diputación. ¿Asistirá ahora a los plenos?

Y mientras, Francisco Cuenca (PSOE) acudió al pleno descompuesto y ‘sin novio’, molesto por un «paripé» al que se ha prestado para tratar de gobernar con pocas garantías de éxito. Los mensajes, aunque diferentes en su forma, acaban justificándolo todo para conseguir el único objetivo que no es otro que el poder. Y, si se puede,  se pacta a la carta, con Dios o con el diablo. Sorprende que los mismos socialistas que a diario arremeten contra el lavado de cara de la derecha, el  neoliberalismo que también ellos practicaron en el pasado, hayan dado tanto crédito a Luis Salvador, hasta hace poco uno de los suyos.

En cualquier caso el mandato a priori se presenta atractivo, sin una mayoría absoluta que maniate a la oposición. La voz del 15M ha traspasado el umbral del  Ayuntamiento para quedarse. Inquietante la expresión «ojos sin párpado» que utilizó Marta Gutiérrez para referirse a la oposición «constructiva, rigurosa  y vigilante» que desarrollarán en los próximos cuatro años, pero a nadie se le puede escapar, como recordó en su intervención, que representan a más  de 14.000 ciudadanos ilusionados con otra forma de hacer política. El tiempo dirá.

IU no va ser una comparsa. El voto de Francisco Puentedura será decisivo cada vez que Ciudadanos se abstenga, excepto hoy. El cambio del Reglamento Orgánico Municipal le  permitirá disponer de igualdad de oportunidades en la participación de los debates.

Asistiremos a la ansiada «confluencia» de la izquierda en muchas de las  cuestiones que se plantearán sobre la gestión diaria del gobierno del PP. Harina de otro costal es que esa unión llegue a un entendimiento para formar en  el futuro una candidatura común. Los resultados han evidenciado que juntos podían haber obtenido más protagonismo. No se puede olvidar que si esta ciudad es  mayoritariamente conservadora se debe en buena parte al fracaso de la izquierda, incluido el PSOE que, a ojos de Vamos Granada, ha dejado de ser casta o menos casta.

PD: No le vendría nada mal cambiar el decorado y la simbología a la sesión constitutiva de la corporación municipal. Es un anacronismo que se pueda jurar el cargo ante una biblia, vulnerando la neutralidad de las instituciones públicas y perpetuando fórmulas del pasado. Tradición de rancio abolengo lo llaman.

Comentarios en este artículo

  1. cada uno es libre de jurar o prometer sobre la Biblia o la Constitución, no van a venir ahora cuatro a cambiar, A quien no le guste que mire para otro lado. Quienes han jurado sobre la Biblia son legítimos representantes de aquellos que los han votado, mayoría, esta vez, simple pero mayoría.

    Luis
  2. la aconfesionalidad del estado es igual de digna que nuestra democracia. así nos va…

    alice
  3. Tengo una duda que me corroe el alma, ¿este hombre se llama Luis o Salvador.

    manuel fernandez martín
  4. Cada uno es libre de opinar y de no opinar, si la Biblia va a regir nuestras vidas, agasajemos a los corruptos que huyen de la justicia, no lo digo yo, lo dice Isaías: Traed agua para el sediento, habitantes de la tierra de Tema, salid con pan al encuentro del fugitivo…..ahhh no que esto es demagogia

    Plumbio-Anonimate
  5. Hay que ver lo que le molestan las Biblias a algunos!!!!! No habrá otras cosas q molestan mas en este mundo.

    Luis
  6. Biblia=conjunto de leyendas
    Constitución=norma fundamental del Estado

    Pepa
  7. Que poquito ha tardado Ciudadanos en retratarse, menuda regeneración democrática han traído. ..

    Tomás
  8. Excepcional análisis. Compartido en su totalidad. Enhorabuena.

    Juan Ignacio

¡Danos tu opinión!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.