El corazón del Realejo tiene a veces arritmia

Media tarde en el Campo del Príncipe. Mientras un buen número de niños juegan en el parque infantil, dos mujeres discuten a gritos. En un momento dado, una de ellas decide que es el momento de pasar de las palabras a los hechos, se abalanza hacia la otra, la agarra fuertemente del pelo y le arranca un buen mechón, que acto seguido deposita en un banco como señal de su victoria. Los chiquillos tienen la boca abierta y sus padres, también. 

¿Un hecho aislado? No. ¿Un incidente habitual? Tampoco. Son cosas que a veces pasan allí. El pulmón del Realejo, una de sus pocas zonas verdes, padece contaminación esporádica. El corazón del barrio, porque también se le puede llamar así, sufre de arritmia de tanto en tanto.  

Recientemente, uno de esos episodios pasó de lo anecdótico. Una pelea en la puerta de un bar terminó con al menos un herido por arma blanca. Algunos aseguran que un hacha. El presunto autor, sobre el que pesaba una orden de busca y captura, fue detenido. 

Declaraciones discrepantes

«Denunciamos ante la Subdelegación del Gobierno en Granada que están produciéndose incidentes allí y la respuesta de la Policía Nacional fue negar los hechos y decirme que yo tengo obsesión por elevar la criminalidad», afirma el presidente de la Asociación de Vecinos del Realejo, Alejandro Corral, que confiesa que esa contestación le dejó estupefacto.

Sin embargo, desde el organismo dependiente del Ejecutivo central contradicen al dirigente vecinal. «La Subdelegación, a través de la Policía Nacional, siempre muestra su sensibilidad hacia los problemas que plantean los vecinos en las juntas de distrito», señaló una portavoz.

Sobre el incidente con un arma blanca, la portavoz dijo que la Policía Nacional lo considera «un hecho aislado en el que actuó con eficacia y diligencia». Añadió que ni en la Subdelegación ni en la Policía Nacional se ha recibido «ningún escrito de queja» remitido por la asociación de vecinos, e invitaron a ese colectivo y a los residentes del barrio que tengan interés en hacerlo a «ponerse en contacto con nosotros para que, bien en una junta de distrito o bien de cualquier otra forma, nos expongan sus problemas, que nosotros les atenderemos».

La «memoria selectiva» de los vecinos del barrio

Al margen de esas declaraciones discrepantes, Corral no cree que aquello sea un lugar peligroso, ni mucho menos, y tampoco considera que lo que ocurre sea algo nuevo. «Lo que pasa es que la gente tiene memoria selectiva y se acuerda de lo que quiere; pero aquí, en los años ochenta y en los noventa, hubo mucha inseguridad por culpa de la droga», comenta. 

Niños en el exterior del parque infantil del Campo del Príncipe, un sitio donde están a sus anchas. Fotos: Lucía Rivas.

Pero centrándose en lo que ahora sucede, el dirigente vecinal acota el problema y lo achaca a la presencia de un grupo de personas que «trapichea con drogas y hace movimientos extraños», cosa de la que, añade, está al tanto la Policía Local. Y es cierto que a veces se pasan por allí y echan un vistazo, aunque también que otras veces los agentes se limitan a dar una vuelta en el coche y ni se bajan.

Asimismo, ha habido redadas y actuaciones de más fuste, en las que por cierto sí que ha intervenido la Policía Nacional. Se han producido ya de noche, en el Campo del Príncipe y en las inmediaciones, ante las llamadas de vecinos que alertaban de que en una casa ocupada, en una bocacalle de Molinos, había más jarana de la permisible.

Peleas y botellas que vuelan desde un balcón

«Me dicen vecinos de las proximidades que los que viven en esa casa tiran cosas por las ventanas, que gritan mucho, que insultan a los que pasan por la calle…», enumera Alejandro Corral. «Aquello es un hervidero de gente que va y viene. Yo he visto peleas, botellas de cerveza arrojadas a la calle desde un balcón, que menos mal que no pasaba nadie por abajo…», corrobora María López, vecina de la zona y una habitual del Campo del Príncipe, al que acude con su pareja y su hijo. 

Hace muy poco, dos extranjeros que vivían en una casa en la calle Molinos fueron desalojados. Si bien es cierto que ahora se han trasladado al edificio de enfrente, la pregunta sigue siendo válida: ¿la vivienda que está dando problemas no se puede desocupar? Alejandro Corral dice que no porque allí dentro hay menores «y eso complica las cosas». 

Lo cual conduce a otro problema, que María López plantea en forma de pregunta: «¿Da igual que esos menores se estén criando de la mano de dios? Porque parece que las instituciones, los policías y los ciudadanos en general estamos mirando para otro lado. ¿Qué tipo de aprendizaje están teniendo esos niños?», subraya. 

El Cristo de los Favores, uno de los focos de atracción de la principal zona recreativa del Realejo.

«Tengo entendido que los servicios sociales están al tanto», continúa la vecina, que añade que, por desgracia, la respuesta que dan es que «están desbordados y que siempre hay alguien que está peor. No digo que no, pero ojalá algún día se aborde ese expediente», sugiere. 

«Pero es que lo de los servicios sociales puede traer un efecto aún peor», tercia Alejandro Corral, que asume que, aparte de reforzar la vigilancia, poco más se puede hacer por ahora «porque tampoco se le puede impedir a nadie que esté en una plaza pública». En ese sentido, un policía local con el que habló GranadaiMedia va más allá y pone el acento en que «mientras no exista un delito flagrante, es difícil que podamos intervenir».

Una reunión prevista con los vecinos más afectados

Corral deja claro que el Ayuntamiento de Granada conoce también la existencia de esos problemas puntuales. De hecho, asegura que la concejal de Seguridad Ciudadana, Raquel Ruz, tiene previsto «mantener una reunión con los vecinos más afectados». Por su parte, la citada fuente de la Policía Local reconoce que a los agentes les resulta más que familiar y confirman que pasan a menudo por la zona. GranadaiMedia ha intentado recabar la opinión de Raquel Ruz para este reportaje, pero sin éxito.

Hay padres que han dejado de llevar a sus hijos a ese parque infantil o se están planteando hacerlo, porque no les gusta lo que ven. María López considera que eso es un error. «Yo entiendo su postura, pero creo que no tienes por qué dejar de ir a un lugar precioso donde disfrutan tus hijos. Si dejas de ir, le estás dando la espalda al problema y dejas el terreno libre para que acuda gente indeseable. El Campo del Príncipe es mi casa, como también es la suya. Tenemos que aprender a compartirla y evitar problemas de convivencia, pero está claro que allí algunos hacen cosas ilegales y otros, la mayoría, no las hacemos», enfatiza. 

Alejandro Corral comparte esa opinión y anima a los usuarios del parque a seguir yendo «y a disfrutar de un espacio que es seguro en líneas generales, como lo es el resto del barrio. Es cierto que a veces pasan cosas, como lo es que el verano del confinamiento padecimos una oleada de robos durante varios días, pero fueron hechos aislados», insiste. 

Los servicios sociales están avisados

Los menores que se han mencionado estudian en el colegio público José Hurtado. Su director, Jesús Rienda, dice que allí dentro también hay problemas pero no culpa a los niños, a los que considera más bien «víctimas de donde han nacido y de lo que han vivido». 

En la zona hay varios bares con terrazas, en una de las cuales se produjo un incidente con un herido de arma blanca y un detenido.

El caso, añade, ya ha sido puesto en conocimiento de los servicios sociales del Ayuntamiento de Granada. Desde el colegio se rellenó la llamada Hoja Simia, un formulario que recoge los incidentes que se han producido y las quejas que le han llegado al tutor de los alumnos y al propio director. 

«Hemos hablado con la madre, aunque no ha sido nada fácil que viniera al colegio. Pero cuando le hemos expuesto el problema nos ha recomendado que tiremos de las orejas a sus hijos, que es algo que por supuesto no vamos a hacer», expone Rienda, que agrega que, desde su responsabilidad, se puede hacer muy poco más. «Aunque son problemas puntuales y no sistemáticos, entendemos que los servicios sociales deben estar avisados, de ahí que nos hayamos puesto en contacto con ellos. Ahora estamos a la espera de que esos servicios actúen, que deriven el caso a la Fiscalía de Menores o que hagan lo que estimen más oportuno», finaliza. 

 

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