La metamorfosis de la Casa Cuna

Casa Cuna, Calle Elvira, rehabilitación

Los arquitectos María de la Barca Fernández-Reinoso y Alfonso Bermejo Oroz posan en el patio de la Casa Cuna.

La Casa Cuna de la calle Elvira ha abierto de nuevo las  puertas a sus vecinos, a los que se vieron amenazados con el desahucio hace ahora siete años y a otros tantos afortunados que han accedido a una de las 22 viviendas sociales de alquiler.

Cuesta reconocer un bloque de viviendas que estaba condenado a su abandono y demolición, como otros tantos inmuebles del Albaicín, y que, tras su rehabilitación con fondos públicos y privados –cerca de tres millones de euros en total-, luce con luz propia en el entorno urbano.

Los artífices de su transformación son los arquitectos María de la Barca Fernández-Reinoso y Alfonso Bermejo Oroz, encargados de recuperar lo que en el pasado fue hogar de los niños expósitos de Granada antes de su traslado al Convento de Santa Inés.

«Nos encontramos con un edificio en situación de ruina técnica, un edificio muy transformado y deteriorado»

Se tiene constancia de que el inmueble del siglo XVI, que hoy ocupa los números 85, 87 y 89 de la Calle Elvira y que consta de seis edificaciones de distintas épocas, sirvió como casa cuna desde 1770 hasta 1811, un periodo relativamente corto de años que la memoria colectiva se ha encargado de perpetuar en el tiempo manteniendo su nombre sobre el inmueble. En Granada sigue siendo conocido por el lugar donde las familias sin recursos depositaban a sus bebés para que recibieran cuidados y atenciones, con la particularidad -en el caso de la Casa Cuna de Elvira- de que también se les enseñaba un oficio en el taller de cordelería.

Luego se reconvirtió en casa de vecinos con sucesivas modificaciones a lo largo del tiempo que distorsionaron su estructura. “Cuando hace siete años ganamos el concurso para su rehabilitación nos encontramos con un edificio en situación de ruina técnica, un edificio muy transformado y deteriorado, sin identidad propia. Lo que hoy es el patio antes era un fondo de saco, un espacio residual de la casa”, explica Alfonso Bermejo Oroz.

Las imágenes que los arquitectos ceden a GranadaiMedia hablan por sí solas. El bloque de viviendas “se encontraba en una situación penosa, con graves amenazas de inestabilidad estructural y con importantes problemas de habitabilidad”.

La intervención en cada uno de los seis módulos ha sido distinta en función del valor patrimonial y su estado de conservación. Los dos edificios con más interés histórico se encuentran uno enfrente del otro: por un lado, el módulo donde se hallaba el Sex Shop Patxi que pudo albergar en el pasado el comedor de la casa cuna y el taller de oficios de cordelería; y, en el otro extremo, el edificio situado junto a la calle Postigo de la Cuna, por donde se accedía al pub Eshavira y donde los historiadores sitúan el torno que servía para depositar a los niños.

Algunos de los edificios de época más reciente se derribaron para construirlos de nuevo, como ha sido el caso del módulo de la entrada principal, cuya fachada del siglo XX se demolió para agilizar la obra con el compromiso de reconstruirla tal cual. También los edificios situados al fondo se tiraron abajo, si bien se reconstruyó el lavadero de madera como zona común de recreo.

“La idea era recuperar el patio para que se convirtiera en el corazón del edificio y que las viviendas se volcasen hacia él”

“La idea era recuperar el patio como elemento articulador, que se convirtiera en el corazón del edificio y que todas las viviendas se volcasen hacia él”, aclara María de la Barca, quien concede especial importancia al valor ambiental con el que se han elegido los materiales, en concreto las losas filtrantes del patio, y a la luz que penetra e ilumina el edificio.

Otro de los factores que, según María, pudo decantar la adjudicación del proyecto tiene que ver con la accesibilidad. Un complejo de viviendas con ocho niveles distintos obligaba a buscar la mejor solución para sus inquilinos, algunos de ellos con serios problemas de movilidad. Con la instalación de un ascensor en una de las esquinas del patio se ha logrado que se pueda acceder a 18 de las 22 viviendas sin subir ningún tramo de escaleras.

Entre los elementos que se han podido recuperar figuran en el semisótano dos columnas renacentistas de Sierra Elvira y ocho pilastras de travertino, muy similares a las del Corral del Carbón que, según la pareja de arquitectos, eran muy comunes en las edificaciones de la calle Elvira cuando ésta era el eje principal de la ciudad.

El resultado de todo ello es un bloque de viviendas totalmente remozado con un elemento central, el patio y sus galerías, que sirve de punto de encuentro de la comunidad y donde el color de los edificios no sólo tiene un valor estético sino que es una pieza más del puzle que separa la parte restaurada de la reconstruida y que le confiere identidad.

Alfonso tiene claro que la inversión realizada en la restauración del inmueble “es mucho más rentable que hacerlo nuevo”. “No hay por qué desarrollar más suelo cuando se puede recuperar el patrimonio. Además de generar empleo, se consigue el arraigo de la población, dinamiza el comercio con dos nuevos locales, se conserva la identidad, mejora el contexto urbano y revierte en la oferta turística”, subraya.

“No hay por qué desarrollar más suelo cuando se puede recuperar el patrimonio. Es mucho más rentable que hacerlo nuevo”

La mayor parte de los antiguos inquilinos han sido realojados en las distintas viviendas después de algo más de tres años residiendo en otro inmueble de la Junta de Andalucía; entre ellos se encuentran Julia, Pura y Avelino, residentes a los que el propietario respetará el contrato de alquiler de renta antigua durante los próximos diez años. Al resto de apartamentos y viviendas han ido llegando nuevos vecinos, muchos de ellos jóvenes, previa selección de la Agenda de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía, el organismo de la Junta de Andalucía que ha contribuido a la cofinanciación de la reforma.

El propietario del edificio, la familia Escribano, rehusó hacer declaraciones al sentirse maltratado por el tratamiento informativo de los medios de comunicación, pero accedió a que los arquitectos y directores de la obra pudieran explicar a Granadaimedia los detalles técnicos de la metamorfosis que ha experimentado el que fuera edificio asistencial. Siete años después de que el Ayuntamiento lo declarara en ruina, la Casa Cuna es hoy un edificio moderno y funcional que añade valor al barrio.

[En el siguiente mapa de Google se reproducen las seis edificaciones que han sido objeto de rehabilitación, y en algunos de reconstrucción, con una pequeña descripción de los trabajos realizados por los arquitectos a la que se puede acceder pinchando en el interior].

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Comentarios en este artículo

  1. La idea de la recuperacion de los espacios abandonados del barrio tiene que ser fundamental por la recuperacion de todo el patrimonio arquitectonico del Albaicin! La arquitectura es la historia de la ciudad no se puede dejar que se pierda!

    Silvia
  2. Quiero públicamente agradecer a Álvaro Calleja el artículo que ha redactado. Creo que ha sintetizado y ha hecho comprensible la complejidad de la intervención. Animo a los granadinos a que descubran y pongan en común todo ese patrimonio menor oculto, tenemos muchas huellas de nuestra historia y muchas piezas del puzle que montar.

    Alfonso Bermejo Oroz

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