
Ilustración de Arnal Ballester del libro ‘El día antes de la revolución’, de Ursula K. le Guin.
La vieja protagonista de ‘El día antes de la revolución’ coge la bata para ir al baño común. Todos los demás que viven en la Casa anarquista van desnudos. Ella ha sido líder e ideóloga del movimiento que va a triunfar, que rige la casa. Igual en 2014 Pablo, Juan Carlos, Carolina y los demás fundadores de Podemos imaginaron un partido-movimiento plenamente democrático, transparente en sus cuentas y procedimientos, amable con los militantes y dedicado a mejorar la vida de la mayoría de los habitantes del estado español. Seguro que todos ellos se educaron en los movimientos políticos españoles, en los partidos de izquierda que vienen de una tradición en la que “las primarias eran cosa de yanquis”, en los que la democracia interna era más que discutible y en la que la lucha entre facciones y compañeros era despiadada. Concediéndoles la buena voluntad, lo que parece es que su educación ha pesado más que sus intenciones. Lo aprendido en la práctica es lo que solemos hacer y sólo un esfuerzo intelectual y ético nos permite cambiar nuestros comportamientos por los que creemos que deben ser. ¿Deconstruirse? Deconstruirse.
Más que diques contra el fascismo necesitamos políticos capaces de crear seguridades, ocuparse de los problemas existentes y de no inventar nuevos problemas
Más que diques contra el fascismo necesitamos políticos y políticas capaces de crear seguridades, de ocuparse de los problemas existentes y de no inventar nuevos problemas. Necesitamos representantes pegados a la tierra y a su tierra. Si la respuesta de Podemos al revolcón andaluz es convocar unas primarias nacionales con una lista teledirigida desde Madrid -que además pasan desapercibidas, como han pasado desapercibidas las de las europeas- el panorama es negro, negro. No hay mejor manera de ser demócrata que empezando por casa. ¿Primarias? sin listas plancha, con candidatos de cada provincia y voto por provincias. Y un recordatorio para Anticapitalistas: lo que le pedís a Pablo, podéis hacerlo en Andalucía, aquí sois mayoritarios. Qué fácil.
Un discurso que invalida todo el sistema o tacha a todo adversario de fascista no tiene sentido
La democracia española -y su Constitución- tiene enormes errores y agujeros por los que se cuelan el totalitarismo, la corrupción y varias maldades más. Pero es una democracia. Habría que mejorarla para hacerla más directa, más transparente, más inclusiva y mucho más democracia. Sin duda. Pero es una democracia en la que además los partidos — los votantes de los partidos — que están de acuerdo con el sistema suman mayoría en cada elección. Y con todos sus problemas y salvedades, si eres demócrata, debes aceptar la voluntad de la mayoría (con los límites de las cosas que no se votan: los derechos humanos, que están por encima del voto). ¿Esto implica aceptar Alsasuas, sentencias de la manada, Nahuels o Jordis con condenas preventivas? No, no lo implica porque probablemente en cada uno de esos casos se han violado derechos humanos. Pero sí saber que un discurso que invalida todo el sistema o tacha a todo adversario de fascista no tiene sentido. ¿Hacen falta más mecanismos democráticos para que la ciudadanía española o de algunos de sus territorios tengan capacidad de decisión sobre los asuntos públicos? Sin duda; tan indudable como que en cada elección la mayoría de la gente valida este sistema con su voto.
Pocos artículos hablan sobre el hartazgo que producen Susana Díaz y el PSOE-A, sobre los problemas de Podemos-A, sobre qué valores trasmite Canal Sur
He leído sesudos artículos sobre el resultado de las elecciones andaluzas escritos allende Despeñaperros. Algunos incluso acertados. Muchos, demasiados, hablan de la clave nacional para entender los resultados. Pocos, muy pocos, sobre los problemas de Andalucía, sobre el hartazgo que producen Susana Díaz y el PSOE-A, sobre los problemas de Podemos-A, sobre qué valores transmite Canal Sur. Imaginar una ciudadanía andaluza adulta y consciente, ocupada en su política, que vota y castiga por la administración de lo de aquí les resulta inimaginables a los creadores de sentido común del resto del estado. Con lo simpáticos que somos cómo vamos a estar pendientes de colegios que no se construyen o de fusiones hospitalarias. ¿Llueve en Madrid?
Los 400.000 andaluces que han votado a Vox ya estaban aquí el sábado (…). Ahora sabemos cuántos son: un 6% de la población
Abstenerse es un acto político totalmente respetable y más que razonable. Los abstencionistas no son responsables de los votos de los demás, sólo de su abstención. Los responsables de los votos de Vox, que yo tampoco creo que todos sean fascistas pero sí lo son muchos, son los votantes de Vox. Igual que creo que no hay votos buenos y votos equivocados porque creo que en las elecciones se elige y no hay respuesta correcta sino diversa, creo que somos responsables de nuestros votos. Los 400.000 andaluces que han votado Vox ya estaban aquí el sábado. Ese sentido común perverso estaba en las bromas racistas, en los chistes sobre mujeres y maricones, en las barras de bar en las que se defendía a Franco y se decía que había hecho cosas buenas y malas. Los 400.000 estaban ahí el sábado y estarán ahí el lunes que viene. Ahora sabemos cuántos son: un 6% de la población.
Artículo publicado originalmente en Medium y reproducido con permiso de su autor.
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