Talleres con arte

Taller de Pintura.

En el arte no solo han encontrado amistades o el santo grial de las bromas y chistes compartidos, sino consuelo por las ausencias. Las alumnas de los talleres de Pintura y Artesanía Textil -en su mayoría son mujeres- aseguran que aparte de aprender mucho han descubierto en el proceso de creación cierto efecto terapéutico. “De no haber sido por estos cursos, así como otras ocupaciones similares, no hubiera podido seguir adelante por el vacío que me dejó el fallecimiento de mi marido”, cuenta Inés Juárez, a la par que enseña una de sus obras: una panorámica de la Alhambra que, desde el lunes, se puede contemplar en el centro cívico del Zaidín junto a las creaciones de otros talleres.

Para María Teresa Calvo, que también perdió a su pareja siendo aún muy joven, la pintura ha sido una tabla de salvación. “La casa se me iba a caer encima y solo conseguía desconectarme de todo enfocando mis pensamientos en los colores y las mezclas durante las clases”, comenta esta zaidinera, que dice sentirse “una mujer nueva” desde que se encontró con el arte, por lo que pretende perfeccionar su técnica “todo lo que pueda”.

Para conseguirlo cuenta con la ayuda de Mariano Rodríguez, el monitor del taller, al que describe como una persona “bromista con una paciencia inimaginable”. “Posee esa sensibilidad especial que debe caracterizar a todo buen pintor”, explica.

María Teresa Calvo, alunma de Pintura, junto a Mariano, su monitor, en la muestra.

Su opinión sobre el profesor es compartida por todas las alumnas, “muy contestas” con lo que han aprendido gracias a este autodidacta, que comenzó a pintar siendo un niño. “Me gusta sacar de la pintura poesía”, indica Mariano,  partidario de “disfrutar al máximo de aquello a lo que te dedicas, pese a las dificultades para vivir de ello”. En el caso de la pintura -asegura- para los artistas noveles resulta “muy complejo” abrirse camino, máxime si se inclinan “al arte por el arte” para evitar su desvirtuación, como es el caso de este granadino.

Esta doctrina de vida cobra valor si se observa el efecto positivo que las clases tienen para las alumnas. “La pintura me ayuda a relajarme y desconectar”, observa Dolores Poyatos, a la que siempre le ha atraído el dibujo. Por eso hace ya “años” que comenzó el curso. Amelia Arboleda, que inició la experiencia al quedarse “sola”, ha encontrado todo tipo de salidas prácticas a sus nuevos conocimientos: “ahora le estoy pintando un traje de flamenca a mi hija”, señala. “Y lo más importante es la amistad que tenemos las compañeras”, agrega Carmen García.

Artesanía Textil

Dos aulas separan a las alumnas de Pintura de las del taller de Artesanía Textil, donde se hacen encajes de bolillos con las bromas y chistes, por no hablar de las amistades tejidas a base de bordar los detalles. “Hacemos trabajos con hilos, cuerdas, macramé, bordado en cañamazo entre otras muchas cosas”, explica la monitora, Yolanda López-Perea, con la especialidad de tejidos artísticos en la Escuela de Artes y Oficios de Granada. “Después de completar estos estudios aprendí cestería en Alfacar, gracias a una vecina” que dominaba con maestría este arte milenario, relata Yolanda, a la que le encanta autoformarse a través de la lectura. “Los libros son esenciales para aprender”, recalca sin poder completar la frase, interrumpida por una de sus alumnas. “Pues nuestro libro eres tú”, advierte su pupila entre risas.

Alumnas de Artesanía Textil y su monitora, Yolanda, al fondo, corrigiendo un trabajo.

Su gusto por la autoformación la lleva a recorrer con frecuencia las tiendas de segunda mano de la ciudad, cuyas estanterías atesoran muchos volúmenes dedicados a técnicas artesanales al borde de la desaparición. “Las labores antiguas se dejaron de lado durante mucho tiempo, debido a la época en la que vivimos, en la que todo está mecanizado, con la intención de producir en masa para su comercialización. Ahora, sin embargo, parece que se vuelve a dar valor a las cosas hechas con mimo”, indica esta artesana del arte, que también ha aprendido mucho de sus alumnas.

“Todas compartimos nuestros conocimientos. Las clases nos sirven, además, para desconectar de la rutina y conocer nuevas amistades”, comenta  Encarna Barragán que participa en este taller intergeneracional junto a su madre, Carmen Luisa Lozano. “Actividades como ésta son muy importantes para que no se pierdan las tradiciones, por no hablar de lo que nos reímos todas con nuestras bromas”, añade Ángeles Gálvez. Su aprendizaje también beneficia, al parecer, a los familiares, que “inmediatamente se adjudican lo que hacemos”, resaltan.

Las alumnas de Artesanía Textil, durante el montaje de la exposición.

El resultado -expuesto en el centro cívico hasta el jueves- son obras de arte en las que se observa el cariño y el cuidado por los detalles que todas ponen en lo que hacen: pulseras, mantillas, paños, colchas, llaveros e incluso figuras como bonsáis, entre otras muchas artesanías, surgen de las manos, el tiempo y la paciencia de las alumnas. “A veces, cuando terminas, te parece mentira que hayas sido capaz de crear algo así e incluso te preguntas: ¿Esto lo he hecho yo?”, comenta una de ellas.

Actualmente trabajan en la confección de un tapiz que dejarán en el centro cívico del Zaidín, donde se imparten los talleres de Pintura y Artesanía Textil, dependientes del Área de Asuntos Sociales del Ayuntamiento.

Comentarios en este artículo

  1. He visto las cosas muy bonitas y novedosas, y pensar que sabemos hacer tanto y no nos atrevemos ! te felicito todo muy ,muy lindo me ha encantado.
    un abrazo te felicito

    carmen

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