Bobadilla es uno de los barrios más coquetos de Granada. Pequeño, limpio, ordenado, parece un remanso de tranquilidad en los límites de la ciudad, acotado por la antigua Carretera de Málaga, las hoy abandonadas naves de la Azucarera de San Isidro y la Vega de Granada. Pero cuando llueve las aguas bajan revueltas, colapsan el alcantarillado e incluso llegan a salir desde las arquetas del interior de algunas viviendas, alcanzan hasta un metro y tapan los hitos de las calles.
Sucedió el pasado 2 de octubre, durante la tormenta de granizo que descargó en la ciudad 20 litros por metro cuadrado en cuestión de pocos minutos, según reconoció en la junta municipal del distrito Chana de este mes el director de Distribución de Emasagra, Marcos Martínez.
El local de la asociación de vecinos de Bobadilla se quedó pequeño este martes, 14 de octubre, ante el público asistente al encuentro vecinal. Muchos habitantes del barrio, la mayoría mayores, querían escuchar las explicaciones del representante de Emasagra, que más que aportar soluciones, pidió detalles a los vecinos que ayuden a la empresa que gestiona el agua de Granada a determinar dónde está el problema.
Porque lo de las inundaciones en el barrio no es nuevo. Ya pasó, recuerdan algunos vecinos, en la tormenta de 2009. Aunque otros aseguran que llevan 60 años en el barrio y nunca la avalancha de agua había sido tan grande. Y los menos apuntan con el dedo a los recortes en la limpieza de las calles desde 2010, que hace que las hojas secas atasquen los imbornales.
Desde La ciudad de los niños hasta el barrio sólo hay tres imbornales, refieren los vecinos
Al parecer los imbornales tienen mucho que ver en las inundaciones de Bobadilla. O más bien, la ausencia de ellos. Según refieren los vecinos, sólo hay tres en todo el trayecto que baja desde La ciudad de los niños —que ellos llaman «el colegio de los hermanos» o «la escuela de los curas»— hasta el barrio. Incluso alguno, ya jubilado pero que estuvo trabajando muchos años en alcantarillado, apunta que «algo falla» en la conexión del centro escolar con la red principal.
«¡Tres veces se le ha dicho al alcalde!», repetía uno de los mayores del barrio a propósito de un imbornal de la carretera que va a la fábrica de Puleva y que «se atora con mucha frecuencia».
Pero no son los imbornales los únicos que dan problemas. Existe un badén en «forma de burro» en la antigua Carretera de Málaga para controlar la velocidad de los vehículos que hace de dique cuando llueve. Los vecinos piden alejarlo unos metros, ya superado el barrio. Lo que sí descarta Emasagra es que las inundaciones estén relacionadas con el colector próximo que se construyó hace unos años. Sus dimensiones, de 2,30 metros de alto por 1,80 de ancho permiten, en opinión de los técnicos, canalizar el agua de la lluvia sin mayores problemas.
Un badén con forma de burro en la antigua Carretera de Málaga hace de dique cuando llueve
Con todos esos deberes se fue el director de Distribución de Emasagra a casa y los vecinos quedaron a la espera de que se aporten soluciones. El miedo lo tienen el cuerpo, tanto, que hace unas noches volvió a llover y varios habitantes del barrio salieron en plena madrugada a limpiar imbornales de hojas porque ya se empezaba a acumular el agua.
El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, eligió Bobadilla la semana pasada para dar por concluidos los trabajos de limpieza tras la tormenta. Ese día, su concejal de Medio Ambiente, Juan Antonio Mérida, explicó a los medios que si bien este era uno de los barrios más afectados, ya quedaba «muy poco» por hacer. En la última junta de distrito se puso de manifiesto que una cosa es dar por terminadas las labores de limpieza y otra bien distinta, solucionar el colapso de Bobadilla cuando llueve.
Ojalá que la solución no sea como la anunciada en 2008 por Sebastián Pérez para el paseo del Salón, que, como Bobadilla, también se anega cuando llueve.
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