Un paseo crítico por el Zaidín

Una singular ruta repasa la historia y las consecuencias del «desestructurado» crecimiento urbanístico en el barrio. Desde su nacimiento, el Zaidín se ha visto en la necesidad de luchar para que su desarrollo responda a las necesidades de la población, en lugar de «a decisiones políticas arbitrarias», cuentan los vecinos durante el recorrido.

paseo crítico por el Zaidín

La ruta arrancó en la biblioteca de las Palomas.

Cuando nació el Zaidín los residentes vivían «como en un pueblo». No cerraban con llave, solían sacar el brasero a la puerta en invierno y las sillas en verano para compartir su tiempo al aire libre. La solidaridad vecinal originaba entrañables anécdotas, como la sucedida cuando un forastero arrojó al suelo todo el género del pescadero tras una riña. Conscientes de que habían dejado sin sustento a la familia, cada uno de sus vecinos le compró parte del pescado para después tirarlo a la basura.

Relatos como éstos, contados por sus protagonistas, han formado parte del paseo crítico por el Zaidín celebrado este fin de semana en el marco de las ‘Jornadas de Defensa de la vivienda y resistencias vecinales’. La iniciativa, organizada por Solidarios con la Casa del Aire, Stop Desahucios del 15M de Granada y la Red de Colectivos del Zaidín, permitió a los asistentes recorrer la historia y consecuencias del «desestructurado urbanismo» en un barrio que, desde su origen, se ha visto «en la necesidad de luchar para que su desarrollo responda «a las demandas de su población y no a decisiones políticas arbitrarias».

paseo crítico por el Zaidín

Oficina del Patronato de Santa Adela.

La singular ruta arrancó en la biblioteca de las Palomas, que se alza en la plaza de nombre homónimo -antes llamada del Generalísimo. En esta zona se construyeron en los años 50 las primeras promociones de viviendas del Zaidín: Casillas Bajas y Comandante Valdés, con lo que se abrió la puerta «al cemento en la Vega», una zona donde resultaba muy barato construir, detalló un vecino que ha visto como los espacios verdes eran arrasados por gigantes de hormigón con los años. «Aún recuerdo la huerta gigante que se extendía desde Avenida de Cádiz», señaló.

A finales de los 50 el Patronato de Santa Adela, siguiente parada en la ruta, construyó en varias fases las 1.250 viviendas de Santa Adela, donde originalmente se proyectaban 750. La necesidad de ofrecer hogar a damnificados que habían perdido su casa en el terremoto del 56 precipitó esta nueva realidad. «Los bloques se levantaron sin cimientos, sobre muros de carga donde se echaban carretillas de escombros. De ahí que hoy día suframos tantos problemas de humedad», lamentó Antonio, residente en la tercera fase, donde ni siquiera había espacio para la cocina. «Los propietarios tuvieron que ampliarla sobre el balcón», cuentan los vecinos.

Antonio, un vecino, contó la situación de la tercera fase de Santa Adela.

Sí se tuvo en cuenta, no obstante, la creación de plazas que comunicaran los bloques, hoy incluidos en el plan de reforma integral de Santa Adela, que comenzó a materializarse en 2003. El proyecto, del que se han levantado dos de sus fases, nació de un estudio desarrollado por mujeres de la asociación de vecinos Zaidín Vergeles y el centro socioculturalpara analizar la realidad urbanística y social de la zona, durante años la «manzana podrida» de ese «Zaidín, ciudad sin ley», como se conocía el barrio. Precisamente la reforma de Santa Adela busca la transformación social a través de lo urbanístico. Con esta idea, los vecinos lucharon para que las viviendas libres con las que gobierno local pretendía financiar el proyecto se intercalasen entre las que habitarían los vecinos de siempre, en lugar de que se congregaran en un mismo bloque «evitando así que surgieran guetos», cuenta Mari Carmen, vecina de una de las fases reconstruídas.

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El desigual crecimiento urbanístico ha dado paso a ‘dos zaidines’ en el distrito.

Los de la tercera, que ya debería de haber comenzado, siguen a la espera de que el proyecto les cambie la vida. Aunque la barriada se ha puesto en pie de guerra para evitar que el plan caíga en el olvido, lo cierto es que para el Ayuntamiento ha dejado de ser prioritario, recordaron durante la ruta, que finalizó junto al río, cerca del Estadio de los Cármenes, en la «línea divisoria» entre los «dos Zaidines». «Los residentes de las nuevas urbanizaciones y zonas de expansión del barrio, como Vergeles hace años o actualmente el PTS ni siquiera se sienten parte del barrio», indicaron, evidenciando los problemas que ha generado el crecimiento urbanístico sin orden.

De hecho, el barrio nació sin servicios, ni infraestructuras educativas o sanitarias, derechos que los vecinos conquistaron a base de luchas protagonizadas principalmente por las mujeres. Esta ‘idiosincasia combativa’ sigue formando parte del ‘ADN’ del Zaidín, uno de los distritos más participativos de la ciudad y de los que más usa los servicios públicos a su alcance, recordaron en la ruta, que dio paso tras su cierre a varias conferencias en la biblioteca de las Palomas, símbolo visible de la resistencia vecinal del Zaidín.

(20/05/2013)

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