Extraña manera de declararse el amor. Una de las muchas parejas que se dan cita en el aljibe del Zenete (S.XVI), situado en el bajo Albaicín, no ha encontrado mejor forma de reconciliarse que embadurnar con pintura todo el depósito de ladrillo de planta rectangular.
No es la primera vez que esto ocurre. Hace un año, a las pocas semanas de que un menor lo limpiara por orden judicial, aparecieron nuevas pintadas realizadas por quinceañeros.
Precisamente en estos días, a cien metros del aljibe, trabajadores de Inagra, la empresa concesionaria del servicio de limpieza, han repintado el muro de granito del mirador del Zenete que se adecentó hace un año, sin que hasta ahora se hubiese reparado en las numerosas pintadas que lo afeaban.
En el aljibe, la intervención para su limpieza tiene sus inconvenientes. Sobre la bóveda de ladrillo no se puede pasar la brocha gorda para ocultar los grafitis. El coste es mucho más elevado debido a la necesidad de aplicar un tratamiento especial por tratarse de construcciones singulares. En estos casos se utilizan productos especiales para eliminar la huella de los aerosoles.
Ni siquiera la sentencia ejemplar que en su día un juez dictó contra el menor pillado in fraganti ha servido de escarmiento. El aljibe del Zenete sigue estando a merced de desaprensivos que se exponen, en caso de demostrarse su autoría, a tener que afrontar fuertes multas e incluso penas de cárcel si su pintada afecta a un bien histórico o monumental.
(28-8-2013)
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